La investigadora valenciana Pilar Mateo está convencida de que es posible cambiar el mundo poniendo el conocimiento en acción. Se encuentra entre las 10 científicas más prestigiosas de España y entre las 100 primeras a nivel mundial. Desde hace 23 años trabaja en la erradicación de enfermedades endémicas vinculadas a la pobreza mediante una pintura insecticida de control de plagas. Paralelamente, ha llevado a cabo numerosos proyectos sociales para mejorar la calidad de vida de comunidades empobrecidas.
Entrevista a Pilar Mateo por Jorge Neri el Editor de Cambio16
Se define a sí misma como una científica sin temores ni temblores. ¿Qué quiere decir?
Es una metáfora sacada del título de un libro del filósofo danés Kierkegaard. Se refería a que la fe en Dios tenía que ser inmediata, inmaculada, sin temores ni temblores. Me pareció que las personas que luchamos contra vectores que transmiten enfermedades endémicas, en zonas normalmente muy atrasadas, nos obliga a hacerlo de la misma forma. De todas formas, temores y temblores todos pasamos, pero lo importante es afrontarlos.
Usted ya había advertido de que una pandemia como la COVID-19 podría pasar, pero nadie le hizo caso. ¿Qué ha fallado para que colapsen los sistemas de salud y se haya registrado una propagación tan rápida?
Advertir del riesgo de los virus lo habían hecho ya expertos virólogos, en base a lo sucedido en los últimos 15 años con las epidemias de la gripe aviar, porcina y la del ébola. Esta última generó histeria colectiva por el contagio de una enfermera en Madrid. Pero como no pasó de ahí, nos dio a todos una falsa imagen de seguridad, de poder controlarlo, de ser un problema de países subdesarrollados, como pasa con el dengue o la malaria. Como además la administración pública está habituada a ir detrás de solucionar los problemas, y no de prevenirlos, nadie quiso invertir en algo que no había sucedido.
Por consiguiente, nos hemos encontrado con una falta absoluta de medios, sin formación para saber cómo protegerse y retrasando durante semanas la toma de decisiones pensando que sería una especie de gripe. Pero no lo era.
¿Qué aconseja para prevenir nuevas crisis? Recomienda la creación de equipos de vigilancia multidisciplinaria a escala internacional. ¿Para qué está la OMS (Organización Mundial de la Salud)?
Para prevenir nuevas crisis hay que obligar a todos los Estados a cumplir con una serie de requisitos indispensables sobre todo en el control y uso de animales salvajes. La negociación se hará a nivel de las grandes potencias mundiales o de la misma OMS, aunque su imagen ha quedado ahora bastante afectada con esta pandemia.
Respecto al rol de la OMS me ha sorprendido el ver que no tenía un protocolo ya establecido para este tipo de situaciones. Creo que los países europeos más afectados, como Italia o España, actuaron muy tarde precisamente porque no vieron a la OMS preocupada. Esta a su vez quizás no recibió de China la información exacta de lo que estaba pasando realmente. Ocurrió lo de la fábula del pastor y del lobo. Este llegó, pero nadie hizo caso. Pero con lo sucedido en otras crisis víricas, y la experiencia que ya se tenía, he echado en falta la existencia de un protocolo explicativo de qué hacer, con qué material y cómo combatir los virus. Por ejemplo, no es normal que casi dos meses después de iniciada la epidemia en Italia, la OMS diga que las mascarillas de algodón no son recomendables. Eso debería haberse dicho el primer día. Para eso sirven los protocolos de actuación.
El coronavirus se distingue por su potencial capacidad de contagio, pero no es tan mortal como el ébola o la gripe aviar, etc. ¿Es posible un nuevo virus que combine letalidad y capacidad de contagio?
Sí. Es posible. Este coronavirus se ha caracterizado más por su contagiosidad que por su letalidad. Y aun así lo cierto es que ha puesto en jaque al sistema político.
También ha colapsado la sanidad. Pero dentro de lo malo nos ha servido para organizarnos y ver la importancia de la prevención y las medidas de seguridad ante una posible pandemia que efectivamente puede llegar tan contagiosa y más letal.
