Escribas del antiguo Egipto y oficinistas de la actualidad comparten características similares no solo en cuanto al trabajo que hacen, sino también en relación con las dolencias propias de esa labor. Se podría decir que la ergonomía no ha hecho mucho veintitantos siglos después. Los escribas tenían un rango social superior al de artesanos y comerciantes, pero inferior al de sacerdotes y nobles. Su estatus se derivaba principalmente de su alfabetización, escasa durante el Imperio Antiguo, hace aproximadamente 4.200 a 4.700 años. Las familias influyentes enviaban a sus hijos adolescentes a formarse para puestos de nivel inicial en la corte real, donde desempeñaban funciones administrativas vitales, como redactar contratos, medir los campos para fines fiscales y registrar el censo de ganado bienal.
Desempeñaban un papel crucial en la administración del Estado. Su tarea consistía en documentar todo, desde oraciones hasta impuestos, y su labor les causó daños óseos. Un reciente estudio publicado en Scientific Reports revela que los escribas sufrían lesiones laborales similares a las que enfrentan los oficinistas modernos.
Petra Brukner Havelková, antropóloga del Museo Nacional de Praga y una de las autoras del estudio, destaca que el trabajo de los escribas no era muy duro. Sin embargo, el carácter repetitivo, así como el tiempo considerable en una posición poco natural, dejaron huella en sus cuerpos. “Los doctores, ortopedistas y terapeutas laborales ahora están investigando la mayoría de las ocupaciones y sus factores de riesgo. Se puede decir que los oficinistas de hoy enfrentan factores de riesgo muy similares a los de los escribas del Antiguo Egipto. Padecen el mismo tipo de presión en las cervicales por las malas posturas. También osteoartritis en la mano o la muñeca por el uso excesivo del ratón o el cálamo respectivamente”.
El hallazgo
Investigadores de museos y universidades de la República Checa examinaron los restos de 69 esqueletos de varones adultos enterrados entre 2700 y 2180 a. C. en una necrópolis de Abusir, un complejo de pirámides y tumbas a pocos kilómetros al sur de El Cairo. Treinta de los restos óseos son presuntamente de escribas, a juzgar por el lugar de enterramiento, el rango social inferido o los títulos encontrados en las tumbas.
Los científicos compararon los esqueletos de los 30 escribas con los de los otros 39 que no lo eran. «Estos 39 individuos pertenecían a los estratos más bajos de la sociedad», dijo Veronika Dulikova, egiptóloga de la Universidad Charles de Praga y autora del artículo. Solo se encontraron ligeras diferencias en la mayoría de los rasgos esqueléticos.
Sin embargo, los escribas casi siempre presentaron una mayor incidencia de enfermedades como osteoartritis, en la que los tejidos de las articulaciones se deterioran con el tiempo. La afección la detectaron los investigadores en las articulaciones que conectan la mandíbula inferior con el cráneo, la clavícula derecha, el hombro derecho, el pulgar derecho, la rodilla derecha y la columna vertebral, especialmente en el cuello.
Representaciones fidedignas
Aseguran que los resultados coincidieron con representaciones artísticas de los escribas egipcios. En estas aparecen en posturas de piernas cruzadas o en cuclillas con una sola pierna, sobre una pila de grano o contando prisioneros de guerra. «En la posición de trabajo típica de un escriba, la cabeza tenía que estar inclinada hacia adelante y los brazos no tenían apoyo, lo que cambiaba el centro de gravedad de la cabeza y ejercía tensión sobre la columna vertebral», dijo Brukner.
El análisis también encontró signos de tensión en el húmero y el hueso de la cadera izquierda, así como depresiones en las rótulas y deterioro en el tobillo derecho. Los investigadores creen que los escribas tendían a agacharse sobre su pierna derecha, pues gran parte del daño se centraba en el lado derecho de los esqueletos. Esto podría explicar por qué sus rodillas derechas eran un punto particularmente común de osteoartritis.
Al igual que los oficinistas contemporáneos, pasaban demasiado tiempo sentados, lo que afectaba sus huesos isquiones y las lumbares. “No tenían sillas o mesas. Las pinturas murales y los textos literarios señalan que usualmente se sentaban con las piernas cruzadas o arrodillados en el suelo. Pero también es cierto que a veces podían ponerse en pie mientras trabajaban”.
