El número de imágenes de las víctimas que el presidente ejecutivo de PG&E (Pacific Gas & Electric), Bill Johnson, debió observar fueron 84 en la pantalla de la audiencia del martes pasado. También 84 fue el número de ocasiones en que respondió “culpable, su señoría”, después de ver cada una de las fotografías de los fallecidos en el incendio de Paradise o Camp Fire.
La empresa de servicios públicos más grande de los Estados Unidos se declaró culpable de la muerte de 84 personas en un incendio forestal ocurrido en 2018 en el condado de Butte, en California, después que una línea eléctrica en mal estado cayera sobre un pastizal seco, que en forma inmediata propagó el incendio forestal más devastador de la historia del estado.
La compañía aceptó los 84 cargos de homicidio involuntario y deberá cancelar una millonaria suma, aunque nadie irá a la cárcel.
«He escuchado el dolor y la angustia… Ninguna palabra mía puede reducir la magnitud de esta devastación. Sabemos que no podemos reemplazar todo lo que destruyó el fuego», dijo Johnson en un inusual reconocimiento de irregularidades criminales por parte de una corporación en EE UU.
En la audiencia, el juez leyó en voz alta el nombre de cada una de las víctimas, algunas de las cuales eran ancianos o personas con alguna discapacidad. Unas se encontraron calcinadas dentro de sus coches, mientras intentaban huir junto a familiares y vecinos. Otras fueron descubiertas dentro o en los alrededor de sus hogares, ya que no comprendían la gravedad de la amenaza y no escaparon a tiempo, reseñó BBC.
Incendio de Paradise dejó 10.000 casas destruidas
Luego de la decisión, algunos sobrevivientes se mostraron inconformes con el acuerdo al que se llegó con PG&E. Sostienen que es insuficiente la multa máxima que se estableció (3,5 millones de dólares). La empresa con sede en San Francisco también deberá cubrir el costo de la investigación, que ascendió a 500.000 dólares.
El conocido como Camp Fire comenzó el 8 de noviembre de 2018 y fue controlado el día 25. Un gancho de suspensión en una torre de casi 100 años se partió e hizo que cayera una línea eléctrica que liberó chispas sobre el pasto seco en las cercanías de la Sierra. El área boscosa y los fuertes vientos se unieron para devastar a Paradise, al noreste de San Francisco, un destino popular para los jubilados. Una cuarta parte de sus 27.000 residentes eran personas mayores de 65 años de edad o más.
Aunque fallecieron 85 personas, las investigaciones arrojaron que una fue un suicidio, que nada tuvo que ver con PG&E.
Imágenes obtenidas en su momento por el satélite Landsat 8 de la Nasa y el servicio Geológico de los Estados Unidos mostraban que el incendio parecía casi un volcán, que había devorado las localidades de Paradise y Concow.
El incendio, que se logró controlar dos semanas después de iniciarse, acabó con más de 10.000 casas y con casi 62.000 hectáreas de bosques, un área cinco veces el tamaño de la ciudad de San Francisco.
La empresa se ha comprometido a resolver los reclamos de aseguradoras y agencias del gobierno local, que incluyen acuerdos con algunas víctimas, tanto por esta tragedia como por otros tres incendios forestales causados por PG&E desde 2015.
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