Por Gorka Landaburu
24/03/2017
Es posible seguir el curso de la historia, así como de los acontecimientos informativos que han marcado la actualidad en cada época, a través de las portadas de Cambio16. La revista, memoria gráfica del pasado, nos devuelve en un vistazo las noticias del ayer. Es una crónica de denuncias y exclusivas que aún hoy se mantiene viva, sin que la pátina del tiempo o el sentido común hayan logrado transformar una realidad en ocasiones tan esquiva.
La portada de la imagen ilustró el número 44 de Cambio16, de fecha 18 de septiembre de 1972, que bajo el titular ‘Fraude fiscal: robamos contigo’, al que el ilustrador en un cómico guiño ha sustraído una vocal del verbo, daba cuenta hace 41 años de una lacra que constituía una de las principales preocupaciones de la opinión pública. Han pasado cuatro décadas y nada ha cambiado.
Es posible seguir el curso de la historia, así como de los acontecimientos informativos que han marcado la actualidad en cada época, a través de las portadas de Cambio16. La revista, memoria gráfica del pasado, nos devuelve en un vistazo las noticias del ayer. Es una crónica de denuncias y exclusivas que aún hoy se mantiene viva, sin que la pátina del tiempo o el sentido común hayan logrado transformar una realidad en ocasiones tan esquiva.
La portada de la imagen ilustró el número 44 de Cambio16, de fecha 18 de septiembre de 1972, que bajo el titular ‘Fraude fiscal: robamos contigo’, al que el ilustrador en un cómico guiño ha sustraído una vocal del verbo, daba cuenta hace 41 años de una lacra que constituía una de las principales preocupaciones de la opinión pública. Han pasado cuatro décadas y nada ha cambiado.
Ya no hay paraísos fiscales. Se han acabado los paraísos fiscales y el secreto bancario”. Esta frase lapidaria y triunfante fue pronunciada en 2009 por Nicolas Sarkozy, entonces presidente de Francia, tras la cumbre del G-20 celebrada en Londres. Muchos afirmaron entonces que se había vuelto a vender la piel del oso antes de cazarlo. Es cierto que en Francia se han adoptado medidas contra el fraude, pero de las famosas listas (negras, grises y blancas), implantadas en la misma cumbre, poco o casi nada se sabe.
Desde la publicación de las listas de Falciani, el informático y extrabajador del banco HSBC que filtró los nombres de más de 130.000 potenciales evasores, la compleja trama de los delincuentes de cuello blanco volvió a ser un tema. Aunque fue Suiza, en 1934, la primera nación que decretó el secreto bancario, desde entonces son decenas los países que han seguido el mismo ejemplo. Están en Europa, el Pacífico, América Central y el Caribe. Son el refugio para las grandes fortunas y las multinacionales, pero también para el blanqueo de dinero proveniente de la droga, la venta de armas o el terrorismo.
Estos paraísos fiscales se han multiplicado en las últimas décadas, sobre todo en los años 70 y los 80. La mayor parte de los países han hecho la vista gorda. En Cambio16 –como evidencia la portada de 1973 que ilustra este texto–, siempre hemos denunciado estos fraudes, un robo organizado que cuenta con demasiadas complicidades.
Resulta obvio que tener cuentas en el extranjero y también en paraísos fiscales no supone ningún delito, siempre y cuando se declare su origen y se cumpla con el fisco. Pero su opacidad y la ingeniería financiera en la que se refugian para ocultar su procedencia dificultan e impiden seguir el rastro de gran parte de estas cuentas.
No se trata de denunciar sólo la evasión fiscal, sino de saber qué hay detrás del dinero negro que mueve los hilos de la economía, financia gobiernos corruptos, patrocina golpes de Estado o permite que narcos y terroristas gocen de impunidad.
¿Qué medidas se deberían tomar desde Europa? En primer lugar, es una cuestión de voluntad política. Desde la Unión Europea se están arbitrando mecanismos para lograr una mayor transparencia fiscal.
Es una tarea complicada porque cuenta con el veto de países como Luxemburgo o Austria y, en menor medida, Irlanda, Gran Bretaña, Eslovenia, Holanda, Malta o Bélgica. El intercambio de información es fundamental. Desde Bruselas, como ya se ha hecho en Estados Unidos, se debe implantar el FATCA (Foreign Account Tax Compliance Act), un reglamento cuyo objetivo es luchar contra el fraude fiscal. El FATCA es una herramienta que permite el intercambio de información entre la administración americana y las instituciones financieras extranjeras. En caso de negar la colaboración, EEUU prevé sanciones como la retirada de licencias bancarias en su territorio.
El economista galo Pierre Larrouturou, defensor de un cambio radical de la política europea, señala que la primera medida es que los gobiernos boicoteen las entidades financieras con sede en paraísos fiscales. Queda mucho camino por recorrer. En este periodo de crisis, austeridad y sufrimiento la evasión fiscal aparece más que nunca como una práctica injusta e inaceptable.
No puede ser que bancos, multinacionales o los más ricos escapen a sus deberes con el fisco. Se calcula que el fraude fiscal anual en Europa es equiparable a siete veces el presupuesto de la Unión. Es preciso poner todo el empeño en acabar con estos desmanes que siempre favorecen a los privilegiados.