La creciente presencia militar rusa en Venezuela es motivo de preocupación para la oposición venezolana y para el gobierno de Donald Trump. El exalcalde metropolitano de Caracas Antonio Ledezma, exiliado en España, denunció que los vínculos se han afianzado y constituyen una amenaza para la estabilidad en la región.
Ledezma, que con un grupo de diputados a la Asamblea Nacional presentará un informe a la ONU y la OEA, aseguró que Moscú cuenta en la actualidad con 11 sistemas de defensa antiaérea S-400 y S-500 diseminado estratégicamente. Cubren el occidente y sur, en zonas fronterizas con Colombia. Igualmente en regiones costeras al norte, frente al mar Caribe y en el centro del país.
La avanzada de Putin en Latinoamérica
La denuncia de Ledezma, que recogió el diario ABC, es la más reciente en una larga cadena de señalamientos sobre la creciente presencia militar rusa en Venezuela. La cercanía entre Moscú y Caracas comenzó con el gobierno de Hugo Chávez.
Desde su llegada al poder, uno de los principales objetivos de Vladimir Putin ha sido devolverle a Rusia la condición de potencia militar, perdida con el desplome y desintegración de la Unión Soviética. Rusia ha sido el gran proveedor de armamento sofisticado al socialismo venezolano y el país con quien Caracas contrató una una deuda por decenas de miles de millones de dólares. También las empresas petroleras rusas han tenido un trato muy especial en los negocios de gas y petróleo pesado. También se le entregaron a Rusia haciendas productoras de plátanos y bananos en el sur del lago de Maracaibo y concesiones en el llamado Arco Minero para la extracción de diamantes, coltán y tierras raras.
Al tiempo que por mala administración Pdvsa ha ido perdiendo mercado para los hidrocarburos venezolanos, las empresas rusas han ido captando esos clientes. En buena parte Rusia abastece a Estados Unidos los barriles que antes le vendía Venezuela.
El rol de Venezuela
Venezuela ha sido un comprador importante de armamento ruso. Caracas y Moscú han firmado importantes acuerdos energéticos y militares que no han sido aprobados por la Asamblea Nacional como establece la Constitución y que se han mantenido como secretos de Estado. Entre 2009 y 2013, Venezuela fue el quinto mayor destino de armas rusas. Aunque en los últimos años, debido a la crisis económica que padece, apenas ha podido comprar armamento y ha pagado con petroleo las deudas. Otros socios importantes en este aspecto en los últimos años han sido México y Perú.
Sin embargo, a nivel general, los principales socios comerciales de Rusia en la región no son Venezuela, ni sus tradicionales socios políticos Cuba y Nicaragua. Los mayores intercambios se concentran con Brasil, México y Argentina.
Las importaciones rusas de los países latinoamericanos se agrupan en el sector alimentario (carne, fruta y verdura). Mientras, Rusia exporta a América Latina armas y equipamiento militar, petróleo, fertilizantes, aluminio, hierro y carbón. La excepción es México, al que exporta trigo.
Los volúmenes de intercambio son, no obstante, modestos. La tasa promedio de lo que importa Rusia desde América Latina no ha sobrepasado allá del 3,8% del comercio total ruso. Y en las exportaciones a América Latina, la tasa promedio fue de 1,8%, según estimaciones del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques, con sede en México.
Estas cifras son pequeñas. Pero el factor valioso está en los beneficios de geoestratégica y geopolítica de reposicionar a Rusia y de contrarrestar la influencia de los Estados Unidos.
Desafío a EE UU
Según ha denunciado el alcalde Ledezma, la presencia militar rusa en Venezuela es «un desafío a Estados Unidos» . En sus declaraciones a ABC, comparó este hecho con el posicionamiento soviético en Cuba que desató la célebre «crisis de los misiles» de 1962.
