Un encuentro de apenas cuarenta y cinco minutos entre el papa Francisco y el principal clérigo chiita de Irak, Ali al Sistani, marca un hito en la convivencia fraterna de esas religiones. Es la primera vez que los líderes de la Iglesia Católica y del islam se reúnen. Un acercamiento trascendental.
En su segundo día de visita apostólica a Irak, Francisco tuvo una reunión histórica con el gran ayatolá, en su residencia en Najaf, a 160 kilómetros de Bagdad. A puerta cerrada y sin la presencia de los medios.
El papa no viajaba desde noviembre de 2019, cuando estuvo de gira por Tailandia y Japón. En esta ocasión, y luego de un año de confinamiento por la pandemia, cumple una visita de tres días a Mesopotamia. En uno de los países en que existen minorías católicas que muchas veces son martirizadas por grupos radicales, como el Estado Islámico. Se trata, sin dudas, de uno de los puntos delicados de la agenda.
Durante el encuentro, el papa agradeció al gran ayatolá «que levantase la voz en defensa de los más débiles y perseguidos”, según informó la oficina de prensa del Vaticano. También indicó «la importancia de la colaboración y amistad entre las comunidades religiosas. Para que, cultivando con respeto recíproco el diálogo, se pueda contribuir al bien de Irak, de la región y de la entera comunidad».
Una notificación de la oficina de Al Sistani explica que ambos líderes religiosos trataron los grandes «desafíos que enfrenta la humanidad». Y que el Ayatolá habló de «las injusticias y opresión, la persecución religiosa e intelectual. Así como el bloqueo económico y los desplazados de muchos pueblos de la región, entre ellos el pueblo palestino». La máxima autoridad también expresó «su interés en que los cristianos vivan como los iraquíes, en paz y seguridad y con todos los derechos».
Mensaje de paz de Francisco para Irak, un país en guerra
La visita del papa Francisco ha tenido como lema “Todos vosotros sois hermanos” y esa expresión la dijo apenas pisó suelo de Irak. “Vengo como penitente que pide perdón al Cielo y a los hermanos por tantas destrucciones y crueldad. Como peregrino de paz, en nombre de Cristo, Príncipe de la Paz. ¡Cuánto hemos rezado por la paz en Irak! Dios escucha siempre. Depende de nosotros caminar por sus sendas”.
Francisco, en las reuniones con las autoridades políticas religiosas de Irak, ha pedido el cese de la guerra. “Que callen las armas. Basta de violencia, de extremismos, de facciones, de intolerancias», ha reiterado en todos los encuentros..
El sumo pontífice recorrió 1.445 kilómetros, la mayoría por aire, para evitar las zonas donde los yihadistas se esconden. La visita ha sido calificada de alto riesgo por cuestiones de seguridad. Se estima que al menos 10.000 personas están encargadas de la custodia de Francisco. Además, del resguardo sanitario por la pandemia en esa nación que registra casos crecientes de contagios
El propio papa emérito Benedicto XVI señaló los riesgos del viaje. «Creo que es un viaje muy importante. Lamentablemente ocurre en un momento muy difícil, lo que también lo convierte en un viaje peligroso por razones de seguridad y por la COVID. Y luego está la situación inestable en Irak. Acompañaré a Francisco con mis oraciones», dijo a Il Corriere della Sera.
De la reunión entre Francisco y Ali al-Sistani no hubo un documento. Como el que firmaron en Abu Dabi hace dos años el papa y el jeque egipcio Ahmad al Tayyeb, gran imán de Al Azhar, la mayor institución suní. El texto fue uno de los mayores pasos en las relaciones entre el islam y el catolicismo. Pero en esta oportunidad, el solo encuentro es de gran valía.
El ayatolá, de 90 años de edad, nacido en Irán, es un guía espiritual muy apreciado por su sobriedad y sabiduría. Sus fetuas (fatwa), edictos religiosos, hicieron que se movilizasen en 2014 contra el Estado Islámico. Y en enero de 2019 Ali Al Sistani pidió investigar los «crímenes atroces» perpetrados por los yihadistas contra algunas minorías de la sociedad irakí. Como los yazidíes en Sinyar, los cristianos en Mosul y los turcomanos en Tal Afar.
En Ur de Caldea, la ciudad de Abraham
Después de su encuentro con el ayatolá Ali al-Sistani, Francisco recorrió barriadas humildes, de callejuelas estrechas de Irak, la antigua cuna de la civilización. Luego se movilizó a la localidad de Ur de Caldea donde nació Abraham. Considerado el padre de las tres principales religiones monoteístas del mundo. El hogar de una minoría católica en Irak.
En un discurso, Francisco se refirió al sentimiento común de estas grandes religiones. Describió también del entrañable lugar donde Abraham habló con Dios por primera vez. Y desde donde comenzó su misión que vincula profundamente los destinos de judíos, cristianos y musulmanes.
“Desde este lugar que es fuente de fe, desde la tierra de nuestro padre Abraham, afirmamos que Dios es misericordioso y nos oye”, dijo.
También comentó que la «hostilidad, extremismo y violencia no nacen en el espíritu religioso, son traiciones a la religión. Y nosotros, creyentes, no podemos callar cuando el terrorismo abusa de la religión. Nos corresponde a nosotros resolver con claridad los malentendidos».
El papa presidió una misa en la catedral de San José en Bagdad, como parte de los grandes momentos de este histórico viaje. En el oficio religioso se apareció de manera repentina el presidente de Irak, Barham Salih, un musulmán kurdo, en medio de muy pocos fieles, no más de 200.
Francisco señaló que «la palabra de Dios nos habla hoy de sabiduría, testimonio y promesas. La sabiduría ha sido cultivada en estas tierras desde la antigüedad. Sin embargo, a menudo, quien posee más medios puede adquirir más posibilidades y quien tiene menos queda de lado. La Palabra nos dice que el que es pequeño será perdonado por misericordia. En tanto que los poderosos serán examinados con rigor. Para el mundo quien posee poco es descartado y quien tiene más es privilegiado, para Dios no».
Asimismo, indicó que «ante las adversidades hay siempre dos tentaciones. La primera es la huida, la segunda es reaccionar con la rabia y la fuerza. Es lo que ocurrió a los discípulos en el Getsemaní donde Pedro sacó la espada. Jesús cambió la historia con el amor, es así cómo Jesús cumple sus promesas. Vemos que a cada bienaventuranza sigue una promesa que garantizan una alegría sin igual y no defrauda. Se cumplen a través de nuestras debilidades. Este es el camino, no hay otro».
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