Con frecuencia se les suele llamar despistados por el hecho de no encontrar un sitio o ubicación que tienen frente así mismos. Estas personas, que no pocas, carecen de sentido de orientación y, por lo general, no la pasan bien. No solo por el tiempo que pierden buscando un objetivo sino por esa sensación de dispersión que los abruma. ¿Puede corregirse? ¿Existen alternativas para suplir la ausencia de esas habilidades espaciales?
Contrariamente, hay personas que parecen tener un súper poder y no se pierden nunca. Desde el camino más cercano a su casa hasta dar con una tienda específica en un centro comercial desconocido. Resulta fácil demostrar que las personas difieren en su capacidad de navegación, pero a los científicos les parece difícil explicar por qué.
Aprovechando tecnologías como la realidad virtual y el rastreo por GPS, los investigadores han podido observar a cientos, a veces incluso millones, de personas que intentan encontrar su camino a través de espacios complejos y medir qué tan bien lo hacen. Aunque todavía queda mucho por aprender, un estudio reciente sugiere que, hasta cierto punto, las habilidades de navegación están determinadas por la educación.
El porqué del sentido de orientación
Margherita Malanchini, psicóloga del desarrollo de la Universidad Queen Mary de Londres, y sus colegas compararon en 2020 el desempeño de más de 2.600 gemelos idénticos y no idénticos mientras navegaban a través de un entorno virtual, para probar si la capacidad de navegación es hereditaria. Descubrieron que sí lo es, pero solo modestamente.
En cambio, el mayor contribuyente al desempeño de las personas fue lo que los genetistas llaman el “entorno no compartido”, es decir, las experiencias únicas que cada persona acumula a medida que se desarrolla su vida. Al parecer, los buenos navegantes en su mayoría se hacen, no nacen, reseña Knowable Magazine
Un notable experimento a gran escala dirigido por Hugo Spires, neurocientífico cognitivo del University College de Londres, dio a los investigadores una idea de cómo la experiencia y otros factores culturales podrían influir en el sentido de orientación.
Spires y su equipo, en colaboración con la empresa de telecomunicaciones T-Mobile, desarrollaron un juego para teléfonos móviles y tabletas al que llamaron Sea Hero Quest.
Los jugadores navegan en barco a través de un entorno virtual para localizar una serie de puntos de control. La aplicación del juego pidió a los participantes que proporcionaran datos demográficos básicos, y casi 4 millones en todo el mundo lo hicieron. (La aplicación ya no acepta nuevos participantes excepto por invitación de los investigadores).
Mapas mentales, geografía y género
Los investigadores pudieron medir la capacidad o sentido de orientación mediante la distancia total que recorrió cada jugador para llegar a todos los puntos de control. Después de completar algunos niveles del juego, los participantes tenían que disparar una bengala hacia su punto de origen. Una prueba de estima análoga a la tarea de señalar lugares fuera de la vista. Luego, Spires y sus colegas pudieron comparar el desempeño de los jugadores con los datos demográficos.
Descubrieron que varios factores culturales estaban asociados con las habilidades de orientación. Los habitantes de los países nórdicos tendían a ser mejores navegantes, tal vez porque el deporte que combina carrera a campo traviesa y navegación, es popular en esas naciones. A la gente del campo le fue mejor que a la gente de las ciudades.
Y entre los habitantes de las ciudades, con calles más caótica como las más antiguas europeas, obtuvieron mejores resultados que los de ciudades como Chicago, donde las calles forman una cuadrícula regular. Debido a que estos residentes no necesitan construir mapas mentales tan complejos.
Resultados como estos sugieren que la experiencia de vida de un individuo puede ser uno de los mayores determinantes de qué tan bien tenga su sentido de orientación. La experiencia puede ser la base de uno de los hallazgos más consistentes en la navegación: que los hombres tienden a desempeñarse mejor que las mujeres. Resulta que esta brecha de género es más una cuestión de cultura y experiencia que de capacidad innata.
GPS ancestral en la Amazonia boliviana
Los países nórdicos, por ejemplo, donde la igualdad de género es mayor, casi no muestran diferencias de género en la navegación. En contraste, los hombres superan con creces a las mujeres en lugares donde ellas enfrentan restricciones culturales para explorar su entorno por sí mismas, como los países de Medio Oriente.
Este aspecto cultural, y la importancia de la experiencia, también están respaldados por estudios de los tsimane, una comunidad indígena tradicional en la Amazonia boliviana. La antropóloga Helen Elizabeth Davis de la Universidad Estatal de Arizona y sus colegas colocaron rastreadores GPS en 305 adultos tsimane para medir sus movimientos diarios durante un período de tres días. Y no encontraron diferencias. Hombres y mujeres eran igualmente hábiles a la hora de señalar lugares fuera de la vista.
Incluso los niños se desempeñaron extremadamente bien en esta tarea de navegación, como resultado, piensa Davis, de crecer en una cultura que anima a los niños a recorrer grandes distancias y explorar el bosque.
Sin embargo, la mayoría de las culturas no son como las Tsimane, y las mujeres y las niñas tienden a ser más cautelosas a la hora de explorar, por razones de seguridad personal. El nerviosismo por la seguridad o por perderse también tiene un efecto directo en la navegación.
Saber dónde está el norte
El apoyo a la idea de que las personas pueden mejorar con la práctica también proviene de estudios sobre lo que sucede cuando las personas dejan de usar sus habilidades de navegación.
En un estudio de 2020 publicado en Scientific Reports las neurocientíficas Louisa Dahmani y Véronique Bohbot de la Universidad McGill en Montreal reclutaron a 50 adultos jóvenes y les preguntaron sobre su experiencia de conducir con GPS en su vida. Luego probaron a los voluntarios en un mundo virtual que les exigía navegar sin GPS. Descubrieron que a los usuarios más habituales de GPS les fue peor.
Un seguimiento de trece de los voluntarios tres años después reveló que aquellos que habían usado más el GPS durante el período intermedio experimentaron mayores disminuciones en su capacidad para navegar sin GPS. Esto sugiere fuertemente que la dependencia del GPS causa habilidades disminuidas, en lugar de habilidades deficientes para liderar. a un mayor uso del GPS.
Los expertos también sugieren que los navegantes con dificultades podrían intentar prestar más atención a las direcciones de la brújula. O a los puntos de referencia destacados como una forma de integrar sus movimientos en un mapa mental. Se recomienda que los navegantes con dificultades se pregunten hacia dónde está el norte 10 veces al día, consultando un mapa si es necesario. Consideran que esto podría ayudarles a ir más allá del mero conocimiento de la ruta.
Hay otra opción para aquellos a quienes realmente no les importa mejorar sus habilidades, siempre y cuando no se pierdan. Pero, por si acaso, asegúrese de tener su GPS a mano.
Lee también en Cambio16.com: