La dictadura de Daniel Ortega quiere volver polvo cósmico la Iglesia Católica en Nicaragua. Los arrestos, suspensiones de celebraciones religiosas, allanamientos, redadas y acusaciones en contra de los miembros de la comunidad religiosa son diarios. El domingo fue detenido el párroco de la parroquia Espíritu Santo, en Mulukuku, y a dos se les prohibió asistir a la Catedral de Matagalpa.
El sandinista Daniel Ortega, a quien el mundo democrático ayudó a derrocar a Anastasio Somoza, se ha convertido con su esposa, la vicepresidente Rosario Murillo, en un gobernante que no solo mantiene bajo el hambre y la represión al pueblo nicaragüense, sino también a todo grupo, organización no gubernamental o institución milenaria, como la Iglesia Católica, que demande libertad, trabajo y comida, además del cese de la represión criminal.
Ortega, que se ha relegido cuatro veces y lleva cinco períodos como jefe de Estado, aunque la constitución nicaragüense lo prohibía, acusa a los activistas católicos de Matagalpa de ser cómplices en la trama de un golpe de Estado. Fue la excusa para cerrar siete emisoras católicas y ordenar la casa por cárcel para un obispo y su séquito de sacerdotes y feligreses.
En un boletín informativo, la Policía Nacional señala que la Iglesia Católica, valiéndose de la influencia de sus líderes religiosos, “ha venido organizando a los creyentes a organizar grupos violentos que incita a ejecutar actos de odio contra la población con el propósito de desestabilizar el gobierno de Daniel Ortega”.
Francisco mudo mientras asedian a sus ovejas
Ante la bárbara represión, todos los grupos de oración -desde las Hijas de María hasta las monjas en clausura- han suplicado que se les dé un respiro, que cesen las falsas acusaciones y la violencia represiva contra el Pueblo de Dios.
Diversos sectores claman porque el papa Francisco rompa su silencio y condene los vejámenes que se cometen contra los obispos y sacerdotes. Más de 60 organizaciones no gubernamentales relacionadas con el trabajo caritativo y asistencial de la Iglesia enviaron una carta al sumo pontífice suplicándole su pronta intervención. “Francisco, no nos dejes solos. Escucha nuestra palabra”, le imploran.
Señalan que la persecución y el odio del régimen contra la Iglesia católica no tiene justificación ni límite. “Los obispos son acusados de ser cómplices de un intento de golpe de Estado, cuando lo que han hecho expresar la necesidad de buscar una salida pacífica y democrática a la crisis que consume a los nicaragüenses”, señalan.
¿Silencio sospechoso de Francisco?
Otras organizaciones más críticas no solo expresaron su consternación por el silencio de Francisco, sino que lo calificaron de escandaloso y sospechosamente cómplice. El activista Agustín Antonetti, de Latin America Watch, través de Twitter se refirió al silencio del Vaticano. “Es escandaloso. La dictadura de Daniel Ortega está tomando iglesias por la fuerza, cerró canales y radios, hay un obispo y varios sacerdotes con casa por cárcel, pero no hay ni una voz que salga de la Santa Sede”, escribió.
En un texto que publicó en el Nuevo Herald, el columnista Andrés Oppenheimer cuestiona el mutismo del santo padre y obispo de Roma. “Lo que ocurre en Nicaragua debe ser denunciado por los defensores de la democracia y los derechos humanos, empezando por el papa Francisco”, manifestó.
El Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño alertó sobre la gravedad de la situación de terror que mantiene Daniel Ortega contra el Pueblo de Dios peregrino en Nicaragua. “El obispo Rolando Álvarez y seis sacerdotes están en la condición de casa por cárcel, nosotros seguimos en oración por toda la Iglesia nicaragüense”, dijeron.
El obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, se arrodilló a las puertas de la curia de Nicaragua para pedir que cese el hostigamiento.
Declaración del monseñor Cruz «hace un llamado a las partes»
Vatican News informó que el observador permanente de la Santa Sede ante la OEA, monseñor Juan Antonio Cruz, hizo un llamado a la paz. «Que las partes puedan encontrar caminos de entendimiento basados en el respeto y la confianza recíproca y buscando ante todo el bien común”. Cruz hizo la convencional e inocua declaración después de la reunión de la Organización de Estados Americanos en la que con 27 votos a favor de 34 participantes se condenó el régimen de Daniel Ortega y su esposa por sus acciones contra la Iglesia, la prensa y los sectores más desvalidos.
