La explosión en un almacén de materiales altamente explosivos en Beirut el 4 de agosto produjo una llamativa nube con forma de hongo característica de las detonaciones nucleares que sembró multitud de dudas en torno a su origen. El portal eltiempo.es explica por qué la nube alrededor de la explosión no nuclear tomó esta forma
Este tipo de nube aparece cuando la explosión produce un gas caliente que se eleva rápidamente. El aire que hay por encima amortigua este gas caliente mientras intenta desplazarse hacia arriba y es literalmente empujado hacia abajo formando esa forma tan distintiva de hongo, apunta Mar Gómez, responsable del área de meteorología de Eltiempo.es.
Este fenómeno se explica por la inestabilidad de Rayleigh-Taylor, que describe la interacción entre dos materiales —fluidos o gases— cuando uno de baja densidad empuja a otro de alta densidad.
A este tipo de nube formada se le conoce como «nube de Wilson», que aparece en explosiones de aire húmedo. Cuando un arma nuclear o una gran cantidad de explosivos explotan en un entorno de aire húmedo, la onda de choque generada da lugar a una rarefacción. Es decir, una reducción de la densidad del aire que rodea la explosión, pero no del que la contiene. Esto lleva a un enfriamiento temporal del aire, que causa la condensación de parte del vapor de agua contenido en él.
¿TENDRÁ EFECTOS MEDIOAMBIENTALES?
Según las informaciones del momento, la explosión fue provocada por la explosión de 2.750 toneladas de nitrato de amonio. Este compuesto es también conocido como sal amónica del ácido nítrico y cuenta con propiedades como su higroscopicidad (capacidad de los materiales para absorber la humedad atmosférica) y alta solubilidad en agua.
El nitrato de amonio se encuentra en las partículas PM2.5 y las partículas PM2.5 inorgánicas. En la atmósfera, una fracción significativa está compuesta por nitrato de amonio y sulfato de amonio.
Cuando se inhala puede causar tos, dolor de cabeza o dolor de garganta, así como irritación ocular o en la piel. Está demostrado que los lugares con concentraciones elevadas de estas partículas se han asociado estadísticamente con el aumento de los trastornos pulmonares y cardíacos.
A nivel atmosférico el nitrato de amonio es muy volátil. En zonas más altas de la atmósfera, el nitrato de amonio es una partícula o una gota, pero en un día cálido y cerca del suelo, el nitrato de amonio se divide en ácido nítrico y amoniaco, que se depositan muy rápidamente en la superficie terrestre.
Si el ácido nítrico se deposita en la tierra aporta nitrógeno y es un fertilizante para las plantas, pero también produce acidificación e intensifica la emisión de óxido nitroso. Las plantas sedientas de nitrógeno crecen muy rápido, desbancando a otras especies que crecen más lentas y produciendo una alteración en los ecosistemas.
Las explosiones de nitrato de amonio almacenado son eventos raros, pero han sido recurrentes y catastróficos en la historia. Todos ellos comparten un rasgo esencial en común: las explosiones fueron el resultado de un incendio incontrolable.
Estos desastres tienen dos factores causales debido a la química de la sustancia: su capacidad de detonar y su capacidad de potenciar un incendio por medio de su comportamiento oxidante.
NECESIDADES HUMANITARIAS: COVID-19 Y EXPLOSIÓN
“El aumento de la transmisión de la COVID-19 está agotando el sistema de salud libanés, al mismo tiempo que las tensiones sociales continúan creciendo en muchas partes del país. El riesgo de transmisión comunitaria es bastante alto actualmente: el 5 de agosto, Líbano reportó el mayor número de casos en un día. Los hospitales del país han estado advirtiendo de que están abrumados por el brote mientras luchan contra problemas de financiamiento, cortes de energía y una grave falta de equipos de protección personal”, señala Chiara Saccardi, responsable regional para Oriente Medio de Acción contra el Hambre. La prioridad en estos momentos está siendo la respuesta en salud. Tres hospitales han sufrido daños graves y no pueden operar en el barrio de Achrafieh y docenas de centros de atención primaria han sufrido desperfectos.
