Carlos Sánchez Rey
Desde luego que nuestro destino no necesita ser puesto en el mapa porque no puede ser más conocido, pero es que ahora todos esos focos de la Ciudad de la Luz la apuntan con precisión milimétrica para escudriñar las novedades que va a presentar en los ámbitos del urbanismo, la arquitectura y el arte en sus distintas facetas. En definitiva, un escaparate de innovación y glamur que espera a ser terminado como un inmenso escenario que seguro que seguirá hablando al mundo de la grandiosidad de esta ciudad. Os queremos mostrar la selección que hemos elaborado basándonos en la mejor relación calidad precio y que os puede servir para tomar una copa, comer, cenar, pasar unos días o disfrutar de un tratamiento en un spa en la misma zona donde se celebran algunas de las competiciones más atractivas. De esta manera, desde el hotel donde os quedéis podréis fácilmente acercaros a alguno de los restaurantes elegidos, así como a las pruebas que deseéis ver.
Empezamos en el Bloom House Hotel, muy cerca de la Gare du Nord y Gare de l’Est, a 25 minutos de Invalides en Metro (líneas 7 y 8), donde se celebrarán competiciones de arco, atletismo, ciclismo y arco paralímpico; del Arena Porte de la Chapelle (línea 12), con pruebas de bádminton, gimnasia rítmica, bádminton paralímpico y levantamiento de pesas paralímpico, y del Hotel de Ville, a 24 minutos (línea 7), con pruebas de atletismo y taekwondo en el Grand Palais, recién restaurado por el estudio Chatillon Architectes.
La descripción del hotel no puede ser más francesa en el imaginario estético: un edificio en blanco inmaculado donde el mármol de Macael se apodera en cascada de una fachada en planitud y plenitud. Huecos discretos enhebran la solemnidad de esta imagen confiriendo ritmo a la visión continua que resbala sin tropezar desde el cielo hasta el suelo. El interior hace gala explícita de su compromiso con la sostenibilidad. Así, nos encontramos espartos, textiles naturales, maderas o barro entre los elementos constructivos y decorativos que forman parte de esa sintaxis ecológica visible para el ojo educado y apreciada por el huésped y la Tierra en la misma medida, en sintonía con su vecindario del Canal Saint-Martin, epítome de la juventud rabiosamente moderna y medularmente comprometida.
UN PASEO POR EL CANAL SAINT-MARTIN
Para familiarizarnos con la zona seguimos el agua que rebosa el Canal y sirve como elemento medular de todo el barrio para tomar un tendresse en Du Pain Et Des Idées, nuestra pastelería favorita, que ensambla un interior de ensueño con unos sabores que te hacen soñar en boca. Descubrimos tiendas que hablan de la actualidad más conmovedora con grandes firmas y otras más modestas que, desde sus portadas de interés, nos presentan tendencias y clásicos renovados impregnando de frescura todo lo que se respira por sus calles. Un ramillete de tiendas donde el diseño depurado y preocupado marca una estética contagiosa, que, sin duda, alcanzará nuestro país más pronto que tarde, se esparce como semillas por unas calles llenas de distracciones.
Y luego está el verde, el de los árboles que flanquean el Canal y el de la misma agua por el que navegan impertérritos los patos y las gaviotas. Un entorno idílico y poco conocido más allá de los propios parisinos y de unos cuantos aventureros de brújula estética inquieta.
Cenamos en el restaurante Bloom Garden que nos ofrece un menú tan reducido como sincero. Cuatro platos adornan cada apartado y aportan equilibrio a la carta y al paladar. Un entorno natural que nos recuerda al Marrakech más boutique enmarca los platos que re posan sobre la mesa de baldosines cerámicos labrados descubriéndonos sabores imaginativos en su tataki de boeuf o su filete de pato.
