El gobierno de Estados Unidos le asignó a Jean Hébert, biólogo molecular de la Escuela de Medicina Albert Einstein, determinar la posibilidad de reparar o reemplazar las células cerebrales envejecidas o deterioradas. Se propone hacer reversible el envejecimiento
La longevidad o cómo prolongar la vida en este mundo a veces absurdo, desordenado e injusto pero, muchas más veces fascinante, cálido, bello, es un reto constante que tiene el hombre de ciencia. Jean Hébert es uno de ellos. Se ha dedicado por décadas a investigar cómo revertir el daño del tejido cerebral relacionado con la edad.
Desde hace un mes el gobierno de Estados Unidos le asignó una nueva tarea a la que ha dicho sí y tiene que ver con el reemplazo total del cerebro como el único medio plausible de evitar la muerte por envejecimiento.
La dimensión existencial del ser humano desafía el tiempo y ganar mucha vida para contarlo. Hébert, cuando era niño en una escuela primaria en Montreal, Quebec, decidió que envejecer era una mala idea. Se graduó de biólogo molecular y tras muchos estudios y cavilaciones, concluyó en que somos esencialmente máquinas, por lo que debe ser posible reparar nuestros cuerpos cuando comienzan a funcionar mal.
Esta idea lo llevó hasta obtener un doctorado en genética. Se dio cuenta de que rediseñar el genoma para detener el envejecimiento sería realmente muy difícil. Decidió cambiar de dirección y ver si el problema del envejecimiento podía abordarse mejor a nivel celular que a nivel genético.
Las células son las unidades básicas de la vida, por lo que tal vez sería factible realizar reparaciones y tomar medidas preventivas a ese nivel.
Observó que gran parte del daño asociado con el envejecimiento ocurre entre las células y no dentro de ellas. Además, el daño es tremendamente complicado y afecta a los numerosos materiales que componen el cuerpo. Como proteínas, carbohidratos y lípidos en un vertiginoso torbellino de procesos que interactúan.
El reemplazo del cerebro: algo más que fantasía
La vida de Jean Hébert está centrada en la longevidad y sobre eso va su nueva responsabilidad en la Agencia de Proyectos Avanzados para la Salud de EE UU. Joe Biden creó ARPA-H en 2022, como una agencia dentro del Departamento de Salud y Servicios Humanos, para desarrollar tecnologías novedosas para la extirpación precisa de tumores.
Pero también para perseguir lo que llamó “innovación audaz y urgente” con potencial transformador de la ciencia en la sociedad.
Se espera que el ingreso de Hébert a ARPA-H, desde agosto, lidere una nueva e importante iniciativa en torno al “reemplazo de tejido cerebral funcional”. La idea de agregar tejido joven al cerebro de las personas.
El concepto de renovación cerebral podría tener aplicaciones para el tratamiento de víctimas de accidentes cerebrovasculares, que pierden áreas de función cerebral. Pero Hébert, biólogo de la escuela de medicina Albert Einstein, ha propuesto el reemplazo total del cerebro. Junto con el reemplazo de otras partes de nuestra anatomía, como el mecanismo más efectivo para evitar la muerte por vejez, reseña MIT Technology Review.
Se dice que todos los órganos pueden ser reemplazados, excepto uno, el cerebro ¿Cómo lograr el reemplazo total de un cerebro humano por uno nuevo cultivado en un animal donante o en un laboratorio? Las inquietudes agudizan las respuestas y las tornan complejas. Más, cuando el cerebro, el centro rector de la vida, actúa como el director de la orquesta. Ordena los movimientos, el habla, la inteligencia, la memoria, las emociones y procesa la información que recibe a través de los sentidos.
Sustituir el cerebro de a poquito
Hébert también es autor de ‘Replacing Aging’ (‘Reemplazando el envejecimiento’). En su libro expone cómo el envejecimiento será pronto reversible gracias a los avances que se están produciendo en la medicina regenerativa. Y explica la complejidad de la vejez y cómo la acumulación de una miríada de tipos de daños macromoleculares en el organismo esencialmente impide una solución farmacológica al paso del tiempo.
Sin embargo, los fármacos siguen siendo el objetivo principal del campo del antienvejecimiento. En lugar de fármacos, una forma decisiva de borrar de una vez todas las formas de daño macromolecular relacionado con el envejecimiento sería el reemplazo de los tejidos viejos y desgastados por otros nuevos y jóvenes.