Diestros al escribir
Brukner dice que sobre la base de la iconografía y las estatuas se puede suponer que escribían con la mano derecha y enrollaban el papiro con la mano izquierda. Agrega que las deformidades del pulgar de los escribas podrían estar relacionadas con el agarre con el que sujetaban las plumas. “Aunque observamos osteoartritis en el pulgar de la mano derecha en solo el 26% de los escribas, no se produjo en absoluto en los otros hombres”.
Aparte de los cambios en sus columnas y la artrosis de sus manos, muñecas y articulaciones de los hombros, los restos óseos también revelaron cambios en las articulaciones de la mandíbula. Según Brukner, los daños en las articulaciones temporomandibulares, donde la mandíbula se une al cráneo, se encontraron más del doble de frecuencia entre los escribas que entre los no practicaban esos artes.
Aunque la afección puede ser causada por la pérdida de dientes y otras enfermedades dentales, especula que la mayor incidencia entre los escribas podría deberse a una consecuencia de mordisquear las cabezas de las plumas con las que escribían. La pluma de junco egipcia, cortada en diagonal y masticada en la punta para separar las fibras, se parecía menos a una pluma estilográfica que a un pincel pequeño y de punta dura. Cuando las fibras se volvían irregulares, el escriba cortaba la punta y mordisqueaba la siguiente sección.
Señala que era posible que también experimentaran dolores de cabeza e incluso mandíbulas dislocadas debido a su trabajo. «No me sorprendería que los escribas también sufrieran el síndrome del túnel carpiano», dijo. Pero por tratarse de una lesión de tejido blando, no tienen forma de identificarla en el esqueleto.
La ergonomía
Aunque la comprensión científica de la ergonomía era limitada en tiempos antiguos, la preocupación por la salud laboral existía. Hoy en día tenemos más conocimientos y tecnologías para abordar estos problemas. Los avances actuales, como las herramientas de análisis y diseño asistido, permiten adaptar los puestos de trabajo a las capacidades individuales y reducir riesgos.
La ergonomía laboral es la disciplina encargada de mejorar la salud y el bienestar de los empleados en su entorno de trabajo. El objetivo es disminuir los riesgos asociados a los distintos tipos de actividad. Esto redunda en beneficios tanto para las personas como para las empresas. Los principales problemas ergonómicos en las oficinas son la movilidad restringida y las posturas inadecuadas. Al igual que la iluminación deficiente o los excesos con el aire acondicionado o la calefacción. De no corregirse, pueden llegar a provocar una serie de patologías.
Lesiones músculo-esqueléticas en hombros, cuello, manos y muñecas; problemas circulatorios; problemas de columna, que pueden llegar a convertirse en graves y crónicos; síndrome de túnel carpiano, dolores de cuellos y espalda, dolores de cabezas episódicos o crónicos, molestias o dolores en hombros y piernas y problemas visuales, son solo algunas consecuencias negativas sobre la salud.
Clasificación
Si se diseña un buen plan de medidas que eviten daños ergonómicos en el trabajo, los beneficios serán numerosos. El empleado desarrollará sus funciones de manera más segura y será más eficiente al sentirse protegido y cuidado. Hay áreas en las que estos riesgos son frecuentes debido al tipo de mobiliario, la temperatura ambiente o, por ejemplo, la luz. Por eso resulta necesario que se implementen medidas de ergonomía en oficinas para que todo el personal pueda trabajar en óptimas condiciones.
La ergonomía laboral se clasifica en tres ramas. La ambiental, que se dedica a tratar el ambiente sonoro, visual y la temperatura de una oficina, fábrica o cualquier centro de trabajo. La física, dedicada al diseño del puesto, los equipos y la carga física del trabajo. Y la temporal, referente al establecimiento de horarios, turnos, descanso activo y ritmos de la jornada laboral.
En base a estas tres clasificaciones, el experto en ergonomía laboral buscará que exista un confort ambiental. Este se consigue con la ausencia de ruido, un nivel de iluminación adecuado y una temperatura ideal para los trabajadores. Además, se encargará de analizar y seleccionar las herramientas y equipos adecuados. Por ejemplo, poner especial foco en el mobiliario, ya que se debe adaptar para que no cause ninguna lesión. Al empleado se le indicará cuál es la postura más adecuada para realizar sus tareas habituales y la relevancia del descanso durante la jornada.