EN EL BOIS DE BOULOGNE
Al día siguiente nos acercamos a comer al restaurante Attabler que abrió hace siete meses y ya ha ganado un reconocimiento inusual. Ubicado cerca del Bois de Boulogne, en una de las zonas más ricas de París, este bistró se nutre del vecindario y no hay turistas entre sus comensales. El menú responde a lo que podemos esperar de un local de estas características, un producto excelente con una elaboración muy francesa y un trato cercano y distendido. No dejarse confundir por el ligero aire de taberna que destila porque es una opción sorprendente.
Para bajar la comida podéis acercaros paseando a la Fundación Louis Vuitton en el Bois de Boulogne y después bajar por los Campos Elíseos para entrar en la iglesia de Saint Joseph, donde el brutalismo abraza con suavidad y ternura la fe hasta de los ateos, encontrarte con el edificio revestido de cristal del que Dior ha hecho un emblema o el trunk gigante de Louis Vuitton que envuelve con rigidez un edificio entero, sede de su futuro hotel y que cataliza las miradas sorprendidas y embobadas de absolutamente todos los viandantes . Un paseo de lo más chic.
Desde la renovación de infraestructuras, la puesta a punto de los servicios de movilidad y la proliferación de actividades culturales, París se prepara para recibir a decenas de miles de visitantes que animarán el turismo y la economía.
Para la noche elegimos Gemellus, un restaurante justo al lado de Invalides. Un espacio reducido donde la elegancia de su chandelier ilumina cada rincón de la sala y donde el trato es otro detalle más de exquisitez. Dos menús establecidos, con una carta de formato pequeño en tamaño, son capaces de sublimar las sensaciones y engrandecer los sabores con todos los ingredientes que nos presentan para que seamos conocedores de la materia prima con la que elaboran cada plato en una vajilla variada de ensueño.
Desde la renovación
de infraestructuras, la
puesta a punto de los
servicios de movilidad
y la proliferación
de actividades
culturales, París se
prepara para recibir
a decenas de miles
de visitantes que
animarán el turismo y
la economía.
Guisantes con sorbete de menta, trucha a baja temperatura con lascas de nabo, pez gallo con alcachofas o pata, que no pato, porque es más suave enrollada en foie gras, para finalizar con fresas, mascarpone y helado de limón con pimienta de Sichuan. Por cierto, la mantequilla ahumada con sabor a lima es en sí misma un reclamo. Decididamente un disfrute para poner un broche de oro a un día intenso.
EN EL CORAZÓN DE LA CIUDAD
Nuestra siguiente parada está ubicada en pleno corazón de París, lo que para muchos es considerada la zona más auténtica y representativa de la ciudad, el hotel Pilgrim. Muy cerca de Notre Dame y del Boulevard Saint Germain, sirve de base para competiciones como atletismo, 15 minutos a pie. Arena Champs de Mars, 29 minutos (línea 10), para ver judo, judo paralímpico, wrestling y rugby en silla de ruedas. Arena Bercy, 28 minutos (líneas 7 y 6), con pruebas de baloncesto, gimnasia rítmica, baloncesto en silla de ruedas y salto de trampolín.
Después de callejear por las encantadoras calles que arropan a este hotel de nuevo cuño entramos para darnos cuenta del buen gusto que han desplegado por cada rincón. Un estilo racionalista sirve de excusa para un elenco de mobiliario muy bien elegido entre el que destacan sus sofás Camaleonda que bordan una superficie amarillo mostaza, color con el que hilvanan su morfología de hormigón y piedra. El espacioso hall y comedor con cristaleras de suelo a techo se asoma a un patio de vegetación exuberante que alegra y refresca el ambiente desenfadado acogiendo a mucha gente joven y estilosa pululando y haciéndolo suyo. Además, nos sorprende que todavía huele a nuevo. Volveremos.