Asimismo, el almacén nacional donde se guardan todas las vacunas y medicamentos para enfermedades agudas y crónicas se ha visto gravemente dañado. Algunos de los suministros ya se trasladaron a otros lugares, sin embargo, tras los efectos de la explosión, el almacén necesita una renovación.
Los servicios de salud mental son una parte crucial de la actual respuesta, no solo entre la población afectada, sino entre los profesionales humanitarios que pueden sufrir el trauma de la explosión. Debe fortalecerse este componente en todos los centros de atención primaria de salud, especialmente en las áreas afectadas o dónde las personas han sido reubicadas.
Acción contra el Hambre en Líbano está trabajando con el Consorcio de Protección Libanés y otras organizaciones internacionales para identificar las principales necesidades de la población afectada y diseñar su intervención lo antes posible. Según fuentes oficiales las necesidades más inmediatas incluirán el acceso a los alimentos y refugios para las entre 250 000 y 300.000 personas que se han quedado sin hogar.
SOLIDARIDAD DE ACNUR
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, se desplazó a Beirut para mostrar su apoyo y escuchar en primera persona la difícil situación de todos los afectados por la devastadora explosión: libaneses, migrantes y refugiados. Se trata de la primera misión sobre el terreno del Alto Comisionado desde el confinamiento a raíz de la primera ola de la pandemia de COVID-19 y reafirma la solidaridad y el compromiso de ACNUR de apoyar al Líbano.
Las operaciones para ayudar a las comunidades libanesas y a los refugiados siguen siendo una de las principales prioridades de ACNUR. Con relación a su población nacional, el Líbano acoge al mayor número de refugiados en el mundo.
Estos desastres tienen dos factores causales debido a la química de la sustancia: su capacidad de detonar y de potenciar un incendio
Más allá del impacto inmediato y a largo plazo de la trágica explosión del 4 de agosto, ACNUR manifiesta su preocupación por el efecto combinado de una grave crisis económica y la pandemia de COVID-19 en el país. La conjunción de estos tres factores está perjudicando a las comunidades más vulnerables y pobres en todo el país.
Tras constatar la respuesta que se está llevando a cabo en los vecindarios más afectados y mantener varias reuniones en la capital, el alto comisionado Filippo Grandi ha evaluado la respuesta humanitaria global de ACNUR en otras partes del país.
ACNUR está ampliando su respuesta a todas las comunidades afectadas por la explosión en Beirut para brindar ayuda inmediata, cobijo y protección. Junto con sus socios, ACNUR está proporcionando materiales de refugio de emergencia a las personas más necesitadas entre los aproximadamente 200.000 hogares que resultaron gravemente dañados por la explosión en Beirut. La Agencia de la ONU para los Refugiados también está llevando a cabo primera asistencia psicológica y otras medidas urgentes para proteger a las personas afectadas.
Filippo Grandi también visitó el norte del Líbano y el valle de la Bekaa, principalmente para constatar el avance de los proyectos de ampliación de la capacidad de camas de hospital y de UCI (Unidades de Cuidados Intensivos) implementadas por ACNUR en los hospitales públicos en respuesta a la pandemia de COVID-19. ACNUR está ampliando este programa dado que los hospitales locales están desbordados.
El Alto Comisionado visitó, asimismo a los refugiados sirios, que se han visto gravemente afectados por la crisis económica y las medidas para luchar contra la COVID-19, que viven en condiciones muy precarias, con grandes dificultades para lograr llegar a fin de mes.
Varios proyectos de Manos Unidas resultaron gravemente dañados por las explosiones. “Después del drama del coronavirus y de la terrible situación económica, las explosiones son lo que nos faltaba en Líbano”, según el padre Raymond Abdo, provincial de los Carmelitas.
El proyecto que se ha visto más gravemente afectado por la terrible explosión es el Howard Karagheusian Medical Center, un centro de salud con el que Manos Unidas colabora desde hace años.
Según Miquel Cubels, responsable del proyecto Fratelli: “En Líbano se está viviendo una situación bastante dramática: por un lado, la crisis económica y las revueltas sociales, por otro, la pandemia y para completar, la explosión que va a tener un gran impacto”.
