Por Efe
14/08/2016
Los deportistas de élite entrenan horas y horas cada día con un enorme nivel de exigencia para cumplir el sueño de ser el mejor en unos Juegos Olímpicos, subirse al podio y conseguir la medalla de oro, pero ese largo camino de esfuerzo y dedicación ¿puede pasar factura a su salud?
Los expertos consultados por Efe coinciden en destacar por encima de todo que, en general, siempre es mejor hacer deporte que no hacerlo y que la alta competición no está reñida con un estado de salud óptimo, ya que, además, estos deportistas están rodeados de buenos profesionales sanitarios para prevenir problemas.
Las posibles lesiones o secuelas dependen del deporte que se practique, así, no es lo mismo dedicarse a la vela que a la carrera de larga distancia.
El presidente de la Sociedad Española de la Medicina del Deporte (Semed), Pedro Manonelles, afirma que las lesiones por sobrecarga son más frecuentes en los profesionales que realizan una actividad muy repetida y cuando el nivel de exigencia de los entrenamientos es alto. «La reiteración de los gestos, la acumulación de horas, de cargas en diferentes zonas corporales que más se utilizan pueden tener consecuencias, claro, y las tienen», subraya Manonelles, quien, puntualiza que, «posiblemente», esas secuelas no son tan importantes como «a veces tenemos tendencia a decir».
Destaca el síndrome de «sobreentrenamiento», que puede aparecer en deportistas que realizan un entrenamiento diario muy prolongado y que, además de la bajada del rendimiento, provoca alteraciones importantes del humor, dificultad para dormir, agresividad o tristeza. Para tratarlo, explica Manonelles, el deportista necesita estar «desconectado» durante varios meses del deporte.
El doctor Joanquim Lluis Chaler, de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (Sermef), indica que se ha comprobado que en determinados deportes «que requieren la solicitación de las extremidades inferiores, hay mucha más incidencia de artrosis o degeneración articular«.
Ocurre lo mismo con aquellos en los que la columna hace más esfuerzo -como la gimnasia deportiva y rítmica o la halterofilia- o en los que lo hace el hombro -como todos los deportes de lanzamiento-.
Pero, en general, «probablemente el máximo impacto» es el que sufre el sistema muscoesquelético y, normalmente, se trata de secuelas diferidas en el tiempo», señala Chaler, quien añade que, afortunadamente, «muchas son prevenibles con una preparación física adecuada».
El cardiólogo Emilio Luengo, de la Fundación Española del Corazón, indica que es probable que los deportistas que hacen fondo durante muchos años y muchas horas de entrenamiento, ya sea corriendo o con la bicicleta, entre otros, tienen mayor facilidad para hacer fibrilación auricular -un determinado tipo de arritmia- a una edad más temprana que el resto de la población.
Luengo sostiene, asimismo, que cuando hay grandes fondos, pruebas más prolongadas, como los «ultramaratones», no se deja descanso al músculo cardíaco, y se producen una serie de anomalías que hacen que la fibras musculares del corazón requieran más tiempo para recuperarse.
¿Y qué ocurre con los niños que empiezan a dedicarse con tanta intensidad a un deporte? El presidente de la Semed asegura que en esos casos puede tener consecuencias a largo plazo, no solo físicas, también psicológicas porque los menores no tienen la madurez de los adultos.
«Dedicarse de una forma reglada y dirigida a veces muy estrictamente durante muchas horas al día provoca un cansancio, que lleva en bastantes casos a la retirada definitiva del deporte», opina Manonelles, quien afirma que desde el punto de vista corporal, el mayor problema puede ser en el aparato locomotor.
Sucede, sobre todo, en los deportes de entrenamiento muy largos como la gimnasia o el tenis, ya que, por ejemplo, en este último, según Manonelles, para llegar a tener alguna posibilidad como deportista de alto nivel hay que entrenar no menos de cinco horas diarias.
Pero si en los niños tanta dedicación puede dejar secuelas psicológicas, los deportistas adultos tampoco están exentos de ellas, aunque no son muy frecuentes. Así, el presidente de la Semed subraya que cuando un deportista de élite se retira puede sentirse como un inadaptado de la sociedad al haberse dedicado de una forma tan intensa a su actividad.
Por eso, el Consejo Superior de Deportes junto con el Comité Olímpico Español, según indica Manonelles, tienen programas específicos para intentar que los deportistas que abandonan su práctica no tengan problemas de adaptación.