EL COLUMNISTO
Los entresijos de la política.
Por Iñigo Aduriz
24/02/2016
«Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros», decía Groucho Marx. Son muchos los políticos que a lo largo de la historia han hecho de esa frase el eje de acción de sus políticas y de sus ideas. Pero no deja de llamar la atención que un dirigente de la era de la nueva política, que se considera a sí mismo impulsor del cambio y la regeneración como el líder del PSOE, la haya cumplido tan al pie de la letra. Con su acuerdo de gobierno con Ciudadanos (ver PDF) el Pedro Sánchez de centro se sitúa contra el Pedro Sánchez de izquierdas previo al 20 de diciembre.
«Las nuevas formaciones tienen mucho de viejos conocidos. Ciudadanos tiene mucho que ver con las Nuevas Generaciones del PP«, decía el máximo dirigente socialista en noviembre, en plena campaña electoral. «España no necesita más derechas», añadía, en alusión a Albert Rivera. «No creo que la solución a la crisis de España sea ni la derecha de Rajoy, ni la suma de las derechas, la de Rivera y la de Rajoy», insistía.
El punto álgido de las críticas al partido naranja llegó cuando la hoy diputada de Ciudadanos en el Congreso, Marta Rivera de la Cruz, equiparó en un debate en televisión la violencia machista con la que se produce en el entorno familiar. Los socialistas, con Sánchez a la cabeza, se revolvieron contra la propuesta de reforma de la ley de violencia de género que se incorporaba en el programa electoral de los de Albert Rivera, descalificando a éste por derechista y por ser contrario a la igualdad, una de las banderas del PSOE.
«A izquierda y derecha»
«España quiere izquierda y quiere cambiar», decía el líder socialista el mismo día de las elecciones, dando a entender que en el caso de que Rajoy no lograra formar gobierno él intentaría presidir uno formado con Podemos e IU. Esta es la fórmula que reivindicó los primeros días, e incluso durante el Comité Federal del 28 de diciembre que ratificó –no sin críticas– esa opción de pacto de izquierdas.
Pero ni los barones ni la dirigente con más peso orgánico del partido, Susana Díaz, querían ningún acuerdo con Pablo Iglesias. O al menos no sólo con Pablo Iglesias. Y Sánchez pareció decirle a la presidenta andaluza esa frase de Marx: «Si no te gustan mis principios, Susana, tengo otros».
El líder del PSOE cambió entonces radicalmente su discurso respecto a la formación que dirige Albert Rivera. “Quiero entenderme tanto con Podemos como con Ciudadanos”, aseguraba ya el 11 de enero, antes de insistir que no descartaba dialogar con ninguna fuerza política y que tendería la mano “a izquierda y derecha”.
El nuevo socio
A partir de ese momento su prioridad fue otra. Con Ciudadanos pactó la composición de la Mesa del Congreso de los Diputados y el nombramiento de Patxi López como presidente de la cámara. Con la formación naranja es con la que más veces se ha reunido el equipo negociador del PSOE y con ella es con la que finalmente se ha logrado el acuerdo de gobierno que se ha escenificado este miércoles con el apretón de manos entre Sánchez y Rivera.
La opinión mayoritaria es que el líder socialista saldrá reforzado gracias a este acuerdo, incluso aunque no consiga los apoyos parlamentarios necesarios para llegar a La Moncloa en las sucesivas sesiones de investidura que se avecinan en las próximas semanas. No es difícil que la percepción general sea esa, la de su refuerzo, sobre todo cuando su principal competidor es el Rajoy más inmovilista y símbolo de la etapa más corrupta del PP. El líder del PSOE presiona así a Podemos o IU para que le apoyen y para que así el PP se quede sin opciones, y se trabaja su imagen de responsabilidad y de hombre de Estado de cara a unas hipotéticas elecciones.
Las preguntas
Pero si de verdad quiere que el acuerdo sea útil, Sánchez deberá aclarar numerosas cuestiones en los próximos días, sobre todo ante la consulta a la militancia que se celebrará el sábado 27 y el Comité Federal del lunes 29: ¿Renuncia a ser la fuerza con más fuerza de la izquierda para convertirse en la líder del centro? ¿Está el PSOE realmente dispuesto a suprimir las diputaciones cuando controla 17 de ellas? ¿Pretende ignorar el conflicto territorial y el derecho de autodeterminación que se reclama en Cataluña o Euskadi dejando incluso de lado su propuesta de reforma del Estado en clave federal que propuso en campaña? ¿Se ha descafeinado su compromiso contra el machismo?