El cambio climático ejerce una acción nociva y cíclica en los bosques. Los debilita y los hace vulnerables y, por supuesto, en esas condiciones no pueden regular el clima y el ciclo hidrológico. Los bosques cubren algo más de la tercera parte de la masa terrestre de Europa. Pero por las alteraciones ambientales se están perdiendo en forma alarmante.
Los incendios forestales, las sequías, las tormentas de viento y las plagas de insectos se están multiplicando a causa del calentamiento global. De tal manera que más de la mitad de los bosques europeos corren peligro, advierte un estudio realizado por un equipo internacional de investigadores. Lo auspició la Comisión Europea y y lo lideró el Instituto Max Planck de Biogeoquímica en Jena, Alemania.
Los científicos esperan que los regímenes de perturbación de los bosques se intensifiquen a medida que cambia el clima de la Tierra. En el estudio cuantifican la vulnerabilidad de los bosques europeos a los incendios, las corrientes de aire y los brotes de plagas de insectos durante el período 1979-2018. La integración de datos de las alteraciones muestran que alrededor de 33.4 00 millones de toneladas de biomasa forestal podrían verse seriamente afectadas por las perturbaciones. Con mayores pérdidas relativas cuando se exponen a vientos (40%) e incendios (34%), en comparación con brotes plagas de insectos (26%).
Los investigadores indican que aún existen en 34 países europeos bosques primarios o vírgenes, en los cuales los procesos ecológicos siguen una dinámica natural, sin intervenciones humanas. En 2018 sumaban una superficie de 13.800 kilómetros cuadrados y a la fecha se han reducido.
En ese sentido, adelantan que los bosques de coníferas boreales de las regiones frías y los bosques secos de la península Ibérica se cuentan entre los ecosistemas más frágiles y más expuestos al cambio climático.
Los bosques de Europa en franca amenaza
El estudio “Vulnerabilidad emergente a las alteraciones provocadas por el clima en los bosques europeos” lo publicó Nature Communications. “La experiencia de los últimos años, especialmente desde 2018, ha demostrado que la amenaza que representan las plagas de insectos para los bosques ha aumentado con el cambio climático. Eexiste el riesgo de que un mayor calentamiento climático aumente la tendencia”, dice Henrik Hartmann, líder del grupo de investigación.
Sostiene además, que los bosques normalmente están bien adaptados para hacer frente a extremos climáticos ocasionales. Pero el hecho de que ahora ocurran con tanta frecuencia y repetidas veces hace que la excepción sea la norma. «Y los bosques de Europa no pueden hacer frente a esa situación”, refiere el coautor del estudio.
En la exploración precisan que los árboles grandes y viejos son particularmente vulnerables al cambio climático. Por ejemplo, en los hayedos de Europa Central, en los últimos años de sequía han provocado que un número cada vez más elevado de árboles viejos murieran repentinamente. La razón consiste en “el estrés” que deben soportar para transportar el agua desde el suelo hasta las copas más altas. Como resultado, los árboles grandes son más susceptibles a las enfermedades durante las sequías.
Los bosques de Europa no desaparecerán necesariamente, pero podrían verse “seriamente dañados por perturbaciones inducidas por el cambio climático”. En consecuencia, comentan, importantes servicios de los ecosistemas podrían verse afectados por la pérdida de árboles. En especial los grandes y viejos.
Cuencas mediterráneas, con pronóstico reservado
Otro informe sobre el cambio climático y los bosques de Europa, elaborado por la Red Euromediterránea (Medecc) indica que la cuenca mediterránea es “uno de los principales focos de cambio climático y medioambiental”. Al haberse calentado aproximadamente 1,5 °C desde la época preindustrial, un 20% más rápido que la media mundial.
Argumentan los científicos que si no se aplican medidas inmediatas, la temperatura regional aumentará 2,2 °C para 2040, superando posiblemente los 3,8°C en algunas subregiones en 2100. Este aumento de las temperaturas provocará “olas de calor más significativas y duraderas”. Con el consiguiente impacto para los 500 millones de personas que residen en la cuenca mediterránea, y “la degradación de los bosques”.
Igualmente resaltan que los grandes incendios “provocados por el calor y la sequedad, pero también por los cambios en el paisaje”, han destruido “una cantidad récord de áreas boscosas en los últimos años. Dañando la biodiversidad y también su capacidad de absorción de CO2”.
En sus proyecciones estiman que el área quemada a futuro podría aumentar “hasta un 40% solo con un escenario de calentamiento de 1,5 °C”.
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