El exhaustivo estudio de las tendencias de la biodiversidad global y la salud de la Tierra que contiene el informe de Planeta Vivo 2022, la publicación insignia de la WWF es alarmante: desde 1970 las poblaciones de especies en estado salvaje han disminuido un promedio del 69 % mientras los humanos continúan talando bosques, consumiendo más allá de los límites del planeta y contaminando a una escala inconmensurable.
Los principales científicos del planeta lanzan un desesperado llamado para la inmediata acción contra la extinción masiva de especies.
Desde el mar abierto hasta las selvas tropicales, la abundancia de aves, peces, anfibios y reptiles han disminuido en promedio en más de dos tercios entre 1970 y 2018, según la Bienal Living de WWF y la Sociedad Zoológica de Londres. Hace dos años, la cifra estaba en 68%, mientras que hace cuatro años estaba en 60 %.
Son muchos los científicos que no dudan que es el comienzo de la sexta extinción masiva, la mayor pérdida de vidas en la Tierra desde la época de los dinosaurios. Y esta vez no es por culpa de un meteorito extraviado en el infinito, sino que l impulsa la civilización.
Los 89 autores del informe Planeta Vivo 2022 instan a los líderes mundiales a llegar a un acuerdo ambicioso en la cumbre de biodiversidad COP15 de diciembre en Canadá y reducir las emisiones de carbono y limitar en esta década el calentamiento global por debajo de 1.5 °C. De lo contrario será imposible detener la destrucción desenfrenada de la naturaleza.
El índice Planeta Vivo combina el análisis global de 32.000 poblaciones de 5.230 especies animales para medir los cambios en la abundancia de la vida silvestre en los continentes y taxones y producir un gráfico similar a un índice de existencias de vida en la Tierra.
La disminución más pronunciada en el tamaño promedio de la población de vida silvestre ha sido en América Latina y el Caribe, incluida la Amazonía, la selva tropical más grande del mundo. Una caída del 94% en 48 años.
“Nuestra sociedad se encuentra en la encrucijada más importante de la historia, y se enfrenta al desafío de realizar un cambio profundo de lo que ha venido siendo. Quizás la más existencial de todas estas cuestiones a revisar es cómo nos relacionamos los seres humanos con la naturaleza”
Marco Lambertini, director general, WWF International
América Latina y la Amazonia con las peores pérdidas
Las tasas de deforestación se han acelerado y despojan cada vez más al ecosistema único en el mundo no solo de los árboles, sino también de la vida silvestre de la zona tropical húmeda. Con cada hectárea desforestada, la Amazonía pierde su utilidad en la lucha contra el cambio climático.
La otra peor caída fue África con un 66 %, seguida de Asia y el Pacífico con un 55 % y América del Norte con un 20 %. Europa y Asia Central experimentaron una caída del 18%.
A pesar de la ciencia, las proyecciones catastróficas, los discursos y las promesas apasionadas, los bosques en llamas, los países sumergidos, las temperaturas récord y los millones de desplazados, los líderes mundiales continúan se mantienen impasibles mientras el mundo arde y lo vuelve carbón sin que aparezca la tecnología que resolverá el calentamiento global.
Los gobernante de todas las ideologías y praxis políticas deben tomar en serio la naturaleza y la existencia humana. Sin naturaleza, sin biodiversidad es imposible ni el progreso ni la existencia.
Más tierra para producir, menos diversidad
El cambio de uso de la tierra sigue siendo el factor más importante de pérdida de biodiversidad en todo el planeta. Las principales las disminuciones son consecuencia de la pérdida y fragmentación del hábitat para su aprovechamiento por el sistema agrícola global y su expansión hacia un hábitat intacto para producir alimentos o energía renovable.
El sistema agrícola actual es insostenible. La transformación de grandes extensiones de tierra en monocultivos destruye la biodiversidad. Los herbicidas, plaguicidas y fertilizantes dañan los ecosistemas mucho más allá de la finca de cultivo tratada con químicos.
Es necesario construir paisajes naturales mosaico; espacios donde se produzcan diferentes tipos de cultivo que convivan con espacios aptos para la vida silvestre o la cría de ganado (en extensivo). Los espacios para el cultivo y la ganadería se convierten en espacios biodiversos que da cobijo a las especies que polinizan las plantas, combaten las plagas y fertilizan el suelo.
En el modelo agrícola biodiverso la tecnología ayudar. Por ejemplo, ya existen sensores que recopilan datos sobre los nutrientes y los niveles de agua de los cultivos, y drones que evalúan la salud de los cultivos de un solo vistazo. Esta información permite que las plantas se rieguen o fertilicen con la cantidad exacta que necesitan para su óptimo rendimiento, sin desperdiciar ni una gota de agua.
En la actualidad, en la mayoría de los cultivos industriales, monocultivos, los animales tienen grandes dificultades para moverse a través de la superficie terrestres. Su paso está bloqueado por infraestructuras y las tierras de cultivo. Solo el 37 % de los ríos de más de 1.000 km siguen fluyendo libremente en toda su longitud. En cambio, solo el 10 % de las áreas terrestres protegidas del mundo están conectadas.
Las poblaciones de agua dulce han disminuido en un promedio del 83 % desde 1970, más que cualquier otro grupo de especies. La pérdida de hábitat y las barreras en sus rutas migratorias son las mayores amenazas a las que se enfrentan estas poblaciones acuáticas.
Los descensos futuros no son inevitables. Podemos detener la catástrofe, pero hay que actuar de inmediato. El Himalaya, el sudeste asiático, la costa este de Australia, las montañas Albertine Rift y Eastern Arc en el este de África y la cuenca del Amazonas figuran entre las áreas prioritarias.
La UICN ha venido desarrollando un estándar para medir el potencial de conservación de un animal que permitirá a los investigadores trazar un camino hacia la recuperación de algunas del millón de especies amenazadas de extinción en la Tierra.
La humanidad está erosionando los cimientos mismos de la vida y debe parar urgentemente. No se trata ya de reciclar, sino de no seguir exterminando las otras especies animales y vegetales del planeta. No se trata de conservación, sino de cambiar los modos de producción y el consumo.