Lorenzo Javier Torres Hortelano, Universidad Rey Juan Carlos
El 50 % de los profesionales nominados este año a los Premios Goya eran mujeres. La fecha de la gala 35ª de los Goya no parece escogida al azar si tenemos en cuenta que es el sábado más cercano al 8 de marzo, Día de la Mujer. El año 2021 nos trae un menú cinematográfico español especialmente rico en platos de variado condimento, con sabores muy interesantes –a veces ocultos por las apisonadoras ideológicas– de lo femenino. Les propongo, pues, un menú cinéfilo que encuentra su sentido en esta maravillosa variedad de lo femenino.
Entrantes
Como entrante, como si de un restaurante con varias estrellas Michelin se tratase, les sugiero una delicatessen que ya nos muestra la riqueza de la producción del año 2020: My Mexican Bretzel (Nuria Giménez Lorang, 2019). No la propongo solo porque en su título aparece un panecillo alemán, ni tampoco por ser novel (que no debutante, pues dirigió otra película documental en 2016, Kafeneio), sino por su valentía en proponer una mezcla de documental con found footage sin diálogos, subtitulada con las frases cotidianas de un diario íntimo y acompañada con salsa del mejor melodrama manierista.
Lo mejor es que nada es lo que parece, todo es mentira, pero no es alta cocina deconstruida. Finalmente, el sabor que nos queda es el de una gran verdad, la de lo cinematográfico. Verdad a un nivel genético –nada aquí de alimentos transgénicos– pues lo del material encontrado es literal dado que la directora lo halló en la casa suiza de su abuelo: el plato no desmerece por ello, al contrario, son imágenes reales de cotidiana y pura belleza.
Primer plato
Para primer plato tenemos varias posibilidades. Si queremos extender en boca el sabor exquisito del entrante, incluso probar algo exótico como el umami, quizá debamos optar por Nieva en Benidorm (Isabel Coixet, 2020), sobre todo por el gusto de la catalana por lo sugerente y por la sensibilidad a la que nos tiene acostumbrados, aderezado todo con algo de intriga.
Pero si queremos algo más divertido para este primer plato, tenemos algo quizá estándar en el sentido de que es “carne o pescado”, quiero decir, es Candela Peña. Ella es la protagonista de La boda de Rosa (Icíar Bollaín). El título juega con las palabras, de Rosa o “de blanco”, que ya nos avanza que es una anticomedia romántica.
Si quieren un plato en la misma línea, pero en el que se mezclan de otra manera los sabores tradicionales, prueben Los europeos (Víctor García León). Está en el límite de lo autorizado en nuestro menú, pues es una adaptación de la novela del gran Rafael Azcona, pero tenemos coguionista, Marta Castillo (el otro es Bernardo Sánchez) y directora de fotografía, Eva Díaz; por lo tanto, mucho aderezo femenino que se traslada al desestabilizador personaje femenino, Odette (Stéphane Caillard).
Segundo plato
Ya para el segundo y definitivo plato tenemos otras dos posibilidades. Uno para todos los públicos, Ane (2020) que cumple un importante cupo femenino con el aderezo de la coguionista Marina Parés y, sobre todo, con un ingrediente fuerte, con personalidad, que remata el sabor del plato como es el de la protagonista, Lide (Patricia López Arnaiz), una mujer trabajadora en la Euskadi de 2009 que, junto a su exmarido (Mikel Losada), tiene que ponerse a buscar a su hija desaparecida. La trama recuerda algo a la dramática Nelyubov (Loveless, 2017) del ruso Andrey Zvyagintsev, ambos platos para estómagos resistentes, pero que se disfrutan.
Como podrán confirmar los entendidos, la mayoría de los platos propuestos hasta el momento en nuestra carta son en general películas en las que se reflexiona sobre lo cotidiano mediante historias íntimas, es decir, con un inconfundible sabor de… lo femenino ¿Era previsible? No es importante si la materia prima y su elaboración es buena.
En todo caso, para reflexionar sobre si ello sin ambages y ya para paladares más exquisitos, tenemos el plato estrella de esta edición: Las Niñas (Pilar Palomero, 2020), que nos introduce poco a poco en la peripecia vital de Celia (la actriz revelación Andrea Fandos) en el año 1992. Aparece aquí de nuevo el sabor agridulce del umami, pues siendo ese un año tan internacional para España, saboreamos el drama más íntimo de esta cosecha, un plato sin concesiones en el que Celia se enfrenta a las mentiras, las de sus amigas y las de su madre. Siendo una ficción, de alguna manera lo documental también da textura al plato. Uno en el que se borra al padre, como si nos olvidásemos de un ingrediente básico en una receta, o como se censura la voz de alguna de las niñas del coro. Una voz que, finalmente, Celia proyectará valientemente.
El ingrediente de la mentira da sabor a la mayoría de los platos propuestos. Como técnica culinaria es muy interesante, pues todo buen arte, ya sea culinario o fílmico, nos suele decir la verdad sobre la vida, a veces, señalando la mentira.
Postre
No nos olvidamos del postre. Para mantener el nivel alto y, sobre todo, para ser originales, les propongo algo “no casero”. La nominada a la Mejor Película Iberoamericana con más presencia femenina, El agente topo (Maite Alberdi, 2020). De nuevo lo documental, pero falso, es una comedia, es una intriga detectivesca, es la verdad de lo humano.
Es la fiesta, con sabor femenino, del cine español.
Lorenzo Javier Torres Hortelano, profesor titular de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Universidad Rey Juan Carlos
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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