Cuarentena intelectual
Parece claro que el virus ha venido de un animal, no se ha creado en un laboratorio. ¿Por qué la zoonosis es el gran problema que deberemos afrontar en los próximos años?
Las zoonosis procedentes de los pequeños animales pueden surgir de la forma más insospechada. El nuevo estilo de vida y la interdependencia entre personas y animales de compañía, así como los numerosos factores que condicionan esa relación se han combinado para crear un terreno propicio a la aparición de patógenos zoonóticos.
Se conocen muchas enfermedades zoonóticas en la historia. En 1918 la mal llamada gripe española infectó y mató a millones de personas. Más recientes tenemos, la gripe aviar, la gripe porcina (H1N1) o el ébola.
El SARS-CoV2 saltó en China de los animales al humano debido al gran número de animales, incluidos los exóticos, hacinados en jaulas y por la falta de medidas de bioseguridad en los mercados que no cumplen las condiciones sanitarias exigidas en los países occidentales. El ébola también saltó en Africa a los humanos por la ingesta de murciélagos.
Nuevos virus provenientes de animales van a estar presentes mientras no se cumplan las medidas sanitarias adecuadas y tengamos equipos de vigilancia suficientes y eficaces para detectar las posibles epidemias y pandemias. Por otro lado, habrá que pensar en la necesidad de ayudar a los países más empobrecidos para que su fuente de alimentación deje de incluir animales exóticos.
Usted entiende que atravesaremos una cuarentena intelectual. ¿A qué se refiere?
En general la ciudadanía ha entendido la importancia de quedarse en casa para evitar los contagios. Esa “cuarentena física” la estamos realizando de una forma casi ejemplar, pensando que en unas semanas estará todo resuelto y volveremos a nuestra vida normal. Eso no va a ser así. Vamos a necesitar otro periodo de tiempo (aún desconocido) para ir adaptándonos. Podremos salir a la calle, pero con guantes y mascarillas. Iremos a comprar, pero de una forma ordenada evitando aglomeraciones. Se generalizará el teletrabajo y con ella la soledad “del corredor de fondo”. Se realizarán espectáculos, pero con aforos reducidos. Tendremos que habituarnos a no dar la mano para saludar y los abrazos de amistad desaparecerán de nuestra vida cotidiana, etc. Todo esto nos va a suponer un cambio mental. A eso me refiero con la idea de la cuarentena intelectual.
De hecho, ha afirmado que hemos cambiado la filosofía del existencialismo occidental –somos en función de lo que hacemos– por la quietud del taoísmo chino –contemplar y pensar–. ¿Una vez de vuelta a la “normalidad”, cómo se puede conjugar dicha filosofía con nuestro ajetreado devenir cotidiano?
Me pareció curioso pensar que el virus que llegó de China nos está obligando a vivir en casa, a no salir, a no hacer, a llevar una vida casi contemplativa (aunque sea delante de una televisión). Una especie de choque cultural.
No creo que dos meses vaya a ser un tiempo suficiente como para dejar de ser personas activas, que nos valoramos por nuestros actos, y pasar a ser personas centradas en la meditación.
Pero en la medida que necesitaremos un tiempo largo de adaptación y de que nos hemos dado cuenta de nuestra debilidad, sí que creo que vamos a volver a vivir con un ritmo más pausado, de más lectura, con tiempo para contemplar las cosas cercanas, de mayor intimidad.
No se saldrá de la cuarentena y el confinamiento de forma inmediata y hará falta tiempo para volver a la normalidad. ¿A qué normalidad? ¿Cuáles son los cambios más significativos que va a generar el coronavirus?
La “normalidad” en un país occidental es una especie de película de acción, desde que uno se levanta hasta que se acuesta. Además, en un país mediterráneo eso conlleva mucha vida social fuera de casa. Esto es lo que va a cambiar. Seguiremos haciendo lo mismo, pero será a otro ritmo, con más pausa.
También vamos a volver a valorar a todas las personas del sector público que, en el sector de la sanidad, los servicios sociales, el ejército o la policía han contribuido, con un alto riesgo para ellos, a solucionar esta pandemia. Esta situación ya la he vivido antes en otros países. Cuando hay una emergencia de verdad (inundaciones, terremotos…etc.) son estos profesionales los que arreglan las cosas.
