Con las políticas energéticas y medioambientales actuales, calentaremos el planeta mucho más que dos grados por encima de las temperaturas preindustriales. Y seguirá calentándose porque no sabemos cómo presionar a la economía, la industria y la tecnología para reducir las emisiones. Pasarán 30 años hasta conseguirlo, pero el cambio saldrá adelante. Es más barato, limpio y justo.
The Global Carbon Project se estableció en 2001 en reconocimiento del desafío científico y la importancia crítica del ciclo del carbono para la sostenibilidad de la Tierra. Una década después, el GCP continúa trabajando con la comunidad internacional para liderar y promover un esfuerzo de investigación coordinado. Se trata de un proyecto de investigación global de Future Earth y el Programa Mundial de Investigación Climática. Se formó para trabajar con la comunidad científica internacional para establecer una base de conocimientos común y mutuamente acordada para apoyar el debate sobre políticas y la acción para frenar y, en última instancia, detener el aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera.
La comprensión abrumadora de que el cambio climático antropogénico es una realidad ha centrado la atención de la comunidad científica, los responsables políticos y la sociedad sobre las crecientes concentraciones atmosféricas de los principales gases de efecto invernadero, dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O).
El GCP ha abordado este desafío centrándose en los ciclos biogeoquímicos globales que rigen estos tres gases de efecto invernadero, incluidos sus impulsores naturales y humanos, y las oportunidades para soluciones y alternativas bajas en carbono.
Desde 2001, Pep Canadell, doctor en Ecología Terrestre por la Universidad de Barcelona, es director ejecutivo del Global Carbon Project e investigador del centro de Investigación Marina y Atmosférica de la Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation, en Canberra (Australia). Fue director ejecutivo del Global Change and Terrestrial Ecosystems Project (1995-98) en la universidad Stanford (EE. UU.) y director del Impact Center en Bogor, Indonesia. Participó en la redacción del cuarto informe del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (2007).
¿Cómo afectará la crisis de Ucrania la transición energética?
A largo plazo, la crisis de Ucrania acelerará la transición a energías limpias. La crisis actual enseña que lo que fue en el pasado una estrategia para profundizar las relaciones entre Europa y Rusia, especialmente para Alemania (el país con más consumo energético de Europa), a través de la creación de dependencia energética y sus transacciones financieras, no ha salido como estaba planeado. Ahora, una estrategia urgente de salida se ve imprescindible.
Parece que dos décadas intentando una mejor integración de Rusia con Europa y el mundo han desaparecido en cuestión de días. A corto plazo, podríamos ver un aumento de las emisiones de Europa e Inglaterra si el suministro de petróleo y gas natural se ve comprometido, pues una de las maneras más rápidas de cubrir la escasez energética es reactivar centrales térmicas que están operando a medio gas o que estaban en vías de jubilarse. Intentar reducir el consumo en Europa puede ayudar un poco, pero no podría cubrir el agujero energético si Europa o Rusia deciden cortar la transferencia de combustibles fósiles.
El sector ha estado más expuesto que la mayoría a la subida de los precios de las materias primas y a los cuellos de botella en la cadena de suministro. ¿A corto plazo, las perspectivas son desoladoras?
Hasta ahora, los mercados mundiales han reaccionado a la percepción de los posibles riesgos de la guerra más que ante una escasez real de petróleo, gas natural, granos y minerales que Rusia exporta al mundo. Sin embargo, el corte abrupto de suministro de combustibles fósiles a Europa e Inglaterra tendría unas consecuencias terribles para la económica europea, con repercusiones globales.
Otros países exportadores de petróleo, gas natural y carbón como Estados Unidos y Australia podrían intentar llenar el vacío, pero pasarían años antes que una reorganización global de la producción y comercio internacional pudiera mejorar la crisis económica.
En estos momentos, estamos más atentos ante las decisiones de Rusia de cortar suministros a Europa, y también de las sanciones económicas particularmente de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
¿De qué forma habría que presionar a la economía, la industria y la tecnología para reducir las emisiones?
Tenemos ahora buenas herramientas que ha sido probadas con éxito para dirigir la economía hacia energías limpias y fuera de los combustibles fósiles. Estas incluyen los mercados de carbón como el europeo, el mover finanzas lejos de los combustibles fósiles por sus riesgos de retornos a la baja en el futuro, el establecimiento de objetivos numéricos para reemplazar infraestructuras que dependen de combustibles fósiles.
Ahora, que más de 100 países se han comprometido a tener emisiones cero en el horizonte de 2050, es imprescindible que cada nueva inversión económica sea evaluada por su consistencia con el objetivo de emisiones cero.
“Además de lo que China haga a nivel nacional con sus propias emisiones, el resto del mundo depende en buena parte del gran potencial industrial de China para producir paneles solares, turbinas de viento, electrolizadores para hidrógeno y otras tecnologías”
Nos tenemos que preguntar si cada nueva inversión en un proyecto de infraestructura ciudadana o energética persigue una reducción rápida de emisiones y su eliminación completa para el 2050. Aunque tenemos las herramientas para alcanzar este objetivo, el desafío más importante es el de desarrollar esta nueva economía e infraestructura energética con emisiones bajas a una velocidad que pocos gobiernos y corporaciones entienden, sobre todo si queremos estabilizar el calentamiento global a menos de dos grados centígrados como estableció el Acuerdo Climático de París.
