Llevamos semanas, varios meses, con trágicas y nefastas noticias por culpa de la pandemia. Noticias que nos han dejado en un estado de shock y con una enorme preocupación sobre el futuro inmediato.
A esta desolación y desamparo se ha añadido el frustrante y lamentable panorama político, donde ciertos representantes públicos no parecen haber entendido la magnitud de los problemas que nos acechan.
Sin embargo, y a pesar de los destructores de la convivencia y del diálogo, que quedarán reflejados tarde o temprano ante la opinión pública, hemos de destacar, por fin, dos buenas noticias.
La primera es la aprobación por el Consejo de Ministros del Ingreso Mínimo Vital, que por lo menos va a atenuar la situación dramática de 850.000 hogares y dos millones de personas.
La otra “bona nova”, y que puede ser la mejor noticia anunciada tras la crisis del coronavirus, proviene de Bruselas, donde la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha anunciado una ayuda jamás desbloqueada por las instituciones de Europa con 750.000 millones de euros para contrarrestar los efectos e impactos de la COVID-19.
De todo este reguero de dinero a España le corresponderán 140.000 millones, en transferencia, préstamo y reforma… sin hombres de negro ni rescates.
Liderar la Unión
Este plan de recuperación, que todavía tiene que ser aprobado por el Consejo de Europa a pesar de la resistencia de los países del norte, representa un alivio considerable y un estímulo para la recuperación.
Este dinero tendrá que ser destinado principalmente a las inversiones y a las reformas.
Cabe destacar también que en esta nueva estrategia se va a tomar muy en serio las ayudas al European Green Deal o Pacto Verde.
Sin embargo, y además de todas estas ayudas, este plan ha vuelto a redimensionar la UE, a recolocarla en el ámbito que le corresponde, que no es ni más y menos que liderar la Unión: impulsar nuevos proyectos y encarar el futuro de la vieja Europa.
Es a la vez una excelente noticia para los europeísta, para los que creemos en el proyecto europeo, y negativa y pésima para lo antieuropeos, populistas y euroescépticos.
Ese el camino a seguir y ojalá se confirmen todos estos buenos propósitos.
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