En su extensa experiencia al servicio de los demás para erradicar las enfermedades mortales en sitios de pobreza, ¿qué consejo o experiencia nos puede dar en estos momentos tan delicados?
Lo más importante es tener tranquilidad y ayudar a las familias que más lo pueden necesitar. Son momentos de resiliencia, de aguante. Y son momentos de solidaridad, de compartir lo que se tiene. De sembrar acciones para recoger hábitos. De renunciar diariamente a cosas para forjar el carácter.
Tenemos la suerte de estar en la Unión Europea de que, con todos los defectos que pueda tener, sigue siendo un modelo de referencia de colaboración internacional. Estamos buscando soluciones comunes con nuestros socios europeos. Ese aspecto va a ser clave.
Una de las frases más hermosa que tiene en su web es: “Hay que poner la ciencia y el conocimiento al servicio de los demás”. ¿Cree que vamos hacia a un mundo más solidario, igualitario y justo? ¿Es la COVID-19 un acelerador o un retroceso?
De las grandes catástrofes suelen salir sociedades más solidarias y más cooperantes entre sí. De momento la imagen que deja este COVID-19 es la de sálvese el que pueda. Espero que no sea así.
Vamos hacia un mundo diferente. Por ejemplo, es evidente que de esta crisis ningún país importante (como lo es la UE, por ejemplo) va a querer delegar su seguridad y su salud en un tercero que está a una distancia de 10.000 km y que en una emergencia no puede suministrar los productos que le piden.
Lo mismo que se ha protegido la agricultura, va a tener que hacerse con muchos otros productos. Eso va a ayudar a volver a industrializar Europa. Habrá mucho más teletrabajo, menos desplazamientos y espero que menos contaminación.
Hay quien culpa a la globalización y propone desglobalizar el mundo levantando muros, restringiendo el mercado y la movilidad. ¿Hasta qué punto el antídoto contra la pandemia debe ser la segregación y no la cooperación y la solidaridad?
Si estamos todos en el mismo barco esto no tiene sentido. Es como si quisiéramos solucionar el problema de los accidentes de tráfico en carretera prohibiendo la fabricación de coches. El antídoto contra las epidemias es tener una red internacional de vigilancia epidemiológica que funcione como un reloj, unos fondos de colaboración internacional y unos protocolos de intervención que facilite a los países (sobre todo a los más pobres) tener una capacidad de respuesta inmediata frente a las crisis.
En todo caso, lo mismo que hay ya un principio aceptado de que el que contamina paga, no está de más que se establezca el principio de que el que exporte virus se haga cargo de ellos. Así, por ejemplo, las autoridades chinas se tomarán más en serio la venta y tráfico de animales salvajes vivos.
La crisis económica y la recesión parecen inevitables. Aboga por cambiar el chip y buscar nuevos mercados. ¿Cómo habría que canalizar las inversiones en este nuevo escenario?
Desde el momento que la crisis afecta a todos los países, casi por igual, la sensación que tengo es que hace falta una política monetaria expansiva para poner de nuevo los países en marcha. El ritmo de salida de la crisis será diferente, pero espero que la economía se recupere poco a poco.
Como empresa de I+D y de fabricación de productos dedicados al control de vectores que transmiten enfermedades endémicas, no espero grandes cambios después de esta crisis. El problema con los insectos va a seguir intacto. Lo que espero de verdad es que los insectos no se vuelvan también transmisores de los Covi-virus. Eso sí que sería una catástrofe.
La COVID-19 por otra parte ha propiciado que el planeta respire. Los índices de contaminación disminuyen y se ven imágenes de animales en entornos urbanos. ¿Cómo hay que interpretarlo? ¿Seremos capaces de implementar la lección?
Si esto sirve para que ya nadie discuta que el cambio climático y el calentamiento del planeta están muy vinculados con nuestra contaminación algo importante ya habremos ganado.
A partir de ahí lo que tenemos que intentar es usar cada vez más tecnologías energéticas más limpias, redes de telecomunicaciones que eviten desplazamientos y disfrutar de los paseos andando (o en bicicleta) por nuestras ciudades.
