Que los niños están sufriendo las desastrosas consecuencias que dejan los conflictos armados es una realidad brutal. El que los gobiernos estén haciendo todo su esfuerzo para que esta situación termine es lo que parece no encajar.
El cruel inicio de año en #Siria entre bombardeos y escapes masivos. Nuestra @unicefchief pide que, tras casi 9 años de guerra, 2020 se recuerde como el año de la tregua: https://t.co/HdMNLCmyfB pic.twitter.com/wS3EzBVkxn
— UNICEF ComitéEspañol (@unicef_es) January 7, 2020
De acuerdo con Unicef, 2019 cierra una década mortal para los niños del mundo. Irónicamente 2019 fue un año que marcó el 30 aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, el tratado más ratificado en la historia, con 195 partes que así lo confirman.
El llamado de Unicef
De allí que esta organización haga un llamado al cese de las hostilidades en el noroeste de Siria y el fin de una guerra de nueve años. En el mensaje en manos de Henrietta Fore, se hacen tres peticiones:
- Cese de los ataques a los niños y a los servicios esenciales para ellos. Por ejemplo, las escuelas y hospitales. El año pasado la ONU verificó 195 ataques contra escuelas + 82 ataques contra hospitales y personal médico.
- Cese inmediato de las hostilidades en el noroeste de Siria, para proteger especialmente a los niños + alcanzar un acuerdo pacífico que ponga fin a la guerra. Las tres últimas semanas han sido escenario del desplazamiento de 140 mil niños en Idlib y sus alrededores.
- Renovación de las resoluciones del Consejo de Seguridad para facilitar el acceso de la ayuda humanitaria sin restricciones a todos los niños de Siria, incluso más allá de sus fronteras.
Un 77 % de los niños y jóvenes que viajan por la ruta del Mediterráneo central, que conecta Libia con Italia, sufren abuso, explotación y prácticas equivalentes al tráfico de personas según @UNICEF y @ONUmigration.
No los olvidemos. #DiaUniversalDelNiño https://t.co/bWzrRjUyFD
— PACMA (@PartidoPACMA) November 20, 2017
Los niños de Libia
En la misma línea Ghassan Salameh, secretario general ONU para Libia, manifiesta la firme determinación de Naciones Unidas para terminar con el conflicto en este país. Salameh apunta a que la situación en Libia es “sombría”, donde no hay solución militar posible.
De hecho ante la posibilidad de que países extranjeros envíen más tropas y asistencia militar, el académico libanés fue contundente «hay suficientes armas en Libia y no se necesitan más. Hay suficientes mercenarios en Libia, así que dejen de enviar más mercenarios como ocurre ahora, con cientos, probablemente miles, que han llegado al país últimamente».
Para abril de 2019, la Unicef señalaba que medio millón de niños libios habían sido afectados por la violencia desatada en el occidente del país. Mientras 1800 requerían con urgencia salir de las zonas de enfrentamiento y 73 mil habían sido desplazados por la escalada del conflicto.
Los más recientes ataques destruyeron cinco escuelas y cerraron otras 210, lo que obligó a 115 mil niños a abandonar sus estudios en Ain-Zara, Abu Salim y Soug al Juma’aa. En este escenario, es completamente paradójico y fuera de contexto enviar más armas y tropas.
#Desarme | Poco más del 3% de este gasto militar podría “lograr el acceso universal a la enseñanza primaria y la primera etapa de la secundaria de calidad para todos». https://t.co/bjeUOGlQBv
— Cambio16 (@Cambio16) October 28, 2019
¿Vanas esperanzas?
Este deseo de la Unicef de parar la guerra en Siria y la determinación ONU de que termine el conflicto en Libia parecieran meros anhelos de Año Nuevo frente a:
- El avance de las hostilidades en el Golfo Pérsico con la muerte en Bagdad del comandante militar más poderoso de Irán, el general Qasem Soleimani.
- El incremento del gasto militar a nivel mundial en 2018, que marcó un crecimiento del 2,6% con respecto al 2017.
- La inversión de 130 mil millones de dólares que hace la OTAN en defensa, de acuerdo con la Declaración de Londres.
- O los 24.881 millones de dólares que se reparten entre EEUU, Rusia, Alemania, Francia, China y Reino Unido por exportación de armas, de acuerdo con datos aportados para 2016 en la Guía Básica de Desarme de las Naciones Unidas.
Only nine governments voted against a UN General Assembly resolution to protect Rohingya Muslims from the Myanmar army’s atrocities: Belarus, Cambodia, China, Laos, Myanmar, Philippines, Russia, Vietnam and Zimbabwe. pic.twitter.com/xvE3q6q3no
— Kenneth Roth (@KenRoth) January 4, 2020
Solo el 1%
Los escenarios son variados: Siria, Yemen, Mali, Bangladesh, Nigeria, República Democrática del Congo, Afganistán, Sudán del Sur, Burkina Faso, Somalia, Colombia, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Ucrania…. Los crímenes son los mismos: asesinatos, mutilaciones, secuestros, violencia sexual, reclutamiento en grupos armados, trata… brutales, desgarradores, continuos e innecesarios.
“Mataron a mi madre delante de mis ojos” es el testimonio de un niño de nueve años que llegó a un hospital de Mopti en Mali. Esto luego de que un ataque en abril dejara sin vida a 46 niños y varias decenas con heridas de balas y quemaduras cuando los atacantes incendiaron cobertizos, graneros y hogares.
Ante este escenario plantearse el fin de la guerra no solo en Siria, sino en cada rincón del planeta se presenta más como una necesidad que como un deseo de Año Nuevo. Pues – salvando las distancias, el PIB, las estadísticas, etc.- es inevitable plantearse: «Y si de esos 24.881 millones de dólares se invirtiera solo un 1% -léase 248 millones 810 mil– para para ayudar a los 70 millones de refugiados que las mismas armas han generado ¿qué pasaría? ¿Estaríamos mejor?» #C16Denuncia #ChildrenUnderAttack
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