Por Cristina del Valle
Las sociedades también se retratan a través del trato que confieren a otras especies. Respecto al tema, por ejemplo, de la caza apuntar que los cazadores realizan cada año 250 millones de disparos en las épocas en las que resulta legal. Según datos de la fundación Equanimal, con esos disparos los cazadores acaban con la vida de alrededor de 60.000 ciervos, 120.000 jabalís y otros 30.000 animales más de las especies gamo, muflón, corzo, rebeco, arruí, cabra montés y lobo. También acaban con la vida de un millón de liebres, cuatro millones de conejos y 140.000 zorros. Juzguen ustedes mismos.
Si hablamos de las aves hay que contar que cada año la caza acaba con la vida de tres millones de perdices, un millón de codornices y cinco millones más de otras aves entre las que se encuentran faisanes, palomas, ánades y patos.
Todos estos millones de animales mueren anualmente por los disparos de los 980.000 cazadores existentes en España. Además cada año visitan España 25.000 cazadores extranjeros. Sólo por matar a estos millones de animales los cazadores pagan anualmente 76 millones de euros. Además, por la utilización de las tierras cinegéticas pagan 86 millones de euros más. En la Unión Europea los cazadores gastan una media anual de 10 billones de euros.
La caza es pues un gran negocio que oculta tras de si estas terribles realidades de las que nunca hablan los medios y que parece solo importar a los grupos ecologistas y a las que nadie pone freno.
Cada uno de los cartuchos que se utilizan para cazar contiene unos 30grs de plomo en forma de unos 250 perdigones, así que un rápido cálculo nos permite deducir que en España se dispersan cada año unas 6000 toneladas de plomo en forma de unos 50.000 millones de perdigones. Como consecuencia de esta contaminación masiva más de 50.000 aves acuáticas mueren cada año al confundir los perdigones con piedrecillas. En España, esta es la primera causa de muerte de animales por intoxicación. Esta situación se agrava en los humedales donde la concentración de plomo es una de las más altas del mundo. A pesar de todo lo expuesto, los cazadores se niegan rotundamente a aceptar leyes que impidan el uso del plomo.
Les dejo estos datos que hablan por si mismo para su reflexión y el análisis. Pero en lo que especialmente quería hacer hincapié es en el trato que muchos cazadores dan a sus perros. Hace ya muchos años que colaboro con asociaciones de animales y he sido testigo en muchas ocasiones del trato brutal e inhumano que se ejerce contra los galgos, por ponerles un ejemplo.
Los he visto colgados por el cuello en ramas de árboles después de horas y horas de terribles agonías, los he visto escuálidos y con los cuerpos castigados por los golpes de la ingratitud y el abuso, los he visto tiroteados, quemados y torturados. Como dato decirles que en 2014 se triplicó el numero de delitos graves contra los galgos. Según las organizaciones animalistas se cometen unos cincuenta mil delitos anuales contra los mismos.
Más de 200 mil animales domésticos son abandonados cada año. La experimentación con animales para probar sobre su piel, sus ojos, sus órganos vitales productos cosméticos o de limpieza es una crueldad que se permite y se consiente con total impunidad. Las corridas de toros, aunque ya cada vez más en declive se consideran institucionalmente cultura. Estas terribles realidades nos dibujan un mapa social que urge cambiar.
“Avanzar hacia una sociedad más justa, en la que tod@s sean tenidos en cuenta, con independencia de su género, origen étnico, orientación sexual, especie… depende de cada uno de nosotr@s. En la medida en que los ciudadan@s asuman que tod@s merecemos respeto, y vivan de manera coherente con esa idea, avanzaremos hacia dicho objetivo”. Esta declaración de principios de PACMA, el único partido político que lleva la defensa de los animales en su programa como un principio fundamental, se hace en estos tiempos más necesaria que nunca.
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