El libro Lo invisible en educación usa el contexto educativo y familiar para hacer visible aquellos aspectos que son “invisibles” en la educación y en nosotros mismos. El libro es un viaje de autorreflexión y autoconocimiento más allá de nuestros roles como padres, maestros o personas relacionadas con los niños.
Propone una comprensión profunda de los aspectos que no tomamos en cuenta porque el modelo de educación que recibimos nunca los consideró importantes o, simplemente, desconocía su existencia.
Frecuentemente vemos noticias de acoso escolar, docentes “quemados”, padres que se sienten perdidos ante un mundo en continuo cambio o acerca de la salud mental de los niños. En Lo invisible en educación, Adrián Peña Fernández desmenuza un viaje personal y su experiencia en distintos roles dentro del ámbito educativo.
La clave de todo, el amor
Desde el ámbito educativo y familiar, se debe ofrecer a los niños un modelo más sutil y respetuoso consigo mismos pues, no podemos ofrecer a los demás lo que no hemos integrado en nosotros mismos. Integrar implica no solo el conocimiento intelectual y su repetición como un mantra, sino también un alineamiento cognitivo, ético y emocional que tenga como objetivo la transformación de la realidad.
Si queremos una mayor conciencia y un mayor cuidado en nuestro planeta, debemos tener un mayor cuidado con los ciudadanos que habitan en él y los niños tienen un papel muy importante. Se trata de una invitación a sumergir nuestra mirada y ver los aspectos que antes no podíamos ver, porque no concebíamos su existencia. Su exploración y la comprensión nos ayudará a profundizar la mirada y nos llevará a una transformación interna que tendrá un efecto en nuestro funcionamiento como padres o docentes para ofrecer a los niños modelos más respetuosos.
Adán Peña Fernández nace en Madrid (1982) y se cría en Barcelona. A los 17 años se muda a Santander, donde estudia Magisterio y, posteriormente, se licencia en Psicopedagogía. Su interés por la comprensión del mundo, le lleva a cursar un máster de Cooperación Internacional y Desarrollo y a vivir en cuatro países tratando de profundizar en las múltiples formas culturales de ver la realidad. En el Reino Unido trabajó también como docente cualificado.
Esta obra surge de su dilatada trayectoria en distintos centros de enseñanza y recoge su experiencia docente planteada desde la perspectiva del alumno. ¿Cuáles son esas circunstancias que los adultos desconocen y que constituyen la realidad cotidiana de los niños?
Como adultos, usamos la razón a veces de forma poco razonable. Exponemos modelos de comportamiento o “deberías” varios que el propio alumnado se da cuenta de que no es consistente en nosotros mismos. Como adultos muchas veces estamos divididos internamente: decimos una cosa y luego actuamos de forma diferente, y exigimos que el alumno se comporte desde un lugar de integridad en el que nosotros no estamos.
Ser consciente de nuestras propias limitaciones y de nuestras actitudes es fundamental para poder ver desde qué lugar estamos posicionados los profesores, a la hora de gestionar una clase, o en casa, como padres. No es tanto que desconozcamos las circunstancias de los niños, sino que no somos conscientes de las nuestras propias, y esto dificulta el poder salir de nuestro “propio mundo” y estar disponible para el de otros.
¿Cuáles son los principales factores que contribuyen a la invisibilidad?
Fundamentalmente, nuestro propio desconocimiento.
¿Qué obstáculos hay que superar para acceder a la invisibilidad?
No hay que superar obstáculos, de hecho, se trata de traerlos a la conciencia y de acogerlos y comprenderlos. En lugar de huir, se trata de ver todo aquello que no queremos ver, de integrarlo y de abrazarlo. Es precisamente desde la asunción de nuestra propia humanidad cuando podemos acceder a la invisible.
¿Cómo se pueden derribar esos muros invisibles?
Para poder transformar algo, primero debemos de ser conscientes de su existencia. Muchas veces damos por hecho que nuestra forma de pensar o ver las cosas es la correcta. Empezar a cuestionarnos nuestra propia mirada es el inicio para poder derribar estos muros.
Plantea que el objetivo de la enseñanza no es la meta, sino la búsqueda o el camino. ¿Por qué sitúa el pensamiento divergente por encima de la lógica?
La dicotomía entre meta y camino es falsa. No podemos llegar a una meta si lo que queremos llegar a conseguir no está incluido en nuestro camino. Es decir, no puedo conseguir un mundo pacífico si no artículo un camino en donde se enseñe el respeto y cómo gestionar los aspectos derivados de este desafío.
¿Cómo influye el pensamiento divergente en el fomento de la curiosidad, la creatividad, el inconformismo y la proactividad?
Estamos en tiempos divergentes. Que cada niño pueda ser incluido desde sus propias capacidades y no desde un modelo paradigmático de lo que llamamos normalidad es vital, tanto para el fomento de estas características como para que tengamos la capacidad de reconocer las múltiples capacidades que en la educación tradicional no hemos podido contemplar.
En realidad, propone una forma de autoconocimiento para mejorar las relaciones con nosotros mismos y con los demás.