Se hace de noche y tras un día de movimiento, como no puede ser de otra manera en esta ciudad con tantas posibilidades, teníamos ganas de probar Jòia, este hermano pequeño de Hélène Darroze, poseedora nada menos que de seis estrellas Michelin, tres en Londres, dos en París y una en la Provenza. Ubicado en la zona de la Bolsa, en un edificio decimonónico donde el eclecticismo se ha hecho dueño y señor de la decoración en sus dos plantas, encontramos un menú desenfadado que nos descubre el universo culinario de su dueña con una riqueza de sabores que nos fideliza desde el primer bocado. Un juice maker nos prepara una delicia para abrir boca y sustituye al tradicional cocktail sorprendiendo nuestro paladar y preparándonos para lo que está por venir. Huevos de la granja de Alexandre con anchoas de Cantabria, ceviche con pescado del día y vinagreta de maracuyá, burrata pugliesa con espárragos, guisantes, kiwi y pesto de almendras se adelantan a una caballa empanada de San Juan de Luz con salsa tártara y espinacas para rematar con un pavlova, un merengue con fresas, una crema de cacahuetes con praline de cacahuetes y un mousse de chocolate como no podía ser de otra manera. El ambiente jovial en torno al buen comer se expande por la sala y un bullicio silencioso se siente como energía que alimenta tanto como la propia comida. Tanto que nos da pena tener que marcharnos, pero seguro que repetiremos.
CAMINANDO POR SAINT GERMAIN
A la mañana siguiente, un paseo por nuestro nuevo barrio, Saint Germain, donde nos damos de bruces con la tienda original de Diptyque, que hace las delicias de nuestro olfato antes de llegar a Trudon, la fundadora de velas para la realeza por excelencia. Y no lejos de aquí encontramos Artisan Perfumiers y Fragonard para hacernos un mapa que permite a nuestra pituitaria guiarse a través de la selva domesticada del perfume con permiso de rue Saint Honoré, que completa la visión global. No olvidemos que Süskind, el escritor de la maravillosa obra El perfume, aunque nacido en Alemania, era de ascendencia francesa. La Sorbona, donde estudiaron desde Robespierre a Voltaire, está a dos pasos, junto al Museo de Cluny, meca del arte medieval, que dejará embelesado a cualquiera que tenga la más mínima inclinación al acto estético.
La hora de comer llama a nuestros estómagos y Lordy’s Paris Club nos acoge en su elegante seno para saciar nuestro apetito. La sobriedad de su decoración en distintos marrones te transporta al universo de lord Baltimore, que solía quedarse aquí. Una atmósfera intimista nos recuerda su modo de vida introspectivo. La iluminación a cargo de Vibiazzuno en forma de lámparas colgantes nos centra en una realidad muy privada. Nada más sentarte, te preguntan cómo te encuentras para hacerte un cocktail que se adapte a tu momento. Una cocina francesa con influencias inglesa y americana nos sorprende por su sinceridad y elaboración. El público, parisino y elegante en su totalidad, disfruta de platos como el carpaccio de buey con trufa, el tartar de gambas con caviar, el filete de guayu o los calamares con alcachofas. Para bajar todo lo que habíamos comido nos dimos un paseo por Saint Honoré admirando el sumatorio de escaparates que las grandes firmas tienen para asombro de propios y extraños. Sólo nos faltaba correr bajo la lluvia por el Sena hasta la biblioteca que construyó Dominique Perrault y que no podemos dejar de visitar siempre que venimos. Para poner el broche a un día tan productivo quisimos elegir cocina asiática, muy reconocida en la capital francesa, y salimos a cenar a Mojju, un koreano justo al lado de la Torre Eiffel donde ya solamente la sala nos habla en su totalidad del país del dueño, Thibault Sombardier. Dejamos en sus manos nuestro disfrute y empezamos con makoli, un licor de arroz parecido a la sidra que avisó a nuestras papilas gustativas de que empezábamos una aventura, un viaje de sabores en cascada difíciles de traducir pero que nos invitan a volver. No os preocupéis por elegir, salvo entre uno de los dos menús que ofrecen. Sea el que sea no os equivocaréis.