Analizar los puestos de trabajo
Algo primordial para alcanzar la ergonomía laboral es detectar los riesgos de fatiga física y mental. Los requerimientos físicos durante la realización de la jornada laboral deben ser moderados. En los centros de trabajo el cansancio físico y mental puede estar provocado por el esfuerzo general, la manipulación manual de ciertas cargas y movimientos repetitivo. Por ello es esencial que se aplique la ergonomía laboral para corregir estos riesgos y promover un ambiente de trabajo más sano.
El diseño del puesto o incluso la instalación de determinadas tecnologías forman parte del empleo de esta disciplina, pensada para salvaguardar la salud y el bienestar de las personas en el entorno laboral. Es de utilidad para optimizar la relación de las personas con sus herramientas o equipos de trabajo, independientemente de la labor que desarrollen.
Estos objetivos deben estar presentes en cualquier plan de prevención de riesgos laborales que se dedique a la ergonomía en el trabajo. La meta es evitar que en el desarrollo de su trabajo el personal sufra riesgos ergonómicos o vean afectado su bienestar físico y mental.
Beneficios de la ergonomía laboral
Los beneficios de la ergonomía laboral se reflejan cuando se cumplen con las necesidades y demandas de los empleados y se crea un entorno de trabajo más seguro. Algunos de ellos son:
- Los trabajadores serán más productivos y eficientes porque verán mejorada su salud y bienestar.
- Se crean puestos mucho más confortables y seguros. Esto evitará que la salud física y mental de la plantilla se vea mermada.
- Facilita la introducción de nuevas tecnologías que conducen a la automatización de procesos y, por ende, a la optimización del tiempo durante el cual se realizan las tareas.
- Reduce muchas de las lesiones y dolencias físicas que se producen en el centro de trabajo al emplear una correcta ergonomía. De esta forma, las bajas médicas o las ausencias por causas de este tipo se verán reducidas.
- Permite un ambiente de trabajo confortable, donde los trabajadores se sienten cómodos y seguros para desempeñar eficientemente todas las tareas.
- Aumentan la motivación. El buen ambiente en el trabajo es clave para que los empleados se sientan motivados y, por tanto, se impliquen más durante el desarrollo de sus funciones. Este beneficio se genera cuando la ergonomía se aplica en el entorno laboral de forma correcta.
Dejar el pasado
Cada día son más los profesionales sanitarios y técnicos en prevención y salud laboral que advierten de los peligros de los trabajos que implican estar sentado por tiempo indefinido. Pueden llegar a provocar problemas de salud graves relacionados sobre todo con una circulación sanguínea deficiente, especialmente de las piernas.
Entre los consejos para evitar lesiones y enfermedades relacionadas con el trabajo en la oficina está el uso de muebles y equipos de oficina fabricados con los últimos avances y aplicaciones a nivel ergonómico. Mesas con la forma y dimensiones adecuadas, sillas regulables, puntos de luz (lámpara de mesa, fluorescentes) que iluminen adecuadamente sin provocar destellos. También pantallas de ordenador regulables y con el brillo y contraste preciso, etc. Igualmente, es importante la postura corporal. Mantener la columna vertebral erguida y pegada al respaldo de las silla. Por desgracia, está muy arraigado entre los trabajadores de oficina la perniciosa la costumbre de inclinarse o encorvarse hacia el escritorio, sobre todo al escribir sobre el teclado.
Se debe evitar el estrés con pausas y ejercicios de relajación para evitar que los músculos se pongan demasiado tensos y hacer una presión excesiva sobre las vértebras. Intentar que los brazos se apoyen al teclear y usar el ratón. La falta de apoyo significa una tensión muscular y esfuerzo adicionales que puede provocar dolores e incluso lesiones. La utilización de un reposa-pies favorece el retorno venoso.
Poner la pantalla del ordenador frente al usuario sirve para eliminar posturas forzadas del cuello y a una distancia equivalente al brazo extendido para evitar problemas oculares. Los documentos deben estar en un atril para alejar problemas cervicales. Además de estas medidas, es fundamental realizar ejercicio moderado cada día (andar, bicicleta, footing) para contrarrestar el excesivo sedentarismo del trabajo de oficina.