«La gente compra una chaqueta cada pocos años, pero come varias veces al día. Si vamos a salvar nuestro planeta, debemos empezar por la comida”, dice Yvon Chouinard
Yvon Chouinard es famoso por su historia que, al parecer, no conoce de límites. En su juventud se destacó como escalador, ecologista, surfista y desde hace más de sesenta años, es empresario, visionario y benefactor del planeta. Este multimillonario estadounidense, aunque dice que el dinero no le importa, allana el camino para buscar más y a Patagonia, su empresa de ropa la ha convertido también en fábrica de alimentos, ambos ramos apegados a la sostenibilidad y cuidado ambiental.
Cuenta Chouinard que con frecuencia le preguntan que ¿qué hace una empresa de ropa de montaña vendiendo comida?. Una interrogante similar también se la hicieron en 1968, cuando fabricaba nuevas herramientas para escalar montañas y de repente empezó a vender pantalones cortos, camisetas y pantalones. Todo empezó con Patagonia, el inicio de su emprendimiento y de su imperio.
“El escepticismo”, escribe en la web de Patagonia Provisions, “parece aumentar cuando una empresa se niega a ‘quedarse en su carril’, pero como empresario, veo oportunidades de negocio en todas partes. Como amante de la vida al aire libre, veo una manera de salvar nuestro planeta y sus criaturas, incluidos nosotros, de los hábitos destructivos que hemos inventado para nosotros mismos”.
Entonces decidió ampliar su portafolio y asentarse en el exigido mundo culinario. «La gente compra una chaqueta cada pocos años, pero come varias veces al día. Si vamos a salvar nuestro planeta, debemos empezar por la comida», sostiene este hombre de negocios.
Patagonia, la empresa de ropa se diversifica
El paso transformador de Patagonia Provisions, de empresa de ropa para actividades al aire libre a fábrica de alimentos, tiene el foco primario en la sostenibilidad, afirma el multimillonario.
“La agricultura industrial agota el suelo, envenena el agua y amenaza los espacios al aire libre que tanto amamos”, comenta. “Para proteger la Tierra y nuestro futuro, debemos encontrar una forma mejor de producir los alimentos, procesarlos y consumirlos. Por eso, elaboramos alimentos que restauran el planeta en lugar de destruirlo”.
Al presentar el nuevo negocio, Chouinard confió en que es “un pesimista sobre las perspectivas de la humanidad si continuamos por el camino que estamos recorriendo. Creo que la única revolución que es probable que veamos será en la agricultura sostenible, y quiero ser parte de ella”.
En sus esfuerzos por maximizar la eficiencia y las ganancias, la agricultura industrial se basa en monocultivos anuales, herbicidas y pesticidas tóxicos, fertilizantes sintéticos. Además de un uso derrochador de agua, todo lo cual destruye la capa superficial del suelo mucho más rápido de lo que puede ser reemplazada.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, de continuar degradando nuestro suelo al ritmo actual, solo nos quedarán unas 60 cosechas. ¿Y luego qué?, se inquieta Chouinard.
En su opinión la carne de engorde que consumimos es insípida, inoculada con antibióticos y hormonas de crecimiento. Pollos criados en granjas industriales, huevos pálidos y sin sabor. Cultivos transgénicos empapados en productos químicos. Frutas seleccionadas por su tamaño y velocidad de crecimiento en lugar de por su sabor o valor nutritivo. Incluso si pudiéramos descubrir cómo prolongar el futuro de la agricultura industrial, lo haríamos a un alto costo: correrían peligro nuestros ecosistemas debido a los productos químicos tóxicos y la salud humana se resentiría aún más.
Alimentos orgánicos y amigables con el ambiente
Con Patagonia Provisions, dan un nuevo giro hacia la sostenibilidad que inicialmente buscaron con la ropa y ahora con los alimentos.
La empresa, que mueve muchos dólares en su caja registradora, ofrece mariscos enlatados, boquerones, caballa, mejillones, salmón, sardinas. Así como granos, diversas galletas (ajo y romero, masa madre y pizza margarita), y pastas orgánicas. Envases de regalo, artículos para el hogar y viajes, bolsos, koalas, gorras, entre otros.
“Avanzamos hacia un nuevo tipo de futuro, lleno de alimentos nutritivos y llenos de sabor que restauran nuestro planeta en lugar de destruirlo”, insiste el visionario empresario.
“Un futuro con una adopción generalizada de la Certificación Orgánica Regenerativa, garantiza que los alimentos se produzcan de manera que mejoren la salud del suelo. Y garanticen a su vez el bienestar animal y protejan a los trabajadores agrícolas. En resumen estoy hablando de alimentos que son una parte clave de la solución en lugar del problema”.
Chouinard, antes de dar el salto al mundo de los alimentos, se ha documentado sobre los cultivos, sus recogidas y procesamientos. Explica que “las prácticas agrícolas orgánicas regenerativas producen grandes cosechas y, al mismo tiempo, crean un suelo más sano, que puede absorber y almacenar más gases de efecto invernadero”.
Menciona que los búfalos que deambulan libremente restauran las praderas, uno de los grandes sistemas de almacenamiento de carbono de la Tierra. Los mejillones cultivados con cuerdas producen proteínas deliciosas y, al mismo tiempo, limpian el agua donde crecen. Las técnicas de pesca selectivas y basadas en el lugar nos permiten concentrarnos en poblaciones de peces verdaderamente sostenibles sin dañar a las especies menos abundantes. Como ilustran estos ejemplos, cuanto más nos arremangamos en el mundo de los alimentos, más descubrimos que las mejores formas son a menudo las antiguas.
Patagonia se reinventa
Cuando Chouinard y su esposa abrieron Patagonia, la empresa de ropa para actividades al aire libre en 1973, se enriqueció. Claro está, vende 1000 millones de dólares cada año. Su éxito lo llevó a calificar para la lista de la revista Forbes de 2017, que lo coronó como una de las personas más ricas del mundo. Esto le disgustó.
Para él, según ha contado muchas veces, era evidencia de su fracaso. Era una señal de que no había cumplido con su misión de hacer del mundo un lugar mejor y más justo. Y lo impulsó a buscar la mejor manera de aprovechar la empresa para ayudar al planeta.
En 2022 transfirió su propiedad de Patagonia, valorada en unos 3.000 millones de dólares, a un fideicomiso especialmente diseñado y a una organización sin fines de lucro. Se crearon para preservar la independencia de la empresa y garantizar que sus ganancias (unos 100 millones de dólares al año) se utilicen para combatir el cambio climático y proteger las tierras no urbanizadas de todo el mundo.
“La Tierra es ahora nuestro único accionista”, sostuvo entonces Chouinard, en un mensaje al personal y a los clientes. “En vez de ‘salir a bolsa’ se podría decir que ‘salimos a un propósito’. En lugar de extraer valor de la naturaleza y transformarlo en riqueza para los inversores, utilizaremos la riqueza para proteger la fuente de toda riqueza.
Patagonia ha dado mucho y Chouinard espera que dé mucho más.