Por Manuel Domínguez Moreno
El PSOE ha gobernado ininterrumpidamente en Andalucía todas las legislaturas –con la recién inaugurada van diez– desde la creación de la comunidad autónoma el 28 de febrero de 1980. Incluso años antes, desde la misma puesta en marcha de la primera Junta preautonómica el 27 de mayo de 1978, cuando Plácido Fernández Viagas sustituyó a Jaime García Añoveros, de UCD. En definitiva, casi cuatro décadas de mandatos bajo el único paraguas del PSOE con seis presidentes distintos.
Pues 19 de estos años (desde 1990 hasta 2009) ha sido Manuel Chaves quien ha encabezado unipersonalmente los designios de esta tierra. Estos días postelectorales y preelectorales al mismo tiempo, la presión directa de dos nuevas formaciones políticas, Podemos y Ciudadanos, para que dimita de su cargo como diputado en el Congreso, y le siga por el mismo camino su sucesor en la Presidencia de la Junta entre 2009 y 2012, José Antonio Griñán (quien a su vez le pasó el testigo sin pasar por las urnas a Susana Díaz, actual presidenta en funciones y candidata a gobernar en solitario con mayoría simple esta X Legislatura), ha posibilitado una foto impensable solo hace unos años: la de dos de los hombres que han hecho historia en Andalucía durante las últimas décadas saliendo por la puerta de atrás y asumiendo con resignación y “en diferido” una jubilación anticipada y forzosa del mundo de la política.
El motivo de tan aparatosa despedida está claro: su presunta implicación directa en el mastodóntico y sonrojante caso de los ERE fraudulentos que investiga la juez Mercedes Alaya en Sevilla. Y ni Chaves ni Griñán lo tendrán fácil para salir indemnes judicialmente, después de que el exinterventor de la Junta durante los años en los que se cometieron los presuntos delitos de corrupción, Manuel Gómez Martínez, asegurara ante el Supremo que tanto Chaves como Griñán tenían constancia de las ilegalidades que se estaban cometiendo. “Las Intervención emitió informes en los que pusieron de manifiesto irregularidades y deficiencias lo suficientemente graves como para que el Gobierno hubiera tomado medidas, pero durante diez años se ha hecho oídos sordos y se ha mirado para otro lado”, señaló tras declarar ante el juez Alberto Jorge Barreiro.
En esta huida hacia adelante emprendida por los expresidentes andaluces negando la mayor, ha intervenido el que se sigue autocatalogando como “fuente inspiradora” para la socialdemocracia española encarnada supuestamente en el PSOE del puño y la rosa. Este no es otro que Felipe González.
Pese al trabajo incansable que la justicia viene realizando en los últimos años con casi 300 imputados en esta causa, Felipe González lanza piedras contra la nueva lideresa del PSOE andaluz, Susana Díaz, en su intento por ocupar cuanto antes el sillón de presidenta de Andalucía. El expresidente español ha asegurado categórico que jamás habría aceptado la dimisión de los expresidentes a cambio de poder gobernar.
“La presunción de inocencia se ha convertido en la presunción de culpabilidad”, argumenta González, quien va más allá y añade que una posible imputación judicial de un miembro del PSOE no debería decidir “si se está o no en la lista” de candidatos. Susana Díaz recoge el envite y niega que haya sucumbido a ningún “chantaje” ni que haya “negociado” la salida por la puerta de atrás de sus dos predecesores. Todo se debe según ella a una decisión personal de Chaves y Griñán que ya tenían madurada con anterioridad.
Chaves, uno de los afectados y compañero socialista de la presidenta en funciones de Andalucía, la desmiente y cataloga esta presión de “chantaje”, precisamente un supuesto chantaje por el que el ‘nuevo’ PSOE andaluz de Díaz está dispuesto a pasar para poder ver a su lideresa investida presidenta. Y mientras tanto, su compañero de partido y también expresidente andaluz José Antonio Griñán toma un camino diferente al marcado por González y Chaves y se niega a catalogar de “chantaje” las condiciones inexcusables impuestas por Podemos y Ciudadanos (con 15 y nueve diputados autonómicos recién elegidos en las urnas el 22 de marzo) para facilitar la investidura de Díaz.
El PSOE actúa así como un reino de taifas donde la rosa no se deshoja por barrios sino que se marchita sola a pasos agigantados aguardando con expectación la sentencia definitiva que surja el próximo 24 de mayo de las urnas en las elecciones autonómicas y municipales.
En este camino de medio fondo hacia la carrera presidencial, el secretario general, Pedro Sánchez, ha encontrado un ‘aliado’ inesperado en todo un expresidente del Gobierno como es Felipe González, quien preguntado si apoyará al actual líder del PSOE en las primarias como candidato a La Moncloa, responde que es “bastante probable”. “Mi apoyo es para el secretario mientras sea secretario y si es candidato si hay primarias, apoyaré al que salga de las primarias”, ha dicho.
El camino de Susana Díaz hacia Moncloa, mientras tanto, no se detiene, pero antes sabe que debe pasar inexcusablemente por San Telmo, y los díscolos diputados de Podemos y Ciudadanos no le regalarán los oídos, eso es seguro, aunque ella no pierde el tiempo y ya prepara un lobby en Madrid con el que asaltar Ferraz sine die.
Mientras tanto, las despedidas políticas por la puerta de atrás de dos expresidentes quedan ya para la historia, la de una comunidad, potencialmente riquísima, que sigue encabezando las listas de índices de paro de toda Europa.