Como describe Hébert, la capacidad de reemplazar todas las partes del cuerpo parece cada vez más probable. La medicina regenerativa está desarrollando células, tejidos y órganos cultivados en laboratorio cada vez más funcionales que se están trasplantando a pacientes para tratar enfermedades o reparar daños.
Hébert cree que para vivir mucho las personas deben encontrar una manera de lograr el reemplazo de todas las partes de su cuerpo por partes jóvenes, incluido el cerebro. Muy similar a como un auto de alto kilometraje se mantiene en marcha con amortiguadores y bujías nuevos.
La idea tiene rasgos de probabilidad. Ya existen trasplantes de hígado y caderas de titanio, córneas artificiales y válvulas cardíacas sustitutivas. La parte más complicada es el cerebro. Eso también envejece y se reduce drásticamente con la vejez. ¿Pero se podrá cambiar?
Ahí es donde entra en juego la investigación de Hébert. Ha estado explorando formas de reemplazar «progresivamente» un cerebro. Agregando trozos de tejido joven fabricados en un laboratorio. El proceso tendría que realizarse lo suficientemente lento, en pasos, para que el cerebro pueda adaptarse, reubicando recuerdos y su propia identidad.
Más que un milagro
Durante una visita a su laboratorio en Albert Einstein, Hébert mostró a MIT Technology Review cómo ha estado llevando a cabo experimentos iniciales con ratones. Extrayendo pequeñas secciones de sus cerebros e inyectando suspensiones de células embrionarias.
Es un paso hacia la demostración de si un tejido tan joven puede sobrevivir y asumir funciones importantes. Sin duda, la estrategia no es ampliamente aceptada, ni siquiera entre los investigadores en el campo del envejecimiento. “A primera vista suena completamente loco. Pero me sorprendió lo bien que podía defenderlo”, dice Matthew Scholz, director ejecutivo de la empresa de investigación sobre el envejecimiento Oisín Biotechnologies, que se reunió con Hébert este año.
Sin embargo, Scholz sigue siendo escéptico. «Un nuevo cerebro no será un tema popular», afirma. «El elemento quirúrgico va a ser muy severo, sin importar cómo se corte». Ahora, sin embargo, las ideas de Hébert parecen haber obtenido un respaldo del gobierno estadounidense. El investigador confió que había propuesto un proyecto de 110 millones de dólares a ARPA-H para probar sus ideas en monos y otros animales, y que el gobierno «no pestañeó» ante la cifra.
Debido a que a menudo es un desafío fabricar incluso un solo tipo de célula a partir de células madre, hacer un facsímil del neocórtex que incluya una docena de tipos de células no es un proyecto fácil. De hecho, es sólo uno de varios problemas científicos que se interponen en el reemplazo de un cerebro más joven.
“Hay un dicho en ingeniería. Se te permite un milagro, pero si necesitas más de uno, busca otro plan”, dice Scholz.
A un paso gigante de detener el envejecimiento cerebral
Una de las incógnitas fundamentales radica en si los fragmentos jóvenes de neocórtex algún día funcionarán correctamente dentro del cerebro de una persona mayor. Por ejemplo estableciendo conexiones o almacenando y enviando información electroquímica.
A pesar de la evidencia de que el cerebro puede incorporar células individuales trasplantadas, esto nunca se ha demostrado de manera sólida en el caso de fragmentos de tejido más grandes, dice Rusty Gage, biólogo del Instituto Salk en La Jolla, California, y considerado un pionero de los trasplantes neuronales. Sostiene que los investigadores han intentado durante años trasplantar partes más grandes de cerebros de animales fetales a animales adultos, pero sin resultados concluyentes.
«Si funcionara, todos estaríamos haciendo más», dice.
El problema, señala, no es si el tejido puede sobrevivir, sino si puede participar en el funcionamiento de un cerebro existente. “No estoy desestimando su hipótesis. Pero eso es todo”, agrega Gage. “Sí, el tejido fetal o embrionario puede madurar en el cerebro adulto. Pero si reemplaza la función del área disfuncional es un experimento que necesita hacer, si quiere convencer al mundo de que en realidad ha reemplazado una sección antigua por una sección nueva”.
Hébert está de acuerdo en que no será fácil. «Estamos, ya sabes, a un par de pasos de revertir el envejecimiento cerebral», comenta. «A un par de grandes pasos, debería decir».