Entre los siete países que no condenaron las villanías de Ortega contra los sacerdotes católicos se encuentra Colombia. Por primera vez en unos cuantos años, Colombia se ausenta de la reunión por órdenes de Gustavo Petro y no condenó la persecución de Ortega contra la Iglesia y la prensa.
Prohibidas las procesiones y las misas bajo control
El sábado, se ofició la misa en la catedral de Managua bajo un estricto y absoluto control policial. Se había convocado una procesión para recibir a la venerada Virgen de Fátima, pero el masivo despliegue policial lo impidió.
El cardenal y arzobispo de Managua, Leopoldo Brenes, dijo en la homilía que se reunían este sábado «con mucha alegría, pero también con mucha tristeza” debido a «la situación que vivimos en nuestras parroquias”, en alusión a la orden del gobierno que prohíbe las procesiones.
Asimismo, dijo que la Iglesia espera encontrar una salida a la situación del obispo Rolando Álvarez, retenido desde hace nueve días en su curia. La Policía Nacional, que comanda el suegro de Ortega, lo acusa de intentar «desestabilizar el gobierno”. No obstante, Brenes declaró que «no ve una solución a la crisis que vive Álvarez en la Diócesis de Matagalpa, en el norte de Nicaragua”.
Desde el 4 de agosto, el obispo Álvarez se encuentra bajo asedio policial por denunciar el cierre ilegal de cinco emisoras católicas por órdenes de Ortega y exigir que se respete la libertad religiosa como lo establece la Constitución. Álvarez es hostigado por las fuerzas policiales desde 2018, cuando varios templos de su Diócesis abrieron las puertas para darles refugio y protección a los manifestantes y heridos que huían de la represión.
“Vivimos en estado de hostigamiento”
Monseñor Rolando Álvarez declaró que con el asedio policial la dupla Ortega-Murillo pretende acallar la voz que denuncia las injusticias, la voz de la Iglesia Católica. “El gobierno pretende una Iglesia muda. No quiere que hablemos. Tampoco quiere que anunciemos la esperanza al pueblo ni que denunciemos la injusticia. En Nicaragua todos vivimos una situación de terror. No solo lo sacerdotes, sino también la inmensa mayoría de los nicaragüenses. Vivimos en un permanente hostigamiento», acusó.
El sociólogo y analista político Oscar René Vargas tiene la impresión de que el matrimonio Ortega-Murillo pretende negociar con el Vaticano o el Episcopado de Nicaragua el exilio del obispo Álvarez, “como ocurrió en 1986 con el obispo Pablo Vega”.
Vargas dice que el temor de Ortega a Álvarez comenzó el 22 de julio, cuando en una procesión del Divino Niño de Matagalpa participaron diez veces más personas que en la marcha del 19 de julio, para celebrar el derrocamiento de Anastasio Somoza.
La Unión Europea contra “niveles de violencia sin precedentes”
En la primera semana de agosto, a Unión Europea condenó a través de un comunicado «el cierre arbitrario» de siete radioemisoras católicas en Nicaragua y se sumó a las voces críticas que denuncian violaciones de la libertad de prensa por el gobierno de Daniel Ortega.
Pero no fue Josep Borrell, el jefe de la diplomacia comunitaria, sino su portavoz. Quizás no consideró suficientemente alto los niveles de violencia que sufren los nicaragüenses: asesinatos, desapariciones forzadas, encarcelamiento, acoso e intimidación contra opositores políticos, periodistas, defensores de los derechos humanos y religiosos líderes del Pueblo de Dios, para dar la cara por la Unión Europea
Peter Stano hizo un llamado urgente a Ortega «para que libere inmediata e incondicionalmente a los presos políticos y abandone todos los procedimientos judiciales contra ellos». La UE y Estados Unidos también criticaron hace meses el cierre de más de 1.200 organizaciones de la sociedad civil. No pasó nada. Esperemos que Francisco hable y ocurra un milagro.