A esta relación Caracas-Moscú, se estaría sumando una alianza más amplia, en la que además están presentes Irán y China, agregó. Además, recordó la presencia en Venezuela de guerrilleros de las FARC y el ELN, así como de Hezbolá. Se trata de un cóctel explosivo conformado por la presencia militar extranjera, el terrorismo y el narcotráfico.
Antonio Ledezma se encuentra elaborando, junto con abogados y otros asesores, un documento para formalizar la denuncia de estos hechos ante la ONU y la OEA. Primero pretende que se debata en la Asamblea Nacional, a través de la llamada Fracción Parlamentaria 16 de Julio, a la que está adscrita su partido, Alianza Bravo Pueblo.
El apoyo de la Fracción 16 de Julio
En este sentido, el diputado a la Asamblea Nacional (AN), y Jefe de la Fracción 16 de Julio, Omar González Moreno, denunció que «Maduro ha convertido a Venezuela en el centro de operaciones de las principales fuerzas enemigas de la libertad».
El parlamentario fue tajante al acusar al régimen chavista de ceder la soberanía nacional. Esta acción ha permitido que «grupos de terror, gobiernos tiránicos y organizaciones criminales» conviertan al país en un «paraíso del delito».
A su juicio, la presencia militar rusa, china e iraní en Venezuela es «una clara demostración del peligro que la usurpación representa no solo para los venezolanos sino para todo el continente americano».
«La nación ha sido adaptada, con el paso de estos 20 años, para ser un refugio de hampones, de fundamentalistas, para ser almacén del delito y banco de las mafias. El hecho que los jerarcas del régimen hayan sido acusados de narcotráfico evidencia» el peligro que representan, sentenció.
El asambleísta precisó que el emisario del grupo terrorista Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia reconoció a Nicolás Maduro como «su comandante en jefe».
Una larga relación
A mediados de febrero, ya habían sonado las alarmas en cuanto a la creciente presencia militar rusa en Venezuela. En ese momento, fue denunciada la presencia de vehículos lanzamisiles en la carretera que conecta la capital con el aeropuerto de Maiquetía. El hecho se produjo cuando efectivos militares bloquearon la vía, coincidiendo con el regreso del presidente interino Juan Guaidó, procedente de Lisboa.
Así mismo, unos equipos similares fueron vistos en la base aérea de La Carlota, en el centro de Caracas. Varios usuarios en las redes sociales enviaron fotos parecidas que ubicaron en Puerto Cabello, una de las más importantes localidades costeras.
Los vehículos fueron identificados como parte de un grupo BUK M2E y de equipos S-125 Pechora, todos de fabricación rusa.
El BUK M2E es un sistema de defensa antiaérea de mediano alcance. El S-125 Pechora es otro grupo de intercepción exportado por Rusia, más antiguo que el M2E.
Tanto el BUK M2E como el S-125 Pechora están adscritos al Comando de Defensa Aeroespacial Integral. Forman junto a los más sofisticados y avanzados S-300 (denunciados por Ledezma) el grueso de los medios de respuesta antiaérea de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
Un peligro creciente
Los sistemas antiaéreos rusos fueron entregados a Venezuela entre 2011 y 2014. Según los datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri), Venezuela recibió tres unidades del S-300, otras tres del Buk M2A y once del S-125. La compra de estos y otros equipos fue el resultado de la alianza de Hugo Chávez con Vladímir Putin.
Fruto de ello fue también la incorporación al arsenal de la Venezuela chavista de los cazas Su-30Mk2. Estos aviones de combate cuentan con una amplia potencia de fuego y maniobrabilidad. El acuerdo de compra dio pie para la presencia permanente de asesores rusos en las principales bases aéreas de Venezuela
Por otro lado, de acuerdo a reportes del Carnegie Endowment for International Peace, en Venezuela están desplegados operativos del llamado Grupo Wagner, un equipo élite de mercenarios rusos, que mantiene vínculos poco transparentes con el Kremlim. A estos se les acusa de realizar operaciones encubiertas para el gobierno de Moscú.
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