El Premio Nobel de Química 2019 es para el estadounidense John B. Goodenough, el británico M. Stanley Whittingham y el japonés Akira Yoshino por el desarrollo de las baterías de iones litio. “Esta ligera, recargable y poderosa batería se utiliza en todo desde teléfonos móviles hasta laptops y vehículos eléctricos. También puede almacenar cantidades significativas de energía solar y eólica, haciendo posible una sociedad libre de combustibles fósiles”, expresa el comunicado de la Academia de Ciencias de Suecia.
Los primeros esfuerzos para desarrollar baterías de iones litio comenzaron durante la crisis del petróleo durante la década de los setenta. La Academia indica que Whittingham (1941), investigador de la Universidad Estatal de Nueva York, trabajó para desarrollar métodos que pudieran conducir a tecnologías libres de combustibles fósiles. Después de sus investigaciones, fue capaz de crear una batería de litio con un cátodo de disulfuro de titanio y un ánodo de litio metálico. “Era una batería que tenía gran potencial, un poco más de dos voltios. Pero el litio metálico es reactivo y la batería era muy explosiva para ser viable”, explica la Academia.
The 2019 #NobelPrize in Chemistry has been awarded to John B. Goodenough, M. Stanley Whittingham and Akira Yoshino “for the development of lithium-ion batteries.” pic.twitter.com/LUKTeFhUbg
— The Nobel Prize (@NobelPrize) October 9, 2019
«Un gran beneficio para la humanidad»
Luego, entró en escena John Goodenough (Jena, 1922), físico de la Universidad de Chicago. Goodenough, nacionalizado estadounidense, predijo que la batería tendría mayor potencial si se hubiera usado un óxido metálico en vez de un sulfuro metálico. Después de una búsqueda sistemática, demostró en 1980 que el óxido de cobalto intercalado con iones de litio producía hasta cuatro voltios. “Esto fue un importante avance que conduciría a baterías mucho más potentes”, señala la Academia.
Finalmente, usando el modelo de Goodenough como base, Akira Yoshino (Suita, 1948) creó en 1985 la primera batería de iones de litio comercialmente viable. El japonés apostó por el coque de petróleo para el ánodo en vez de litio reactivo. “El resultado fue una batería ligera y duradera que podía cargarse cientos de veces antes de que se deteriorara”, indica el comunicado explicativo de la Academia.
La ventaja de estas baterías es que no se basan en reacciones químicas que descomponen los electrodos, sino en iones de litio que fluyen de un lado a otro entre el ánodo y el cátodo. “Las baterías de iones de litio han revolucionado nuestras vidas desde que entraron al mercado en 1991. Han sentado las bases para una sociedad libre de cables y combustible fósil, además de ser una gran beneficio para la humanidad”, celebra la Academia.
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