Manos Unidas tiene en marcha proyectos en Líbano, para dotar de alimentos básicos y atención sanitaria, psicológica y educativa a la población más vulnerable. A unos seis kilómetros del puerto de la capital libanesa, el lugar donde se produjeron las explosiones, el padre Raymond Abdo sintió moverse su casa y vio como el cielo se cubría con una densa nube de humo blanco y naranja. “Lo que está cerca del puerto, en un radio de unos tres kilómetros, ha resultado muy dañado. Se han roto todos los cristales y el interior de los edificios está destruido”, explica.
“Ha sido casi como un terremoto, una cosa horrorosa. Me cuentan que en el mercado ha sido un horror. La gente lloraba por la calle, caminando sobre los vidrios rotos… Después del drama del coronavirus y de la terrible situación económica, esto es lo que nos faltaba”, lamenta el religioso.
«NUESTRA CLÍNICA, GRAVEMENTE DAÑADA POR LA EXPLOSIÓN»
A tres kilómetros del lugar de las explosiones, en Bourj Hammoud, el barrio más pobre de la periferia de Beirut, es donde se sitúa el proyecto que se ha visto más gravemente afectado por la terrible explosión: el Howard Karagheusian Medical Center, un centro de salud con el que Manos Unidas colabora desde hace años.
“Estamos vivos; gracias a Dios estamos vivos. Menos mal que cerramos el centro médico a las cuatro de la tarde y las explosiones fueron a las seis. Ayer atendimos a 250 personas. El centro ha quedado inutilizable, pero nuestro personal está bien y no hemos tenido que lamentar víctimas”, explica Serop Ohaian, director del centro.
La clínica fue creada para atender a la numerosa población armenia que habita en el barrio, que se estableció en Líbano hace un siglo, huyendo del genocidio y, a día de hoy, atiende, fundamentalmente, a la población siria refugiada, 70.000 de los 150.000 habitantes del barrio.
Manos Unidas trabaja con esta asociación desde hace años, “en los últimos meses estamos ayudando a nuestro socio local con una acción de emergencia con la que hacer frente a las necesidades de la población más afectada por el confinamiento y la crisis del coronavirus, pero ya antes habíamos apoyado el equipamiento del centro de salud y la puesta en marcha de un laboratorio”, asegura África Marcitllach, coordinadora de proyectos de Manos Unidas en Oriente Medio.
SITUACIÓN DRAMÁTICA EN EL PAÍS
Desde Sidón, el hermano marista Miquel Cubels, responsable de los proyectos de Manos Unidas y la Asociación Fratelli en Líbano, uno de los principales socios locales de la ONG en el país asiático, lamenta el suceso aunque agradece que, en el momento de la explosión, en el proyecto con niños sirios e iraquíes que tienen en el barrio de Bourj Hammoud hubieran terminado las actividades.
“En estos días estamos haciendo campamentos de verano con los niños y, por suerte, cuando se produjo la explosión, ya no había nadie, porque saltaron por los aires cristales, ventanas y puertas y el centro está muy afectado. Hoy no hemos podido retomar la actividad”, relata el hermano Miquel. “De todas formas –asegura el misionero español– no hubiéramos podido abrir, porque se han decretado tres días de luto oficial y, además, estamos, también, en un periodo de vuelta al confinamiento porque los casos de coronavirus siguen aumentando”.
El hermano Miquel afirma que, desde hace un año, en Líbano se está viviendo una situación bastante dramática: “Por un lado, la crisis económica y las revueltas sociales, por otro, la pandemia y para completar, la explosión que tiene un gran impacto en vidas humanas, en heridos, en colapso de la sanidad y que evidentemente afecta a los programas concretos, como el proyecto de Bourj Hammoud”, explica.
MANOS UNIDAS EN LÍBANO
La crisis de los refugiados, la situación política, el conflicto que no cesa con Israel y el coronavirus hacen que la población libanesa esté cada vez más ahogada. “Esto lleva a que, aunque en los últimos años la acción de Manos Unidas en Líbano se haya centrado en aliviar la situación del colectivo de personas refugiadas, que huyen de la guerra en Siria, estemos apoyando también a la población libanesa más empobrecida”, afirma Marcitllach.
Por ello, a día de hoy Manos Unidas tiene en marcha seis proyectos en Líbano, por un importe total de 295.000 € para dotar de alimentos básicos y atención sanitaria, psicológica y educativa a la población más vulnerable.
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