Por Iñigo Aduriz
02/07/2016
“Durante mucho tiempo pensé que lo que yo quería era tener una relación principal, pero sexo con muchas personas. Tardé en darme cuenta de que no, de que lo que me llena y me hace feliz es tener vínculos en los que pueda profundizar de maneras diferentes con las personas que están en mi vida en cada momento”. Quien así se expresa es Alejandro Alonso, un madrileño de 32 años que tiene tres parejas. Mantiene una vida poliamorosa: quiere a diferentes personas, aunque eso no implique necesariamente que tenga relaciones sexuales, ni que conviva con todas ellas.
Karen Moan, portavoz de Poliamor Madrid, organización nacida hace año y medio con el objetivo de difundir y hacer entender qué son este tipo de relaciones, explica que el poliamor “consiste en amar a varias personas a la vez, de forma consensuada, consciente y ética”. Acostumbrada a hacer frente a los “prejuicios” que dice padecer en el día a día por su condición –ella también tiene más de una pareja– explica en qué dista ese tipo de relación de otras más convencionales. “De la monogamia se diferencia en que hay más de dos personas involucradas; de la infidelidad, en que todos sus miembros son conscientes y consienten lo que hay; y del intercambio de parejas, en que va más allá del sexo”, señala.
Los poliamorosos no forman parte de una secta proselitista. “La monogamia no es para todos, pero el poliamor tampoco”, advierte Giazú Enciso, doctora en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona. Quienes lo practican ni siquiera creen que sea “la panacea” para acabar con los problemas de las parejas al uso.
Este tipo de relaciones no sigue un único estándar. No son únicamente tríos ni cuartetos ni entre sus integrantes existe un mismo vínculo. Lo único que les caracteriza a todas es que “se entiende el amor desde la libertad”, apunta Moan. “Nos han enseñado que el amor es único, exclusivo y posesivo. Nos hablan de encontrar nuestra media naranja como si fuéramos medias personas esperando a encontrar otra media para ser completos. El poliamor tiende a romper estructuras e incide en la libertad de ser tú mismo con todas tus relaciones”, argumenta. Reconoce, no obstante, que “lo que más se estila es una relación jerárquica en la que existe una persona principal por el tiempo que se lleva con ella, por la convivencia o porque haya niños, pero con la que se decide abrir la relación”.
Alejandro Alonso intenta, en cambio, gestionar sus relaciones “como una red no jerarquizada”. Mantiene “diferentes vínculos afectivos y sexuales con diferentes parejas y cada una funciona con sus diferentes tiempos, necesidades, dedicación o cuidados”. Algunos de esos vínculos “incluyen cotidianeidad, otros no, unos tienen sexo, y otros tienen planes a largo plazo”. Lo que tiene claro es lo que no quiere: “Me quedo bastante lejos del enfoque estándar de las relaciones con packs, o de las premisas que dicen que si es tu pareja tienes que vivir con ella, o que hay que ir de vacaciones juntos. Cada vínculo se regula según sus necesidades”.
¿Poligamia o monogamia?
Miguel Vagalume, fundador del portal Golfxos con Principios en el que se exponen, se explican y se difunden tipos de relaciones afectivas o sexuales más allá de las estandarizadas, tradujo el libro de referencia de los poliamorosos The ethical slut, que en español se ha llamado Ética Promiscua (Melusina). Él recuerda un estudio realizado en 2013 en el Reino Unido –Enduring love– en el que, a través de 6.000 entrevistas, se trató de retratar cuál era la situación real de la monogamia en el país. “La conclusión fue que dos tercios de las relaciones estaban fuera de esa monogamia”, advierte.Asumiendo que la poligamia es más habitual de lo que se pueda pensar, Vagalume considera que la principal diferencia entre las infidelidades y el poliamor consiste en que lo primero “se basa en la resignación y el silencio” y lo segundo implica “poner lo que hay encima de la mesa sin que nadie esté herido”. Argumenta que “todas las personas hablan entre sí y existe entre ellas un cariño y un mimo”, lo que a su juicio “demuestra que se puede funcionar con otras reglas y que el poliamor es más leal y más honesto con uno mismo y con el resto”. Esta sinceridad y confianza choca de frente con los roles sexistas asumidos por gran parte de la población: “Que los homosexuales tienen más vicio que los heterosexuales; o que el hecho de que un hombre tenga varias relaciones le hace más hombre pero que si las tiene una mujer es un pendón”.
