Pantallas faciales o mascarillas – también tapabocas, cubrebocas o barbijos, como lo quiera llamar. ¿Cuál de los dos nos protege mejor del contagio de la enfermedad del coronavirus? Esta es otra cuestión sobre la que los científicos no logran consenso. Algunos, salomónicamente, proponen que se usen ambos.
Todo parece indicar que las tendremos que usar por un largo tiempo. Serán como una especie de salvoconducto sanitario para poder llevar la vida dentro de la nueva normalidad a la que nos ha sometido el SARS-CoV-2.
Lo bueno es que la discusión sobre este aspecto no se da solo entre expertos científicos. Los mortales comunes y corrientes tenemos la libertad de elegir cuál opción nos gusta más, o nos hace sentir menos incómodos.
Hasta hace poco, las pantallas faciales eran usadas solo en ambientes médicos u hospitalarios o con alto riesgo de contraer la COVID-19. Pero ahora es común verla en los rostros de la gente por la calle.
Hay quienes aseguran que las mascarillas les producen calor, claustrofobia, les irritan la piel o les empañan los anteojos. Son todas razones válidas para preferir las pantallas faciales. Otros lo hacen por la sencilla razón de que estas permiten ver el rostro y hasta la sonrisa de quienes la usan.
Pantallas faciales y sus defensores
Más allá de que nos sintamos cómodos con uno u otro tipo, la pregunta que debemos hacernos es cuál de los dos nos protege de manera efectiva frente a la posibilidad de contagio. Y aquí es donde entran las distintas opiniones de los expertos.
“Hay muchas razones —al menos biológicas— para sospechar que [los protectores] son definitivamente mejores que las mascarillas”, sostiene el Dr. Amesh Adalja, experto en preparación para pandemias del Center for Health Security de Johns Hopkins.
Las pantallas faciales “no solo impiden que transmitas” el virus, sino que también “te cubre los ojos y protege mejor las membranas mucosas de la cara por donde te podrías infectar”, añade.
“Los protectores faciales ofrecerían el mejor beneficio en oficinas concurridas en las que la circulación de aire no es ideal”. La opinión es del Dr. Eli Perencevich, profesor de medicina interna y epidemiología en la Facultad de Medicina Carver de la Universidad de Iowa. Él y dos colegas hicieron un estudio en 2014 sobre los beneficios de los protectores faciales para la prevención de infecciones.
“Las pantallas faciales parecen reducir considerablemente el riesgo de inhalar el virus de la influenza»; otro virus respiratorio que se contagia por la propagación de pequeñas gotas, dice el estudio publicado por JAMA, la revista de la Asociación Médica Estadounidense.
“En un estudio simulado, se demostró que las pantallas faciales redujeron la exposición viral directa en un 96% cuando las usó una persona que simulaba ser un trabajador de la salud a menos de 45 centímetros de alguien que tosía”, demostró el estudio.
Los que están a favor de las mascarillas
Pero el estudio también mostró que, con las gotas más pequeñas, las que llaman aerosoles, las pantallas faciales fueron menos efectivas. Bloquearon el 68% inmediatamente después de la exposición a la tos, y solo al 23% en los 30 minutos siguientes. Ya que estos aerosoles son más pequeños, pueden quedar flotando bajo el visor, en el espacio donde se produce la inhalación.
En este sentido, Aaron Glatt, director del departamento de medicina del hospital Mount Sinai South Nassau, en Estados Unidos, salió en defensa de las mascarillas. “En un contexto comunitario, recomendamos la mascarilla (no la pantalla). Es más efectiva evitando que el virus se extienda a las zonas circundantes. Si la persona que usa el tapabocas está expulsando virus, las gotas quedarán atrapadas en su mascarilla».
«Se trata de un mecanismo más efectivo», aseguró.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) es de la misma opinión de Glatt. Señala que, para el público en general, las pantallas pueden considerarse como una alternativa en el caso de que haya una escasez de mascarillas no médicas. Pero sostiene que son «inferiores a las mascarillas respecto a la prevención de la transmisión por gotas».
Lea también: