Para Pedro Werneck, fundador del Instituto da Criança de Brasil, todo empieza cuando comprendemos que en la sociedad actual vivimos divididos en dos grupos: los que pueden colaborar y los que necesitan su ayuda. ¿De qué lado estamos? La solidaridad nunca ha sido más necesaria. Necesitamos hacer de la sociedad un lugar más digno y menos desigual. La exclusión social y el desequilibrio ambiental, que ya eran alarmantes, se hacen aún más evidentes debido a la pandemia de Covid-19. “Empiezas pensando en favorecer al otro y acabas descubriendo que fue tu propio gesto el que le hizo sonreír”.
El Instituto da Criança es una ONG que nació para promover el desarrollo humano. A través de la inversión social privada y la gestión de proyectos, la organización inspira la práctica de la solidaridad. Con 27 años de historia, el Instituto funciona como un nexo entre personas y empresas que pueden y están dispuestas a contribuir, pero no saben cómo hacer que esta inversión llegue a quienes realmente la necesitan.
La institución conecta y articula estos dos grupos, asesorando a las empresas y dirigiendo los recursos financieros, humanos, materiales y de conocimiento técnico para promover el desarrollo social. Anualmente invierte en proyectos y campañas de educación, ciudadanía, generación de ingresos y desarrollo comunitario.
Su presidente y cofundador es Pedro Werneck, un empresario social. Durante muchos años ejerció como socio-director de empresas en diferentes negocios en los segmentos de comercio, finanzas, turismo y educación. En 1994, llevó a cabo iniciativas sociales de manera informal. Con el paso del tiempo, se le dio un nombre a este movimiento que formaba redes corporativas entre los que necesitaban apoyo y los que podían apoyarlo. Nació el Instituto da Criança.
La historia del Instituto da Criança es inspiradora y hoy la organización está clasificada como una de las 100 mejores ONG del mundo. ¿Cómo ha ocurrido todo esto?
En 1994, junto con mis hermanos Carlos, Zeca y Maria Luiza Werneck, tras conocer la historia de una familia, puse en marcha de manera informal iniciativas sociales en beneficio de las personas. Entonces empezamos a apoyar a una institución que ayudaba a los niños sin familia y a las víctimas de la parálisis cerebral. En 1998 se formalizó el Instituto da Criança con el objetivo de promover que la ONG se estructurara desde el punto de vista financiero, jurídico y administrativo. Descubrimos que la unión de las personas tiene la capacidad de transformar vidas.
El eje ideológico del trabajo es la solidaridad. Este sentimiento está en el corazón de todos. La gente quiere ayudar, pero a veces se retrae porque tiene miedo. ¿De qué tiene miedo?
La solidaridad está en el corazón de todos nosotros, al igual que otros sentimientos como el amor, la añoranza, la tristeza, pero lamentablemente la gente suele preocuparse por el compromiso y la responsabilidad de lo que viene después. Y así la solidaridad se ahoga.
¿La felicidad está en dar más que en recibir?
A menudo digo que dar es un acto inverso. Ofrecemos algo, pero en el fondo somos nosotros los que recibimos. No es un bien material, pero sí recibimos la percepción del valor de nuestra vida humana al poder servir y ser útiles a otra vida.
Agradecer no basta, ¿es necesario actuar?
Sí. Es importante que tengamos conciencia social y actuemos a favor de los que más lo necesitan. La gratitud no puede considerarse un fin. Debe servir como inicio de un proceso de ejercicio de la solidaridad. Ser agradecido es importante, pero debemos ser coherentes con nuestra gratitud. Esta coherencia, en mi opinión, pasa por hacer. Es decir, dar un poco de lo que la vida nos ha ofrecido.
¿Hasta qué punto nos enfrentamos a una crisis humanitaria y económica sin precedentes que cambiará nuestro mundo para siempre?
Con la pandemia, el mundo se prepara para una nueva crisis económica. Varios países han revisado sus previsiones de crecimiento y están impulsando un conjunto de medidas para superar este momento. Como no sabemos con certeza cuánto durará, es difícil predecir cómo se comportará la economía.
La COVID ha acentuado la vulnerabilidad y la exclusión, además de un grave desequilibrio medioambiental. ¿Cómo construir una sociedad más digna en la que todos tengan las mismas oportunidades?
La desigualdad social descarta la idea de que la COVID sea una enfermedad democrática que afecta a todos los ciudadanos por igual. En realidad, el virus afecta a todos, pero sus efectos no se expresan democráticamente, sobre todo por la insuficiencia histórica de las políticas públicas, las diversas vulnerabilidades a las que está expuesta una fracción importante de la sociedad y la atención del Estado a sus ciudadanos.