LAS TERRAZAS DE BASTILLE
El último día nos damos un paseo por la zona de Bastille, donde descubrimos todo un mundo de terrazas que, desde los edificios, se asoman al canal disfrutando de la tranquilidad que las vistas del verde de los árboles y del canal le ofrecen. Un lugar para vivir si nos asentáramos en la ciudad. Y es aquí donde elegimos comer en Maison Breguet, un concepto desenfadado desde el primer momento, pero con una imagen decorativa muy cuidada y acogedora. Espacioso y colorido, sus mesas se distribuyen con intimidad presididas casi todas por alguna obra de arte que hacen de la comida un acto estético en sí mismo. Su limitada carta es una de sus fortalezas porque les permite deleitar a sus clientes con la cuidada elaboración de cada plato. La materia prima es inmejorable y comemos mientras charlamos comentando las maravillas de esta ciudad a la que siempre hay que volver porque es el mejor escenario humano para vivir experiencias cotidianas y extraordinarias. A tout à l’heure, Paris. Que lo disfrutéis y que ganen los mejores en las Olimpiadas.
París es una de las capitales mundiales de la gastronomía. Por la calidad de las materias primas y la diversidad cultural, su cocina es rica y variada. Las mejores zonas para disfrutar de su gastronomía se sitúan en el Barrio Latino y Montmartre.
- DE COMPRAS POR LA CIUDAD DE LA LUZ
- Para los que tengan tiempo y quieran adentrarse en el mundo de las compras les recomendamos:
- LE BON MARCHÉ. Esta galería de la Rive Gauche, reabierta en 2019 y totalmente restaurada, sirve de contenedor para todas las marcas de renombre y algunas emergentes, convirtiéndose de nuevo en lo que siempre fue: el epítome del lujo. No dejéis de visitarla, aunque no compréis nada.
- LE SAMARITANE. Estas galerías decimonónicas, ejemplo del mejor Arts & Crafts del s. XIX, han sido restauradas con tal pulcritud que parecen un museo. Sus decoraciones en forja, mosaicos, así como las vidrieras, merecen una visita por sí mismas. Y si, además, le sumamos la nuevo ala que ha añadido SANAA, está claro que se convierte en el place to be para cualquier amante de la arquitectura y el diseño. Un verdadero templo para la modernidad más refinada.
- THE CONRAN SHOP. Situada junto a Le Bon Marchè, nos muestra, de la mano del que fuera su creador, el arquitecto británico Jasper Conran, lo mejor del diseño de mobiliario tanto suyo como de otros destacados diseñadores del s. XX.
- TRUDON. La tienda de velas más reputada del mundo tiene su origen en la sede principal, que nació en el barrio de Saint Germain en el s. XVII, y que hoy en día continúa siendo un referente en los hogares más refinados, alumbrándolos y perfumándolos.
- CASA DE TÉ. Diseñada por nuestro admirado Kengo Kuma, aquí podemos disfrutar de la ceremonia del té en todo su esplendor (aparte de la excelente selección de tés japoneses que harán las delicias del paladar más exquisito) y de la lección coherente con la que el maestro aprovecha y nos muestra el espacio.
- RUE SAINT-HONORÈ. Esta calle alargada es una de las arterias por excelencia de la capital, donde la moda comenzó a mostrarse sin interrupción hasta nuestros días. Desde el mítico atelier de la polémica Coco Chanel, hasta los recién llegados al Olimpo del lujo como Louboutin. Sin duda, es un largo paseo trufado de las mejores marcas del momento y de siempre. Solo con disfrutar del escaparatismo ya os merecerá la pena, porque son auténticas exhibiciones de arte efímero, solo comparables a las de la Quinta Avenida y el sin par Bergdorf Goodman.
- LECLAIREUR. Una visita imprescindible a una de las mejores boutiques en la rue de Sévigné.
- ANTIGÜEDADES. Los anticuarios se asentaron hace algunos siglos a la espalda del Musée D’Orsay. Aquí podemos encontrar verdaderas joyas, tanto en mobiliario del período napoleónico o Art Déco, como en esculturas singulares. Sin duda, un paseo estimulante descubriendo las maravillas que estos conocedores de la historia del arte nos ofrecen.