En el Domingo de Pascua en que resuena el anuncio de que Cristo ha resucitado, el papa Francisco expresó su anhelo de paz y el fin de las guerras en todo el mundo, especialmente en Tierra Santa, Ucrania y Siria. En ese día tan importante para la fé católica, que el pontífice catalogó como “el comienzo de todo”, pidió el cese de los conflictos armados y renovó los llamados a un alto el fuego en Gaza.
Desde el Balcón central de la Basílica de San Pedro y ante 30.0000 fieles, Francisco detalló en su mensaje pascual el sombrío tiempo que nos ocupa, cargado de odio, armamentos, riesgos de hambruna, migrantes que huyen de peligros y tormentos. Y concluyó con la bendición Urbi et Orbi. «La Iglesia revive el asombro de las mujeres ante la tumba abierta y vacía de Jesús. Sólo Él ha resucitado y es capaz de hacer rodar las piedras que cierran el camino a la vida. Que cerramos continuamente con las guerras que campan a sus anchas por el mundo», dijo con bríos y mayor fuerza en su voz que en días anteriores de la Semana Santa.
Luego profundizó en los dos conflictos sobre los cuales sus comentarios han suscitado la mayor controversia: Ucrania y Gaza. Dirigió su mensaje “a la Ciudad Santa de Jerusalén, testigo del misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, y a todas las comunidades cristianas de Tierra Santa”. Señaló que sus pensamientos estaban con Israel y Palestina y apeló una vez más a un alto el fuego y garantías para la ayuda humanitaria a Gaza, así como la liberación de los rehenes israelíes secuestrados el 7 de octubre por Hamas.
Francisco y su mensaje de Pascua
El domingo, después de la misa concelebrada por 300 sacerdotes, 18 obispos y 34 cardenales, el pontífice dio una vuelta prolongada en su papamóvil por la Plaza de San Pedro antes de ascender a pronunciar su mensaje pascual. Rodeado por el esplendor del Vaticano y de unas 35.000 flores suministradas por cultivadores holandeses, Francisco abogó por el fin de todas las guerras. “Mi pensamiento se dirige principalmente a las víctimas de tantos conflictos que están en curso en el mundo, comenzando por los de Israel y Palestina, y en Ucrania. Que Cristo resucitado abra un camino de paz para las martirizadas poblaciones de esas regiones”, dijo.
Luego invitó “a respetar los principios del derecho internacional y formuló votos por un intercambio general de los prisioneros entre Rusia y Ucrania «¡Todos por todos!”, recalcó.
Francisco focalizó su intervención en el sufrimiento de la ciudadanía. “No permitamos que las hostilidades continúen afectando gravemente a la población civil, ya de por sí extenuada, y principalmente a los niños. Cuánto sufrimiento vemos en sus ojos. Con su mirada nos preguntan: ¿por qué? ¿Por qué tanta muerte? ¿Por qué tanta destrucción? La guerra es siempre un absurdo y una derrota”, manifestó.
Sobre los vientos de guerra que soplan cada vez más fuertes sobre Europa y sobre el Mediterráneo, pidió que no se ceda a la lógica de las armas y del rearme. «La paz no se construye nunca con las armas, sino tendiendo la mano y abriendo el corazón”, afirmó.
Tierra Santa sola, la guerra continúa
Mientras Francisco desarrollaba su sermón de Pascua de Resurrección, la guerra seguía imparable. En la Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén, unas pocas docenas de fieles asistieron. La guerra entre Israel y Hamas continúa en Gaza.
La iglesia medieval de la Ciudad Vieja es el lugar donde los cristianos aseguran que Jesús fue crucificado, sepultado y resucitado. En años pasados, la iglesia estuvo llena de fieles y turistas, pero el sangriento conflicto en Gaza, que ya lleva seis meses, ha retirado el turismo y las peregrinaciones en Israel y los territorios palestinos. Tampoco había cristianos palestinos de Cisjordania, que normalmente acuden en masa a la ciudad para Semana Santa. Desde que estalló el conflicto, los fieles palestinos del territorio ocupado por Israel han necesitado un permiso especial para cruzar los puestos de control hacia Jerusalén.
En Gaza, la situación era igualmente sombría. Unas pocas docenas de cristianos palestinos celebraron la Misa de Pascua en la Iglesia de la Sagrada Familia en la ciudad de Gaza. “Esto no parece Pascua como otras épocas”, comentó Winnie Tarazi, una cristiana de Gaza. “Estamos privados de nuestras casas, de nuestros hijos. Perdimos a nuestra familia entre los que huyeron, los que se quedaron y los que fueron destruidos”, agregó.
La comunidad cristiana de Irak, que alguna vez tuvo cerca de 1,5 millones de miembros, ahora cuenta con unos pocos cientos de miles. «Definitivamente nos quedaremos en esta tierra y permaneceremos aquí hasta el final. Esperamos un cambio», dijo Nassar Mubarak, quien asistió a la misa de Pascua en la iglesia de la Inmaculada Concepción en Qaraqosh.
Vientos de guerra sobre Europa y el Mediterráneo
El mensaje de Pascua de Francisco se centró en las guerras actuales, incluidas la de Ucrania, Siria, Tierra Santa. También mencionó al Líbano, Armenia y Azerbaiyán, Haití, Myanmar (Birmania), Sudán, las regiones del Sahel y el Cuerno de África, el Congo y Mozambique.
En un mes en el que hubo un ataque terrorista en Moscú del ISIS y una escalada de hostilidades en la frontera entre Líbano e Israel, Francisco hizo un llamamiento a frenar la expansión de la violencia y no fortalecer los vientos de guerra que soplan sobre Europa y el Mediterráneo.
Durante las últimas semanas, Francisco ha evitado pronunciar discursos largos para reducir la tensión en su respiración. Abandonó su homilía del Domingo de Ramos la semana pasada y decidió en el último minuto quedarse en casa y no asistir a la procesión del Viernes Santo en el Coliseo.
El Vaticano dijo en una breve explicación que la decisión se tomó para «conservar su salud». La decisión dio sus frutos, Francisco pudo recitar las oraciones del largo servicio de la Vigilia Pascual del sábado por la noche. Incluida la administración de los sacramentos del bautismo y la primera comunión a ocho nuevos católicos, presidir la Misa del Domingo de Pascua y pronunciar su discurso.