El caso de la corredora bielorrusa Krystina Tsimanouskaya, en pleno desarrollo de los Juegos Olímpicos en Tokio, ha cobrado dimensiones internacionales. El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, otorgó un visado humanitario a la atleta. Y emplazó a los países a dar una respuesta enérgica, ante lo que calificó de «intento criminal de secuestro» del régimen de Alexander Lukashenko.
A Tsimanouskaya, de 24 años de edad y especialista en 200 metros, la federación bielorrusa de atletismo intentó obligarla a correr en una prueba de relevos. La velocista se negó y por sus cuestionamientos trataron de enviarla a casa por la fuerza.
«A la agresión de las fuerzas de seguridad bielorrusas producida en territorio japonés debe seguir una respuesta decidida de la comunidad internacional», afirmó el jefe del Gobierno polaco.
Asimismo, el Comité Olímpico Internacional anunció que investigará a Bielorrusia por el intento de obligar a una atleta de su delegación, ahora refugiada en la Embajada de Polonia en Tokio, a regresar a su país después de criticar a sus entrenadores.
La atleta tenía previsto participar en la carrera de 200 metros planos, pero se quejó de que el régimen quiso haber obligarla a competir en otra especialidad. Fue acusada en la televisión pública de Bielorrusia de carecer de «espíritu de equipo» y de haber perdido el «equilibrio psicológico y emocional».
La orden de regresar a Bielorrusia, dijo Krystina, le hizo temer represalias y se negó a embarcar en el vuelo que la llevaría de vuelta a Minsk. Al quedar bajo la custodia de la policía japonesa, acudió a la embajada polaca en Tokio donde obtuvo el visado y la asistencia legal de la diplomacia polaca. Se espera que en los próximos días se traslade a Varsovia.
Corredora bielorrusa acechada por el régimen
Tsimanouskava ha sido una de las 2.000 figuras del deporte de ese país que firmaron una carta abierta pidiendo nuevas elecciones y la liberación de los presos políticos.
Faltando días para su competición, las autoridades deportivas bielorrusas la inscribieron sin su permiso en otra carrera para la que no había entrenado. «¿Por qué deberíamos pagar nosotros por sus errores?», dijo la atleta en un vídeo que compartió en sus redes y que provocó una campaña propagandística estatal para acusarla de traidora.
«Pido ayuda al Comité Olímpico Internacional. Están tratando de sacarme del país sin mi permiso y le estoy pidiendo al COI que se involucre», agregó.
Krystina fue llevada sin su consentimiento al aeropuerto para regresarla al país sometido por el comunista Lukashenko. La policía japonesa se presentó y evitó que Tsimanouskaya fuese retirada a la fuerza de los Juegos.
El régimen protagonizó otro escándalo hace unos meses, al obligar el aterrizaje de un avión que volaba en el espacio aéreo del país para arrestar a un periodista opositor.
El grupo Global Athlete pidió al COI que suspendiera al comité olímpico de Bielorrusia y permitiera a los atletas del país competir como neutrales. Señaló la ONG que el «presunto secuestro de Tsimanóuskaya (…) es un ejemplo más del alarmante abuso de los atletas que se produce en Bielorrusia».
Igualmente acusó al Comité de no proteger a los atletas y de enviar el mensaje de que su seguridad era «secundaria a la realización de los Juegos». El portavoz del COI, Mark Adams, indicó que el organismo estaba iniciando una investigación formal y que esperaba recibir un informe del comité olímpico de Bielorrusia.
«Vamos a necesitar establecer los hechos», comentó a los periodistas en Tokio. El COI «necesitaría escuchar a todos los involucrados».
Otros asilos políticos en el deporte
Para la mayoría de atletas de alto rendimiento en el mundo, participar en Juegos Olímpicos es el premio al esfuerzo, la constancia y el sacrificio. Para otros, es la oportunidad riesgosa de lograr la libertad. La corredora biolorrusa, de intensas horas de tensión, recibió la visa humanitaria del gobierno de la República Checa.
Se estima que en las próximas horas, Krystina se reúna con su marido Arseny Zdanevich, quien huyó de Bielorrusia. «Creo que no sería seguro para mí estar allí», dijo este entrenador físico por teléfono desde Ucrania.
Otros deportistas a lo largo de la historia de estas competiciones mundiales, han solicitado asilo político, escapando de regímenes opresores y dictatoriales. El primer caso de deserción sucedió en los Juegos Olímpicos de Londres 1948. La entrenadora del equipo femenino de gimnasia de Checoslovaquia se rehusó a regresar a su país, acusando que allí no había libertad luego que se convirtiera en un satélite de la entonces Unión Soviética, reseñó DW.
Luego, en 1956, en los Juegos Olímpicos de Melbourne, casi la mitad del equipo húngaro -compuesto por cien personas- desertó luego que los soviéticos aplastaran manifestaciones en el país. Y en Moscú 1980, “cinco miembros de la delegación de Afganistán desertaron” luego de que la URSS invadiera su país.
En Atlanta 1996, el levantador de pesas de Iraq huyó del régimen de Saddam Hussein. Allí, dos boxeadores y un jugador de béisbol cubanos se separaron de la delegación. Más tarde, en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro en 2007 cuatro deportistas cubanos terminaron pidiendo asilo político. Y en 2012, otros cinco aprovecharon un torneo en Puerto Rico para pedir asilo en la embajada de EE UU.
En 1997, una jugadora de hockey sobre hielo de Corea del Norte, desertó. Dos años más tarde, una judoca siguió esos pasos.
Encuentran ahorcado a activista bielorruso
Al caso de la corredora bielorrusa que se mantiene en la embajada de Polonia en Tokio, se une otro controversial caso. El del activista bielorruso Vitaly Shishov, que se encontraba desaparecido desde este lunes y ha sido encontrado muerto en un parque de Kiev.
Shishov, lideraba la organización humanitaria Casa de Bielorrusia en Ucrania (BDU), que ayuda a los bielorrusos que huyen del país. Su socio y varios compañeros lo habían denunciado como desaparecido, después de no regresar a casa.
«El ciudadano bielorruso Vitaly Shishov, que desapareció este lunes en Kiev, fue encontrado ahorcado en uno de los parques de Kiev. No lejos de su lugar de residencia», informó la policía.
Su ONG alertó de una «operación planificada» por el régimen de Lukashenko. «No hay ninguna duda de que se trata de una operación planificada por los chekistas (término para designar a las fuerzas de seguridad, ndlr) para liquidar a un bielorruso. Que representaba un verdadero peligro para el régimen», indicó la organización.
«Vitaly era vigilado y la policía (ucraniana) había sido informada de ello. Habíamos sido advertidos en varias oportunidades tanto por fuentes locales como por personas en Bielorrusia de (la posibilidad de) todo tipo de provocaciones que podían ir hasta el secuestro y la liquidación», continuó la ONG.
Mientras tanto, la organización bielorrusa de derechos humanos Viasna aseguró que, según amigos del Shishov, lo habían seguido «extraños» mientras hacía jogging.
Numerosos bielorrusos huyen de su país, sobre todo hacia Ucrania, Polonia y Lituania. En el marco de la feroz represión contra la oposición al régimen de Lukashenko, que dirige desde 1994.
La opositora Sviatlana Tsikhanouskaya, en el Reino Unido, sostiene diversos encuentros con líderes políticos para analizar la crisis de su país. Y, el caso de la corredora bielorrusa en Tokio.
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