Por Ores Lario
28/02/2017
Cuando Gabrielle Chanel se apropió de los códigos masculinos con la chaqueta de tweed, el jersey en cachemira o los pantalones, ya esbozaba la incursión de la bailarina, un zapato elegante y cómodo, en el vocabulario de la maison. «Son el último grito en elegancia. Una mujer con unos buenos zapatos nunca está fea», aseguraba Mademoiselle.
Gabrielle Chanel creó en 1957 una graciosa bailarina beige para que la pierna se viera más larga, con punta negra, que reducía visualmente el tamaño del pie. Este modelo lo presentó Karl Lagerfeld en los años 80 decorado con cadenas entrelazadas o con camelias – guiño a los motivos icónicos de la firma.
En el transcurso de la década siguiente, la bailarina cambió de estilo, de color y se impuso como un must. Cada temporada presentaba su variante. Con un nudo, de tiras, estampada con la doble C, de satén de seda, de terciopelo, de encaje, de tweed, de ante, de piel lisa, envejecida, metalizada o de charol, de un solo tono o bicolor, alta o muy escotada…
Esta temporada vuelve con fuerza y Chanel presenta la versión en pvc con punta en gros-grain negra. La encontramos también en fucsia-burdeos, azul marino-negro o incluso en versión rosa empolvado. Larga vida a este modelo atemporal y preciso.