Creo que educar a los más jóvenes en estos valores puede ser de gran utilidad para resolver este problema.
La «sapiencia poética»
Siete familias de patentes en tecnología de microencapsulación polimérica de probada eficacia para el tratamiento de enfermedades endémicas como la enfermedad de Chagas, la malaria, el dengue o la leishmaniosis. ¿En qué consiste su pintura para la vida?
La tecnología Inesfly permite la incorporación de ingredientes activos de diversa naturaleza biocidas, naturales…) en una microcápsula polimérica. Con ello se logra una liberación lenta y controlada de los activos, mejorando su persistencia y facilitando su uso para el control de vectores. Tienen una serie de ventajas técnicas (eficacia prolongada, inocuidad para personas y animales, resistencia a la alcalinidad, ensayos científicos publicados…)
En esta tecnología, el producto estrella es la pintura que “salva vidas”.
Al tener un gran espesor por las características mencionadas, las microcápsulas permiten una liberación más lenta de los biocidas, reducen la cantidad de biocidas a utilizar (mejora medioambiental), y además permiten controlar las enfermedades endémicas de transmisión vectorial.
Otro factor muy importante es la incorporación de microcápsulas de IGR (reguladores del análogo juvenil de crecimiento de los insectos), que permite el control del ciclo integral de los insectos.
Estamos trabajando con productos naturales y biológicos para tenerlos preparados en un futuro cercano. Es nuestro próximo reto.
También asume que la ciencia desde un laboratorio en la distancia no salva vidas. Por eso nunca dudó en trasladarse a los confines más alejados y más abandonados del mundo. ¿Qué le ha enseñado la vida en estos lugares?
En el mundo indígena hay lo que se conoce como “sapiencia poética”, es decir, un conocimiento basado en la sensibilidad más que en la inteligencia. Esta sabiduría se nota mucho en el respeto que tienen de la naturaleza (la pacha mama) y en su manera discreta de comportarse. Pero, aunque esto es cierto, en general he aprendido a eliminar de mi mente pensamientos maniqueístas del tipo de todo o nada. Es decir, hay cosas buenas y cosas malas en todas partes y eso sirve para los indígenas, igual que para los españoles o los japoneses. Al final conocemos personas con las que nos entendemos bien, con las que compartimos formas de entender la vida y otras que no. Y esto sirve indiferentemente de cual sea su nacionalidad, raza, sexo o ideología.
Cree que hacen falta ideas innovadoras para cambiar la sociedad. ¿Estima que estamos viviendo un nuevo renacimiento de mano de la tecnología y la inteligencia artificial?
La capacidad de los seres humanos para dotarse de instrumentos que mejoren nuestra vida (la tecnología) está vinculada al tiempo. Sabemos que hay un mañana, un futuro y por eso guardamos lo que aprendemos y lo mejoramos (innovación).
Éramos inferiores al resto de los depredadores que existían en el mundo y la tecnología nos dio la fuerza para enfrentarnos y transformar el entorno.
Es decir que este proceso tiene ya millones de años.
La inteligencia artificial (IA) es un término acuñado en los años 50 del siglo pasado en los Estados Unidos por John McCarthy. La idea de este concepto era lograr que las máquinas hicieran cosas inteligentes como si fueran hechas por las personas.
Si la idea era reproducir en las máquinas los poderes cognoscitivos humanos es evidente que aún estamos lejos de lograrlo. Existe la dificultad permanente de introducir en las computadoras o en los robots algo parecido al “sentido común”, es decir el conjunto de creencias e ideas que nos vinculan a las personas con el mundo.
Es decir que un ordenador puede decir “te quiero”, pero no se le puede enseñar a querer.
Pero si la idea de la IA era imitar nuestra capacidad de innovación para construir máquinas y procesos útiles sin duda el paso realizado ha sido muy importante. Los avances en los campos de la informática y las telecomunicaciones son tan importantes que casi ya podemos hablar de un “homo internet”. Y creo que estos avances van a condicionar todavía más el futuro de nuestras relaciones sociales y nuestro trabajo. Si por renacimiento entendemos una mutación, un cambio, entonces creo que sí, que se está produciendo.