Por Cambio16
14/05/2018
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Son pocas las horas desde que Quim Torra fue investido como nuevo presidente catalán y ya está mostrando sus costuras. Este martes, la «agenda» del nuevo president la encabeza una reunión y una rueda de prensa conjunta con Carles Puigdemont desde Berlin. Por consiguiente, el viaje está dejando claro desde el minuto uno que son las manos de Puigdemont las que sostienen los hilos que mueven a Quim Torra. Y el nuevo president no tiene empacho en asegurarlo. Como lo hizo el fin de semana en su discurso donde «dejó claro» que «nuestro Primer Ministro es Carles Puigdemont».
Tanto son públicas las obediencias del nuevo Govern que incluso TV3 transmitía imágenes de Puigdemont viendo el voto de confirmación de Torra en un portátil en algún lugar de Berlín. Asimismo, no se ha esperado ni a acabar de formalizar los dos trámites que faltan para que Quim Torra sea el nuevo presidente catalán. Entre ellos el nombramiento por parte del rey Felipe VI. Al que, por cierto, Roger Torrent, asistiendo al concierto secesionista, pretende hacer un bypass. Fundamentalmente negándose a pedir audiencia para comunicar la investidura.
Por consiguiente, la situación se complica más y tiende a radicalizarse. Con todo y el 155 aún activo, el independentismo sigue llevando la iniciativa. Las próximas horas será cruciales. Tanto por lo que pueda salir del encuentro de Quim Torra con Puigdemont. Como lo que Mariano Rajoy pueda acordar con Pedro Sánchez y Albert Rivera el martes y miércoles, respectivamente. Ambos encuentros son de importancia capital para conocer el futuro inmediato de la situación en Cataluña.
Quim Torra y las heridas abiertas
Pero no será de lo único que habrá que estar atentos. Quim Torra cuenta con la abstención de la CUP y el apoyo de Esquerra Republicana. Con esta última, JXCat compartirá las oficinas del nuevo Gobierno. Pero no hay que olvidar las heridas abiertas durante el último mandato, que enfrentaron a Puigdemont y a Oriol Junqueras. Aquella divergencia de estrategias ante la justicia española y sus secuelas podrían pasarle factura al nuevo Ejecutivo regional.
Asimismo, hay otro escenario clave. Y ese tiene como escenario el Tribunal Supremo, que se prepara para llevar a juicio a los separatistas acusados de rebelión, desobediencia y uso indebido de fondos públicos durante el intento de secesión del año pasado. La lista incluye a Puigdemont y a Junqueras, que podrían ser condenados a hasta 30 años de prisión.
Los juicios podrían incluso sellar el destino de Torra como presidente. Si, como le sugirió Puigdemont al diario italiano La Stampa, las elecciones regionales se llevan a cabo en octubre, cuando se espera que los juicios hayan comenzado, podrían usarse para canalizar la ira contra los tribunales en las urnas. Un escenario posible que el Gobierno debe tomar en cuenta.