Por Andrés Tovar
23/07/2018
Lo que acaba de ocurrir entre el PDeCat y Pedro Sánchez es una guerra avisada.
Mientras que el «emperador» del Waterloo independentista prepara su vuelta triunfal a la sede del «Concell de la República» catalana tras conseguir que el juez Llarena levantara la euroorden en su contra, el PDeCat acaba de dinamitar los puentes de unión con el líder del partido de la rosa.
En una jugada de ajedrecista y despojado de momento de las cadenas de Estremera, Puigdemont tomó el mando del PDeCat, cesó a Marta Pascal, una de las principales valedoras del apoyo del PDeCAT a la moción de censura que llevó a Sánchez a la Moncloa, y colocó al frente a David Bonvehí y Míriam Nogueras, dos nombre de su extrema confianza, como presidente y vicepresidenta, respectivamente. Finalmente, como colofón, la nueva dirección ha desdeñado cualquier oferta del Estado que pase por un nuevo Estatut. Por ende, la «luna de miel» entre Quim Torra y Sánchez se quedo sólo en el dulce.
La situación que para nada beneficia al socialista. Pues una ruptura entre el PDeCat y Pedro Sánchez implica que Gobierno de Sánchez se queda en minoría. Por ende, no podrá tomar decisiones importantes como el nombramiento del Consejo de RTVE o la aprobación del techo de gasto para 2019. En conclusión: lo coloca en el umbral de unas elecciones anticipadas a partir del próximo otoño.
Tal como lo dijo la nueva vicepresidenta del PDeCAT, Míriam Nogueras, a Catalunya Radio: «Sánchez lo tiene ahora más difícil (…) Tanto da quien gobierne en Madrid porque no nos regalarán nada».
El PDeCat y Pedro Sánchez: De la miel ¿a la hiel?
Así, de nada valieron los alertas de Albert Rivera sobre la intención del secesionismo de provocar un enfrentamiento. Ni los del propio Josep Borrell sobre el no pactar con los independentistas. Sánchez desoyó y jugó a querer dialogar con los que juegan contra la Constitución. Y el diálogo entre PDeCat y Pedro Sánchez ahora es un toque de diana.
Y si a ésto le sumamos que parece descartado que la oferta de Sánchez de un nuevo estatuto catalán pueda prosperar, como lo ha confirmado Ernest Maragall durante su entrevista con el ministro Josep Borrell, no puede quedar duda que la Crida Nacional per la República de Carles Puigdemont -llamada a ser la sustituta de la CDC- busca el enfrentamiento directo con el Estado. O, lo que es lo mismo, resucitar la inestabilidad a la vida política española.
Obviamente, Sánchez hará todo lo que esté a su alcance para no perder el poder. Pero al alba de lo que se pueda decidir al regresar Puigdemont a Waterloo, y de los llamamientos de Quim Torra este lunes en el acto de la Creu de Sant Jordi a «hacer efectiva la república» con «los esfuerzos más inmediatos», los caminos conducen a dos opciones. O Sánchez se arma y retoma la senda del 155 como lo hizo Mariano Rajoy. O disuelve las Cortes y convoca elecciones anticipadas. Una opción posible si ve perdida la mayoría parlamentaria y que le caería de perlas al recién nombrado líder del PP, Pablo Casado; así como a Rivera y al mismo Pablo Iglesias que no dudarán en reeditar el 2016 y negar su apoyo a Sánchez.
Como dice el refrán: guerra avisada…