¿Debería la educación, más allá del ámbito académico, intentar convertirnos en mejores personas?
No sé si mejores personas, pero, al menos, personas más conscientes y con un conocimiento más profundo y sutil sobre los procesos humanos. Esta profundización del conocimiento humano y el impacto de este nos puede llevar a descubrir nuevas potencialidades
Afirma que conocer es “observar sin juicio”. Para ello, es preciso sacudirnos los prejuicios. ¿Qué puede nublar nuestra mirada para que la realidad no se muestre tal como es?
Sacudirnos de prejuicios no significa negarlos, significa reconocerlos, ver su funcionamiento, cómo se proyectan en nuestra vida cotidiana y qué consecuencias tienen en nuestra realidad. También, cómo influyen en nosotros y los demás.
Observar sin juicio no es una expresión vacía, exige ser responsables en el sentido de hacernos cargos de las implicaciones de lo que observamos y desde qué lente lo observamos.
¿Se trata de fomentar el espíritu crítico frente al adoctrinamiento?
¿Qué es el espíritu crítico? ¿Qué es el adoctrinamiento? El problema reside en qué queremos decir cuando usamos las palabras. Las palabras actuales están perdiendo este sentido porque ahora llamamos “espíritu crítico” al adoctrinamiento u a otras cosas.
Por tanto, se requiere especificar qué entendemos cuando hablamos de adoctrinamiento y espíritu crítico. Se trataría de fomentar una comprensión consciente del funcionamiento a distintos niveles de la realidad y esto incluiría también la comprensión de nuestros procesos cognitivos, emocionales, éticos, etc.
Cuando comprendemos y estudiamos más en profundidad estos procesos y su funcionamiento, podemos comprender de dónde vienen, por qué habitan en nosotros y qué consecuencias tienen en nuestra vida, tanto a nivel individual como colectivo. Esta comprensión permite pasar del “yo” al “todos nosotros” desde la convicción y no desde la hipocresía que genera el adoctrinamiento en los individuos.
La carencia de valores incide en la desintegración de los principios éticos. ¿Es posible cambiar el mundo sin que cambiemos nosotros mismos?
En mi opinión, no es posible. De hecho, es nuestra propia mirada puesta en acción la que puede cambiar el mundo. La desintegración de los principios éticos tiene que ver con la falta de propósito humano de nuestras vidas y con su banalización.
Hablamos de valores como si fueran conceptos intelectuales, separados de nuestro día a día. Los niños observan nuestras contradicciones y aprenden de la mentira. Luego crecen y nos preguntamos sobre su “supuesta” falta de valores, pero esto no es así.
Primero debemos observarnos a nosotros mismos y ver si aquellos valores de los que hablamos realmente los encarnamos o son simplemente conceptos mentales que usamos de forma vacía. Este es realmente el problema. ¿Cómo podemos exigir o hablar de algo si nosotros mismos no somos aquello que queremos transmitir?
UN RAYO DE SOL
“Cuando un ser humano se siente completamente aceptado y escuchado, en especial los niños, se abre un rayo de sol que empieza a calentar internamente todo aquello que permanecía bloqueado y comienza a desbloquearse”.
“Cuando tenemos miedo a cualquier emoción, no podemos entenderla porque nos bloqueamos y eso no nos permite sentir la propia emoción. Sin embargo, cuando sustituimos ese miedo por curiosidad y ganas de conocer sobre nosotros, podemos dar la bienvenida a dicha emoción, acogerla y entender su funcionamiento sin necesidad de protegernos”.
“Al trabajar en nosotros mismos de manera íntima y profunda, al experimentar aquello que queremos enseñar de manera consciente, al reflexionar sobre nosotros mismos, inyectamos una luz que transmuta aquello que antes era invisible en visible”.
“Este libro no tiene un propósito moralizante, sino liberador, porque es viendo más profundamente cuando podemos entender lo que aparentemente no tiene sentido”.
“La sabiduría tiene una cualidad más profunda que el mero conocimiento intelectual”.
Uno de los grandes retos que se plantea el sistema educativo es afrontar cuestiones como la salud mental, el acoso y la violencia en general. ¿Cómo evitar las conductas que conducen a la frustración y al fracaso educativo?
Creo que la salud mental, el acoso y la violencia son el síntoma de algo más profundo. Y esto tiene que ver con la falta de sentido que pueden encontrar los niños o adolescentes en la educación. Muchas veces el sistema educativo no responde a las vivencias reales del alumnado: ni les acoge, ni les ayuda a comprender cuando hay situaciones complicadas para ellos.
Cuando me refiero al “sistema”, quiero decir tanto la estructura organizativa como nosotros mismos: profesores, expertos, padres… Esta parte humana, de la cual nosotros somos responsables, es la que trato de explicar en el libro para poder expandir nuestra conciencia.
¿Qué debe cambiar en un sistema educativo que prioriza sobre todo el rendimiento académico y que puede llegar a argumentar que los valores deben inculcarlos los padres?
