La Galería Hilario Galguera inaugura su nuevo espacio en Madrid con la primera exposición individual de Peter Buggenhout en España. La galería, que abrió en el año 2006 en Ciudad de México como un espacio para la discusión y promoción del arte contemporáneo mexicano e internacional, representa tanto a artistas consagrados como Damien Hirst, Daniel Buren y Peter Buggenhout, así como a otros emergentes o de media carrera.
La elección de Madrid para esta nueva apertura viene motivada por razones culturales e intelectuales. «En primer lugar, el hecho de que México y España van de la mano en muchos aspectos desde el punto de vista histórico, cultural e intelectual. Otra razón muy importante es que a unos metros de la galería está el museo más importante del mundo, el Museo del Prado, que de alguna forma guarda en sus tesoros el canon de occidente. Estoy seguro de que esta aseveración no es solo una idea mía, sino que puede ser defendida y debatida», apunta Hilario Galguera, quien siempre pensó en la capital española para su segunda ciudad porque «tenemos un gran número de artistas europeos a los que representamos. Por estos motivos, Madrid es ahora el lugar que vincula el proyecto de la galería desde una perspectiva de presencia internacional».
La obra de Buggenhout forma parte de colecciones de instituciones como el MoMA (Museum of Modern Art), EE UU; Centro Pompidou y el Museo Nacional de Arte Moderno, París; The Roberts Institute of Art y la Saatchi Gallery, Londres; The Margulies Collection y la Rubell Collection Family en Miami y la Colección JUMEX en México, entre otras.
El artista belga aborda temas como la decadencia, el desconocimiento, la destrucción y la incertidumbre de la existencia humana contemporánea ante el mundo. Para su aterrizaje la galería apuesta por Un perro con ojos para los ciegos, exposición individual de Peter Buggenhout (Dendermonde, Bélgica, 1963) compuesta por siete obras, dos de las cuales forman parte de la serie King Louie, cuyo título surge del personaje de El libro de la selva de Rudyard Kipling.
Buggenhout trabaja en series con la intención de complejizar y profundizar en distintas vetas, logrando cuerpos de trabajo que expresan aspectos vitales de la existencia contemporánea como la decadencia, la sobreacumulación, la incertidumbre, la destrucción y el desconocimiento.
Para el escritor Alfredo Félix-Díaz las esculturas de Peter Buggenhout «ocupan un espacio, un rincón, un resquicio indomable del ser. Pueden —y suelen— ser monumentales, pero nunca monumentos. Son, en todo caso, microcosmos sin núcleo, incluso sin cosmos».
Títulos, polvo, escombros o sangre
Los títulos que el artista emplea para sus obras se refieren a los materiales usados, los procesos de construcción y los resultados formales y, en ocasiones, establece vínculos y cruces con la historia o la literatura. Sus piezas están hechas a partir de objetos o elementos encontrados y de desecho como polvo, escombros o sangre, generando una densidad de información inaccesible, o accesible solo gradual o parcialmente.
La complejidad formal de estructuras y construcciones de gran formato, desprendida de todo tipo de representación, responde a una lógica interna que es revelada mediante la interacción física y directa con las obras en espacios específicos. Lo que se presenta como un caos aplastante es, en realidad, el resultado de un proceso meticuloso, largo y metódico que parte de lo abyecto hacia la experiencia estética. Las esculturas compactas y frecuentemente de dimensiones abrumadoras se manifiestan como ruinas o como la arqueología del sentir protagónico de culturas occidentales actuales, paradójicamente fungiendo como contrapropuesta a las inminentes tendencias de consumo rápido y fácil.
En palabras de Félix-Díaz, «la pregunta es cómo y por qué unas manos, unos brazos, unos hombros a la vez belgas y flamencos, han asumido la labor minuciosa de congregar y unir los remanentes de la cultura y la civilización para forjar mensajes sin mensaje, para restituirles una pureza primordial, un salvajismo, que nunca tuvieron».