Giazú Enciso, que empezó a estudiar el poliamor en 2000, cree por todo ello que tanto poliamorosos como monógamos deben realizar un esfuerzo por “hacer una deconstrucción del amor” que permita superar los roles preestablecidos y avanzar en la confianza. “Debemos cuestionar los mitos del amor romántico que incluye celos y dolor y está basado en sacrificios. Tendríamos relaciones más sanas y ahondaríamos en la confianza y en la comunicación” concluye. “Se trata de abrir un proceso de responsabilidad sobre lo que uno siente, que implica contar a tus parejas cuando conoces a alguien cool que crees que te puede gustar. Ahí se empieza a construir la confianza”. Por eso también ve imprescindible el despojarse de los prejuicios sobre lo que debe ser masculino y femenino. “El poliamor necesita un contexto de feminismo, de igualdad”.
Contra los celos o la posible desconfianza que puede generar una relación polígama, Karen Moan incide en la importancia de “trabajar mucho la autoestima y la educación”. Alonso sostiene, por su parte, que “los celos pueden indicarte cosas que, sin que seas consciente todo el tiempo, tienes por ahí enterradas y que tienes que revisar. No quedan fuera de las relaciones poliamorosas pero se intentan gestionar y hacer frente”. Pone varios ejemplos como si hablara con sus parejas: “Si estoy idealizando a terceras personas con las que te relacionas igual me viene bien que me las presentes y así bajarlas del pedestal. O si no me siento cuidado a lo mejor es porque necesito que se haga más explícito cuando vamos a tener tiempo para nosotros”. Él entiende, en todo caso, que el hecho de que sus novios o novias tengan otras parejas es positivo: “Me encanta que la gente a la que quiero sea lo más feliz posible y si lo es queriendo también a otras personas no le veo ningún problema. Además, me da mucha tranquilidad el saber que los cuidados quedan repartidos”.
La coach de relaciones abiertas Victoria Rosa, que colabora con Poliamor Madrid, recalca que “la confianza es algo que se construye poco a poco” y es “la seguridad de que puedes mostrar cosas importantes para ti –como hacerte vulnerable– sin que te vayan a hacer daño”. En esa construcción es importante, según ella, ver que “se cumplen las expectativas”. Por ejemplo, que “me llamas cuando me dijiste que me ibas a llamar”. Pero también hay otros elementos, “como mantener la confidencialidad de lo que se cuenta si se ha acordado no contar”. Eso “no es sólo de cara a la persona con la que estás construyendo la confianza”. Otro componente “es poder pedir ayuda y saber que te la va a pedir la otra persona cuando la necesite”.
Los celos son un problema tanto en el poliamor como en las relaciones monógamas. “Yo recomiendo empezar por aceptarlos, tanto los propios como los de nuestras parejas, y escucharnos cuando los tengamos”, sugiere Rosa. “Luego deberíamos hacer algo que nos haga sentir mejor para consolarnos. Y, después, ver si hay algo de nuestro comportamiento que queremos cambiar o si queremos seguir haciendo lo mismo”.
Este colectivo tiene sus propias reivindicaciones. Como portavoz del grupo de Madrid que junto al de Valencia o Barcelona es uno de los que tiene más fuerza en España –están involucradas unas 100 personas– Karen Moan explica que una de las peticiones más importantes que realiza el colectivo es que “una triada” –una relación formada por tres personas– “pudiera tener los mismos derechos que una pareja de hecho”. ¿Por qué para los tríos y no para una relación de cuatro o de cinco? “Porque es la más habitual”, argumenta. También quieren que se pueda extender la custodia de los niños para que, además de sus padres, sea posible que la tengan también otras personas.
Vagalume argumenta que “al cuestionar la monogamia” se cuestiona también “que ciertos derechos humanos como las pensiones o las ayudas estén vinculadas necesariamente a una relación entre dos que además se debe probar ante el Estado”. “¿Por qué hay que ligar un vínculo a una serie de derechos?”, se pregunta. Él aboga por poder elegir ese vínculo, ya sea con dos o con más personas, para garantizar que los subsidios o derechos de sucesión lleguen a todas las personas independientemente de su elección.
Aunque el poliamor “está de moda” y cada vez se conoce más, principalmente a través de los medios de comunicación y las redes sociales, las personas que lo practican reconocen que cuando confiesan su condición a familiares, amigos o compañeros y “salen del armario”, se siguen encontrando con dificultades. “Las reacciones son variadas. En general, el enfoque de ser honesto, respetar los principios y explicitar todo gusta mucho”, apunta Alejandro Alonso. “Pero también hay gente que se siente amenazada. Hay personas que nunca se han planteado si la monogamia es la opción que realmente quieren elegir y ver que hay otras realidades posibles que implicarían revisiones de cosas que tienen muy interiorizadas a veces no gusta”.