China, el país originario del coronavirus que asola a la humanidad, registró un crecimiento económico del 2,3% en 2020. A diferencia de otras potencias que cerraron en rojo. Pero esta expansión la logró a un alto costo para el medioambiente. Elevó en 1,5% sus emisiones durante ese año, a pesar del confinamiento.
Las reducciones en el uso de carbón, petróleo crudo, altos hornos y la industria acerera en China, derivaron en buenos resultados para el planeta. Carbon Brief reportó una caída que llegó al 25% en las emisiones de CO2, en febrero de 2020 respecto a igual período de 2019.
Pero el régimen chino se afianzó en las industrias pesadas más contaminantes para impulsar su detenida economía. Pisó el acelerador a la producción de acero, cemento y aluminio. Sectores que demandan un alto consumo de electricidad y son altamente degradantes del aire. A contracorriente de los planes globales por reducirlas.
En el más reciente boletín de emisiones de Infraestructura Energética Global (GIF) señala que China aumentó en 4% las emisiones en el segundo semestre de 2020. Mientras los analistas Yan Qin de Refinitiv y, Lauri Myllyvirta del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio, afirmaron que el aumento del año fue de 1,5%.
Este incremento ocurre en momentos en que la ONU emitió una alerta roja a los países signatarios del Acuerdo de París, por su bajísimo nivel de compromiso por reducir las emisiones. En el informe, menciona a China por no presentar un plan nacional ajustado a las metas para limitar el cambio climático en las próximas décadas.
China crece a costa de aumentar las emisiones
Este incremento en las emisiones de China también sucedió, mientras su presidente Xi Jinping señalaba ante la Asamblea de la ONU que su país fortalecería su objetivo climático para 2030. Y adelantaría su objetivo en lograr la neutralidad de carbono antes de 2060.
La respuesta de China ante la pandemia contiene elementos de una recuperación ecológica, señala Qin. Muestra además, una desviación estratégica mejorada de la crisis financiera posterior a 2008. Pero todavía carece de las políticas y la dirección para colocar a China en una trayectoria de bajas emisiones de carbono.
En lugar de reanudar la estrategia de infraestructura tradicional, el régimen ha emitido paquetes de estímulo para duplicar las prioridades existentes de transición de la industria y la fuerza laboral hacia una economía digital modernizada. Al mismo tiempo, sigue comprometido con la penetración acelerada de los sistemas de energía renovable y los vehículos eléctricos.
Sin embargo, sostiene Myllyvirta, las actividades de recuperación económica continúan siendo intensivas en carbono. Además de que requieren una alta demanda de energía de un sistema que funciona principalmente con combustibles fósiles. A contravía, la eliminación gradual de los incentivos del lado de la oferta ha afectado el crecimiento de las energías renovables y la movilidad eléctrica en los últimos años.
El analista advierte que lo más preocupante es que China sigue comprometida con el apoyo a la industria del carbón, cuando en el resto del mundo experimenta un declive.
Asimismo, China enfrenta el desafío de pasar de varias décadas de crecimiento impulsado por inversiones y exportaciones en infraestructura a gran escala, a un modelo de desarrollo basado en el consumo interno. La interacción entre esta transición y la política climática será crítico. Hasta ahora, los primeros signos de estímulo en reacción al choque de la COVID-19 no han sido alentadores.
Confinamiento no disminuyó las emisiones
La desaceleración industrial por la pandemia no ha frenado los niveles récord de gases de efecto invernadero, asegura la Organización Meteorológica Mundial. Es el caso de China, que elevó durante la crisis sanitaria el nivel de las emisiones.
Las concentraciones de dióxido de carbono subieron en 2019 y el promedio mundial anual superó el umbral de 410 partes por millón, un aumento en comparación con el año anterior. En 2020 este incremento ha continuado a pesar de las medidas de confinamiento que redujeron las emisiones de muchos contaminantes y gases a la atmósfera.
Se debe a que las concentraciones son la suma de las emisiones pasadas y actuales, que de por sí tienen fluctuaciones normales debido al ciclo de carbono y a la variabilidad natural. Según los científicos, la reducción de emisiones causada por la COVID-19 al final no tuvo un impacto significativo en las variaciones.
Destaca la organización que datos de estaciones individuales evidencian que la tendencia al alza continuó en 2020. La media mensual de la concentración de CO2 en la estación de referencia de Mauna Loa, en Hawái, fue de 411,29 ppm en septiembre de 2020, frente a las 408,54 ppm de septiembre de 2019. Entretanto, en la estación del cabo Grim, en Tasmania (Australia), las cifras fueron de 410,8 ppm en septiembre de 2020, frente a las 408,58 ppm registradas en 2019.
¿Elementos para ser optimistas?
“La pandemia no es una solución para el cambio climático. Sin embargo, brinda una oportunidad para adoptar medidas más sostenidas y ambiciosas encaminadas a reducir las emisiones hasta un nivel cero neto mediante un cambio integral de los sistemas industriales, energéticos y de transporte”, dijo Petteri Talas, secretario de la OMM.
Si queremos alcanzar el objetivo de mantener el calentamiento a 1,5 °C, entonces deberíamos convertirnos en neutrales en carbono neutral para 2050. “La buena noticia es que una cantidad creciente de países y grupos de países se han comprometido con eso. Hasta ahora el 50% de los emisores globales incluidos China, la Unión Europea y Japón y Corea del Sur, y también el 50% del PIB mundial están detrás de esto”, apuntó.
Igualmente agregó que si Estados Unidos con el gobierno de Joe Biden tiene el mismo objetivo, eso significaría que la mayoría de los emisores y de la economía global estaría en sintonía con ese objetivo.
«Hay que aplanar la curva de crecimiento de las emisiones en los próximos cinco años, el de China y de otras grandes economías. Y luego deberíamos empezar a ver caídas de un seis por ciento anual hasta 2050 para alcanzar la neutralidad», indicó Talas.
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