¿No es un sinsentido que la Unión Europea incluya en la taxonomía al gas y la nuclear como energía verde?
Es muy probable que el gas natural tenga que jugar un papel pequeño, pero muy estratégico en la nuevo modelo económico y energético. Dicho esto, al gas no se le puede dar el diploma de energía verde ni un pasaporte para desarrollar infraestructuras sin una perspectiva de uso pequeño y muy estratégico. Sobre la nuclear, produce una energía “limpia” desde un punto de visto climático, y tendrán que ser las naciones europeas y sus ciudadanos quienes decidan si quieren ver un aumento de la energía nuclear en sus países. Globalmente, la energía nuclear está aumentado, particularmente en Asia, y algunos analistas también le dan un papel pequeño, pero muy estratégico en el sistema energético del futuro.
¿Qué cambios debería introducir el actual modelo energético?
Una cosa que hemos aprendido estos últimos 10 años es que tenemos que electrificar la económica global tanto como podamos. Era algo que una década antes no teníamos claro, cuando todavía hablábamos de la posibilidad de una económica dominada por el hidrógeno, captura y almacenamiento del carbón o una economía verde dominada por los biocombustibles. Parece que sí hay un lugar para todas estas tecnologías, pero que todo lo que podamos electrificar nos saldrá más barato. Sabemos muy bien cómo hacerlo y con riesgos menores para la sustentabilidad global de nuestra cadena de suministro. Esto implica que las energías limpias van a necesitar cantidades muy grandes de metales, algunos muy raros, y que tendremos que solucionar cuestiones de suministro y búsqueda de alternativas para no tener cuellos de botella.
China puede convertirse en el primer y único exportador del gas y del petróleo ruso. ¿Cuál debe ser el papel del gigante asiático en la transición energética?
Creo que será imposible descarbonizar el mundo sin la ayuda de China. A corto y medio plaza podría ser que China acabe siendo el único importador importante de combustibles fósiles de Rusia, particularmente de gas natural. Sin embargo, China está muy comprometida con el desarrollo y despliegue de energía limpias, incluyendo la energía nuclear, por razones tanto de salud como de cambio climático y compromiso internacional tras respaldar el Acuerdo de París. Además de lo que China haga a nivel nacional con sus propias emisiones, el resto del mundo depende en buena parte del gran potencial industrial de China para producir paneles solares, turbinas de viento, electrolizadores (para producir hidrógeno) y otras tecnologías que necesitamos a precios asequibles para apoyar y dirigir la gran transformación necesaria a una gran velocidad. Necesitamos reducir emisiones hasta un 50% cada década hasta que llegamos a cero emisiones.
¿Qué se está haciendo mal en la gestión del carbono?
Aunque haya algunos países como Rusia que no están haciendo nada para la transformación de sus sistemas energéticos, la gran transformación hacia energías limpias ha empezado en la mayoría de los países que más contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero. Tenemos a más de 40 países con emisiones a la baja. El gran problema es que la transformación energética actual está avanzando a paso de tortuga si la comparamos con lo que necesitamos. En estos momentos, con las políticas energéticas y medioambientales de los diferentes países, calentaremos el planeta mucho más que dos grados por encima de las temperaturas preindustriales.
El Global Carbon Project ha publicado el informe Reducciones y Compensaciones de Carbono con una serie de recomendaciones para personas e instituciones que quieran participar en este mercado voluntario. ¿En qué consiste?
Cada individuo, institución o corporación puede preguntarse si cualquier nueva inversión o actividad persigue el objetivo de una reducción de emisiones a corto y largo plazo. Y también preguntarse si uno puede hacer lo mismo con menos energía, no necesariamente más con menos, pues con frecuencia sabemos cómo ser más eficientes, pero lo que ganamos por un lado lo perdemos por otro porque hacemos más. Este es el efecto rebote. Los refrigeradores son cada día más eficientes energéticamente, pero compramos cada día refrigeradores más grandes.
El Global Carbon Project apoyó mucho el desarrollo de un mercado voluntario cuando los gobiernos no estaban todavía comprometidos con la gran transformación energética. Ahora vemos que es importante que todos los actores de nuestra economía participen en la descarbonización, pero también vemos que lo que es simplemente voluntario debe pasar a ser obligatorio a través de políticas energéticas y señales en los precios para que alienten las actividades y productos con una huella de carbono más pequeña.
Usted afirma que la mitad de los políticos que dicen que van a cumplir con los objetivos de descarbonización estarán muertos en 2050. Un futuro muy pesimista… ¿no?
Tenemos un problema con los compromisos políticos para el 2050. Sabemos que la política no se rige por objetivos que deben conseguirse en 30 años. Debemos demandar que los gobiernos con compromisos de emisiones cero para 2050, 2060 o 2070, como así lo han anunciado, desarrollen un plan detallado con los objetivos a alcanzar cada año, para cada periodo de cinco años y para cada década acordes con el objetivo final de emisiones cero. De esta manera, podemos asegurar que estamos dando los pasos adecuados y suficientes, y podemos hacer responsables a los gobiernos si se quedan cortos con los objetivos establecidos.