02/12/2017
Cuando uno mira un cuadro de Picasso no quiere ser uno de sus personajes, sin embargo, sí que sueña con protagonizar En la cama: el beso de Lautrec. Hasta el 21 de enero el museo Thyssen-Bornemisza compara en su última muestra las obras de los dos grandes maestros de la modernidad. Es la primera vez que ambos, que tanto se admiraron, enfrentan su obra en un museo. Una muestra que no se limita al tópico del joven Picasso admirador de Lautrec en Barcelona y sus primeros años en París, sino que ha rastreado la pervivencia de esa huella a lo largo de la dilatada trayectoria del artista español, abarcando también su periodo final.
Henri de Toulouse-Lautrec (Albi, 1864-Château Malromé, Saint-André-du-Bois, 1901) y Pablo Picasso (Málaga, 1881-Mougins, 1973) nunca se conocieron. Cuando Picasso visitó París por primera vez, en octubre de 1900, Lautrec ya estaba muy enfermo y moriría prematuramente un año después. Sin embargo, la obra radical de Lautrec, su modo de percibir la modernidad, produjo un impacto muy potente en el joven Picasso. A través de él descubrió el pluralismo de la sociedad moderna que condicionó su manera de entender el arte.
La carrera artística de Lautrec apenas duró 15 años, la de Picasso sin embargo más de siete décadas. Los dos fueron genios artísticos desde la infancia, se sintieron atraídos por París en su juventud, rechazaron la enseñanza académica que les impusieron y ambos bebieron sucesivamente en muy parecidas fuentes históricas, como por ejemplo las de los franceses Ingres o Degas, o también la de El Greco. Pero, sobre todo, el dominio del dibujo sería una de las claves que daría sentido a la obra de ambos.
Innumerables experimentaciones
Tanto Lautrec como Picasso dibujaron compulsivamente toda su vida, tenían una predisposición especial para la línea y la caricatura y, desde muy jóvenes, rellenaron con extraordinaria destreza centenares de cuadernos con sus dibujos. Se puede afirmar que los dos pensaban y se expresaban dibujando, y cualquier nueva obra venía precedida de innumerables ensayos y experimentaciones en papel. Dividida en cinco apartados temáticos que enlazan simbólica y formalmente los mundos de ambos artistas –Bohemios, Bajos fondos, Vagabundos, Ellas y Eros recóndito–, Picasso/Lautrec es también una ventana para observar cómo se ha fraguado la evolución del arte contemporáneo.