Quizás el cambio no deba venir exclusivamente desde fuera. En el libro trato de explicar aquellos factores que tienen que ver con nosotros mismos. El tema es complejo porque estamos acostumbrados a dar recetas y consejos de lo que debe de hacerse. Sin embargo, esto no suele generar ningún cambio porque se queda únicamente en el plano superficial.
Adoptamos nuevas palabras, las integramos en nuestro discurso sobre la educación, pero poco cambia. Los padres, como los profesores y otros expertos educativos hacemos lo que podemos. Para que haya un cambio real, tiene que haber un deseo o un impulso en la persona de querer indagar más profundamente en cómo su visión está impactando en la realidad.
Este ejercicio de introspección no es fácil. Ver nuestras incongruencias, nuestras dificultades, nuestra propia humanidad, es complejo. Pero ver nuestras propias limitaciones, no escapar de ellas y poder integrarlas en nosotros mismos hace que podamos ver y ser conscientes también de las dificultades de los demás. Esto nos acerca a los demás, y “los otros” sienten esta comprensión. Pero todo comienza por uno mismo: ¿estamos dispuestos a ser verdaderamente responsables?
La empatía es algo más que ponerse en el lugar del otro. Para comprender al otro es necesario el sentimiento. ¿Cómo funcionan ese sentir al otro?
Creo que en realidad es algo sencillo porque nos damos cuenta muchas veces, sin embargo, mi pregunta sería: ¿qué es lo que hacemos cuando nos damos cuenta del sentir del otro?, ¿respiramos, nos abrimos, lo sentimos? o, por el contrario, ¿nos sentimos incómodos y nos cerramos?, ¿tapamos con palabras para salir de ese momento que nos puede resultar incómodo o afrontamos esos momentos con calma, comprensión y silencio?
¿De qué manera se construye una relación donde exista una comunicación integral?
En el libro desarrollo esta pregunta de forma más extensa, pero yo diría que para que se produzca la comunicación integral debe de haber primero una relación donde las personas que formen parte de ella se sientan seguras.
SABIDURÍA
“Entender los obstáculos hace que estos se diluyan”.
“Cada persona tiene una sabiduría de la cual nos podemos nutrir todos”.
“A veces no nos damos cuenta de nuestro grado de apego hacia nuestra visión de las cosas y, por consiguiente, a las emociones originadas fruto de esta visión”.
“La compasión es resultado de la comprensión de nuestras propias limitaciones y del dolor que estas nos han generado”.
Entiende que lo invisible sucede en la metaconciencia. ¿Qué aporta la metaconciencia a la educación?
La metaconciencia es la capacidad para darnos cuenta de que somos conscientes. Es decir, podemos observarnos a nosotros mismos, aunque nuestra atención esté centrada en algún pensamiento o emoción. La metaconciencia aporta conciencia al acto educativo, nos permite entender por qué decimos y hacemos lo que decimos y hacemos pues somos conscientes de aquello que decimos y hacemos, valga la redundancia. Esto también nos puede llevar a plantear si eso que decimos y hacemos se con nuestros objetivos y si son pertinentes.
¿El proceso de escucha es clave, pero sabemos escuchar?
Depende de la persona y del momento. Lo que sí nos podemos dar cuenta es que muchas veces gran parte de los conflictos suceden debido a fallos en la comunicación, específicamente en la escucha: malas interpretaciones, dificultades en el entendimiento por usar códigos diferentes, no poner la atención requerida en el proceso, etc., en el libro propongo un modelo estructurado para poder realizar la escucha activa de manera activa.
¿De qué manera hay que abordar la disciplina para que el concepto de autoridad no derive en autoritarismo?
El autoritarismo es una forma de ejercer la autoridad imponiendo nuestro propio criterio sin escuchar al otro. Sin embargo, la autoridad es firmeza inclusiva: se nutre y está conectada a los demás, tiene un conocimiento de las necesidades del otro y trata de buscar un camino común para satisfacerlas.
La conciencia emocional nos ayuda a identificar, sentir y darnos cuenta de lo que nos sucede sin ser rehenes de eso que nos sucede. ¿Cómo actúa?
Como describo en el libro, la conciencia emocional nos ayuda a ser conscientes de nuestro propio estado emocional o el de los demás sin ser arrastrado por este, actuando desde un lugar de mayor ecuanimidad.
¿Qué significa educar para la paz?
Significa aprender a convivir, poder comprender los distintos puntos de vista y percepciones desde donde se producen nuestros conflictos y aprender a gestionarlos desde la naturalidad de la disparidad de opiniones y sentires.
Sostiene que el objetivo del libro es expandir la conciencia sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea. ¿De qué manera se lleva a cabo este propósito para resolver los conflictos que se planteen?
Mediante la introspección y la comprensión de nuestros procesos. El libro propone un camino para llevar a cabo dicho propósito.
Concluye que cuanto más conscientes y receptivos seamos ante la sensibilidad de los niños, mayor será la conexión y la ayuda que podamos ofrecer. ¿Se trata en definitiva de enseñarles a vivir?
Se trata de enseñarnos a nosotros mismos a vivir para que los niños puedan tener ejemplos sanos donde reflejarse y aprender.