Por eso, en 2020, el Instituto da Criança se convirtió en el gestor social de la salud de União Rio, un movimiento voluntario de la sociedad civil de Río de Janeiro que reúne a personas, empresas y ONG con el objetivo de preservar vidas. Actuando en dos frentes planteamos las principales demandas en el ámbito de la salud y en el del apoyo a las comunidades vulnerables. Además, el Instituto de la Infancia se unió a varios socios para mitigar los impactos de la pandemia. En total, se realizaron 21 campañas de donación de alimentos y artículos de higiene y limpieza.
¿De qué manera ha influido la COVID en la transformación de entidades del tercer sector?
La asistencia social, la atención sanitaria, las actividades extraescolares y otros servicios cruciales prestados por organizaciones sin ánimo de lucro tuvieron que ser interrumpidos, lo que supuso una presión aún mayor para los ciudadanos que dependen de estos servicios. Las ONG que celebran actos de recaudación de fondos, como bazares, subastas, cenas y almuerzos benéficos, han perdido ingresos. Mientras tanto, podemos ver acciones inspiradoras dirigidas por la comunidad y ONG queinvolucran a sus comunidades en la lucha contra la pandemia. Debemos reinventarnos siempre.
La sociedad tiende hacia la desigualdad y la polarización. ¿Cómo contribuye el tercer sector a la generación de confianza y cohesión?
Gracias a las asociaciones con las empresas, así como al apoyo mutuo, a las personas comprometidas que trabajan en las ONG, el sector no lucrativo puede ser más sólido y contribuir de forma estable a la sociedad.
Su labor depende demasiado de recursos externos tanto públicos como privados. ¿Cómo implementar la generación de nuevas fuentes de recursos tanto compartidos como procedentes de actividades propias?
El Instituto da Criança tiene varias campañas con particulares y empresas para dar sostenibilidad a sus acciones de responsabilidad social. Podemos mencionar la Campaña de Cuotas, que se puso en marcha con el objetivo de lograr un equilibrio financiero para aportar más estabilidad. A través de la campaña, el Instituto comparte la coautoría de sus resultados sociales y su reputación con las empresas asociadas que forman parte del grupo de cuota. También creamos campañas de microdonaciones en colaboración con restaurantes, hoteles y tiendas.
“SOLO ASÍ PODREMOS TENER FUTURO”. Con muchos años de colaboración altruista entre Brasil y España y experiencia en el tercer sector, nace Instituto Criança de España, una ONG independiente unida a la matriz Instituto da Criança en Río de Janeiro. Su propósito claro es transformar la vida de los niños huérfanos y en exclusión social. Esta es la vocación de su fundadora, Felisa Herrera, filántropa, amante de Brasil, con una historia inspiradora tras haber vivido en una comunidad como Bangu, en Río de Janeiro.
¿Qué peso tiene la resiliencia a la hora de dar respuesta a las demandas sociales?
Con resiliencia es posible adaptarse al cambio, superar obstáculos y resistir la presión de las situaciones adversas. En el tercer sector nos enfrentamos a muchas carencias de recursos. El poder de resiliencia de los emprendedores sociales, que están al frente de estas organizaciones, es fundamental para el éxito, ya que están impulsados por un sentido de urgencia y no temen el reto de transformar vidas.
¿La educación, la generación de ingresos, el desarrollo local y la salud son las principales áreas de actividad en Latinoamérica? ¿Qué carencias presentan?
Sin duda, la educación desempeña un papel crucial en la actividad económica de cualquier país, por lo que la relación entre la escolaridad media de la población y la renta per cápita es directamente proporcional. Con esta constatación, la generación de ingresos podría mejorarse a partir del aumento del nivel de educación entre los jóvenes y los adultos.
¿Debería insistirse más en aspectos más sensibles como los derechos humanos y la corrupción?
Sí. Es fundamental.
Para implementar el impacto social de la solidaridad propone actuar como un agente multiplicador social. ¿De qué manera?
Hay muchas formas de ejercer la solidaridad. Ser amable y respetuoso con las personas que nos rodean es una de ellas. Generar amabilidad, convertirse en voluntario, contribuir con donaciones financieras y materiales a las instituciones sociales son siempre bienvenidas.
Usted asesora a las principales empresas que operan en Brasil para orientar sus inversiones sociales y sus políticas de responsabilidad social. ¿Cómo formar en valores a las empresas que quieren ayudar –y no saben cómo– a quienes necesitan ayuda?
El Instituto da Criança viene atendiendo las demandas de las empresas ofreciendo consultoría estratégica en responsabilidad social y sostenibilidad desde hace 10 años, creando asociaciones con más de 70 empresas. Esta experiencia nos ha demostrado que desde el primer momento del diseño del proyecto es importante establecer las premisas esenciales de nuestro trabajo.
Al llevar al día a día valores como la elección de la mejor metodología, el respeto por las personas y los territorios que serán beneficiados, la transparencia en las relaciones, la seriedad en la inversión de recursos y en la rendición de cuentas y, principalmente, la búsqueda de resultados creamos la base para una relación de intercambio de experiencias entre nosotros y los equipos que lideran el ámbito de la responsabilidad social dentro de las empresas.
