Más de 300 perros deambulan en medio de una zona de exclusión de Chérnobil. Han pasado casi 37 años desde el accidente en la planta nuclear y los científicos no logran descifrar cómo han sobrevivido en un entorno radiactivo alimentándose de lo que consiguen allí y reproduciéndose. Buscando una respuesta a esta incógnita, un grupo de investigadores realizó un estudio centrándose en 302 perros que viven entre edificios abandonados y zonas altamente radiactivas. Su objetivo es que los humanos aprendan nuevos trucos sobre cómo vivir en entornos duros y degradados.
La investigación publicada en la revista Science Advance determinó que los animales llevan años expuestos a altos niveles de radiación. Lo cual los ha modificado genéticamente y ahora son distintos entre sí y entre otros perros del planeta.
Tenemos mucho que aprender de ellos
Elaine Ostrander, genetista del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, y una de las autoras del estudio, aseguró que centrarse en estos perros es «una oportunidad de oro» para sentar las bases para responder una pregunta crucial: «¿Cómo sobrevivir en un entorno radicalmente hostil durante 15 generaciones?».
El estudio permite brindar información sobre cómo los animales y los humanos pueden vivir ahora y en el futuro en regiones del mundo bajo un «ataque ambiental continuo». Sobre todo en entornos de alta radiación. “Cualquier cosa que podamos aprender sobre cómo sobreviven los perros en ese entorno será de relevancia directa para los humanos en los entornos radiactivos”, aseguran los investigadores
A pesar de que estos animales son salvajes porque viven en condiciones poco favorables, todavía disfrutan mucho de la interacción humana. Especialmente cuando hay comida involucrada
En total 302 perros fueron estudiados por los científicos. La mayoría parece ser descendiente de mascotas que los residentes se vieron obligados a dejarlos atrás cuando evacuaron el área hace más de 36 años. En una ocasión el Ministerio del Interior Ucraniano, bajo el mando del Kremlin, ordenó que todas las mascotas fuesen sacrificadas, pero varias lograron eludir la muerte.
Un hallazgo que sorprendió a los científicos
El coautor Tim Mousseau, profesor de ciencias biológicas en la Universidad de Carolina del Sur, dijo que los perros proporcionaron «una herramienta increíble para observar los impactos de un entorno radiactivo» en los mamíferos en general.
Desde 2017 el investigador ha recolectado sangre de los perros que deambulan entre edificios abandonados de la zona de exclusión. Algunos viven muy cerca de donde fue el accidente, otros a unos 15 o 45 kilómetros de allí. Actualmente, según un censo de la iniciativa Investigación de Perros de Chernobyl, hay más de 800 perros salvajes en la zona.
Aunque al principio los científicos pensaron que eran perros que venían de otras zonas y se mezclaban con otros que ya vivían ahí, descubrieron a través del ADN que podían identificar cuáles viven en áreas con niveles altos, bajos y medios de exposición a la radiación. “Fue un gran hito para nosotros”, dijo Ostrander. Lo más sorprendente es que a través de su ADN también identifican familias enteras de caninos. Hay unas 15, la más grande abarca todos los sitios de recolección dentro de la zona de exclusión radiactiva.
A través de las alteraciones en su ADN, los investigadores pueden compararlos y ver cuál es la diferencia entre ellos. Además de observar qué ha cambiado, qué ha mutado, qué ha evolucionado, qué los ayuda y qué les hace daño.
A casi 37 años del accidente nuclear en Chernóbil
El 26 de abril de 1986 comenzó una serie de eventos catastróficos. Una explosión y un incendio en la planta de energía de Ucrania provocaron una lluvia radiactiva que se arrojó a la atmósfera. Treinta trabajadores murieron, muchos más salieron heridos. Sin embargo, el número de muertes a largo plazo por envenenamiento por radiación aún no termina.
Hasta la fecha, se considera el peor desastre que ha ocurrido en la historia. El área que se extiende alrededor de la planta de energía, que ahora se conoce como la Zona de Exclusión de Chernobyl (ZCE), fue la más afectada por la nube radiactiva, generando una catástrofe ecológica de proporciones masivas.
A pesar de que la vida silvestre dentro de la ZEC se redujo sustancialmente después del accidente, algunas especies parecen haberse recuperado. Probablemente debido a la falta de perturbación humana. El perro doméstico presenta un caso interesante en este sentido, según los investigadores es muy poco lo que se sabe sobre el origen de las poblaciones de perros en libertad en la región de Chernóbil o cómo sobrevivieron las poblaciones caninas después de la explosión.