Esta relación apoya por sí misma la maduración de las empresas en cuanto a los valores que deben guiar todas las acciones, desde las más filantrópicas hasta las más estratégicas. Además, siempre que es posible, presentamos en nuestros proyectos la realidad del tercer sector, las instituciones sociales y las buenas prácticas, para acercar a los que quieren ayudar a los que lo necesitan, teniendo en cuenta la realidad de las dos caras de la moneda.
“Ser agradecido es importante, pero debemos ser coherentes con nuestra gratitud. Es decir, dar un poco de lo que la vida nos ha ofrecido”
¿De qué manera se entiende el concepto de empresa social en la época de la codicia y la ambición sin límites?
Entendemos que la empresa social serían las llamadas empresas sociales, es decir, son soluciones empresariales para problemas sociales y medioambientales. Tenemos algunos ejemplos exitosos de este tipo de acción, que también se conoce como sector 2.5. En los negocios sociales existe el compromiso del empresario y su equipo de mejorar la calidad de vida de la población de bajos ingresos mediante la venta de un producto o servicio que contribuya a ello.
Por ejemplo, una empresa llamada Verbem que ofrece gafas graduadas de bajo coste para democratizar el acceso a este producto. Además de ofrecer un producto de calidad y barato, dona una gafa gratis con cada gafa vendida.
Este modelo de negocio ha tenido mucho éxito porque al vender el producto que genera el beneficio social se hace capaz de sostenerse, sin necesidad de depender de donaciones o de la recaudación de fondos, como es el caso de las ONG.
Por otro lado, el Instituto da Criança es una ONG y presta servicios de asesoramiento como forma de satisfacer las necesidades de las empresas, recaudando recursos para nuestra actividad principal, que es contribuir al desarrollo social. Ambos son modelos necesarios para el equilibrio de la sociedad actual, en profunda crisis, y que necesita repensar sus modelos económicos.
Para la mayoría de las empresas la responsabilidad social o la sostenibilidad son solo etiquetas que dan buena imagen y que compran como inversión publicitaria. ¿Es posible superar esta hipocresía y alcanzar un auténtico compromiso social y solidario con quienes tienen la capacidad de invertir en el bienestar de las personas?
Nuestra proximidad con las empresas inversoras nos muestra que ese aspecto de que la mayoría invierte solo para obtener un rendimiento de su imagen ya no es la base de sus acciones. Hoy en día, la responsabilidad social y la sostenibilidad se ven como una inversión que puede ser el paso fundamental para garantizar su propia supervivencia y permanencia en el mercado.
La percepción que la gente tiene de las marcas y las empresas ha cambiado considerablemente. Si hace unos años los objetivos de marketing se centraban únicamente en aumentar los beneficios, hoy es necesario pensar más allá. Esta nueva percepción pública ha hecho que la preocupación social prevalezca sobre las aspiraciones financieras. Invertir en lo social es una forma de invertir en el crecimiento del público consumidor de la empresa.
Se trata de garantizar que cada vez más personas tengan el derecho y la posibilidad de consumir dichos productos, generando una situación de beneficio mutuo. Por ello, creemos que es posible crear una nueva cultura de compromiso social en las empresas. También consideramos que el movimiento ESG (que representa las tres dimensiones de la sostenibilidad: medioambiental, social y de gobernanza) promovido por los principales inversores del mundo es un agente clave de este cambio.
Las empresas que no organizan sus estructuras para reducir y revertir sus impactos socioambientales y contribuir al desarrollo social están perdiendo, y perderán cada vez más, inversiones relevantes. La agenda ESG, aunque todavía se está estructurando en todo el mundo, trae consigo exigencias consistentes en sus requerimientos. O las empresas hacen de la sostenibilidad una cultura corporativa o no la cumplirán. Entendemos que afortunadamente este es un camino sin retorno.
Los problemas que vemos en la sociedad son muy difíciles, parecen gigantescos, pero usted cree que podemos cambiar el mundo que nos rodea. ¿Cómo tiene que ser este cambio?
No hay duda de ello. A menudo digo que no podemos cambiar el mundo entero, pero podemos cambiar el mundo que nos rodea. Pequeñas actitudes para algunos pueden ser enormes para los que más necesitan apoyo.
Frente al poder de los Estados y las corporaciones, reivindica el pequeño poder de cada uno de nosotros. David frente a Goliat. ¿Cómo usar ese poder para que pueda vencer a los gigantes?
El poder de cada uno de nosotros se vuelve gigantesco si nos unimos. Hacer que este colectivo, llamado sociedad civil, sea cada vez más fuerte y se integre en redes de colaboración y diálogo es el camino para el tan necesario cambio de rumbo del planeta. El mismo diálogo debe impregnar las relaciones con los Estados y las empresas, transformando esta pequeña potencia en algo grande. Desde esta perspectiva, el gigante que tenemos que vencer es la miseria y la falta de dignidad de la vida humana.