Para las personas diagnosticadas con diabetes tipo 1 cada día es una suma de cálculos y ajustes mentales relacionados con los alimentos, el ejercicio físico y las dosis de insulina. Un grupo de pacientes con este tipo de diabetes, cansado de esperar por la iniciativa de las grandes corporaciones que les abrevie esas complicaciones, decidió construir su propio “páncreas biónico”. Este importante avance recibió el aval de las autoridades de salud en Estados Unidos.
Si salgo a tomar algo después del trabajo o, decido ir con amigos a una excursión ¿cuánta insulina necesitaré para ajustar mis niveles de azúcar en sangre?¿Me siento estable como para agregar un kilómetro extra a esta caminata? ¿Cuántos carbohidratos necesitaré comer si mi nivel de azúcar en la sangre baja? Son preguntas diarias de estos pacientes.
Hace diez años, este grupo decidió adoptar un enfoque manual y sin recurrir a los servicios de un profesional para su propio tratamiento. Sabían que un software bastante sencillo les haría la vida más fácil. Pero ninguna empresa lo estaba desarrollando con la suficiente rapidez.
En las personas sin diabetes tipo 1, cuando los niveles de glucosa aumentan, las células del páncreas liberan insulina, una hormona que ayuda a los tejidos a absorber esa glucosa. El software que se necesitaba los pacientes con diabetes era no tener que medir y controlar constantemente sus niveles de glucosa en sangre.
En la diabetes tipo 1, el sistema inmunológico destruye estas células y las personas con la afección deben controlar su nivel de azúcar en la sangre tomando insulina.»Es casi inhumano. Hay que pensar constantemente en la diabetes para sobrevivir», señala Shane O’Donnell, sociólogo médico del University College Dublin, que vive con la enfermedad.
Un “páncreas biónico” para pacientes con diabetes
Los miembros de la naciente comunidad utilizaban la tecnología más sofisticada disponible: bombas de insulina y dispositivos portátiles llamados monitores constantes de glucosa. Pero todavía tenían que leer los datos del monitor, prever su dieta y ejercicio físico y luego calcular la dosis de insulina. Lo que querían era automatización. Un algoritmo que analizara los datos de glucosa y programara la propia bomba.
En torno a este objetivo, el grupo lanzó en 2013 un hashtag: #WeAreNotWaiting. Luego, en febrero de 2015, Dana Lewis, miembro del grupo, compartió el código de un algoritmo que ella y dos colaboradores habían desarrollado y probado.
«No nos propusimos hacer nada grande», dice Lewis, ahora investigadora independiente en Seattle, Washington. Pero pronto, las personas que descargaron y utilizaron el algoritmo compartieron sus experiencias personales y dieron su opinión. Cuando los usuarios sugirieron ajustes y posibles mejoras, otros los probaron e informaron.
Katarina Braune, endocrinóloga de Charité-Medicina de la Universidad de Berlín, estima que 30.000 personas utilizan actualmente tecnología de código abierto para la administración automatizada de insulina. Algunos usan el sistema OpenAPS original de Lewis y sus colegas, que requiere una minicomputadora para controlarlo. Mientras que otros usan AndroidAPS (que evolucionó a partir del sistema de Lewis) o Loop, que son aplicaciones para teléfonos inteligentes.
El movimiento de pacientes con diabetes ha seguido madurando y afinando el diseño de ese “páncreas biónico”. Después de años de confiar en datos autoinformados, en 2022, dos ensayos controlados aleatorios demostraron la seguridad y eficacia de los sistemas de código abierto. Y este enero, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) concedió por primera vez la autorización reglamentaria a un sistema AID. Basado en un algoritmo de código abierto.
¿Qué es el AID de código abierto?
El panorama tecnológico para la diabetes Tipo 1 está hoy mucho más concurrido. El primer sistema comercial de AID se lanzó en 2017 y, actualmente, 5 empresas lo venden, con más de 750.000 usuarios. ¿Es este el principio del fin del movimiento de código abierto en la atención de la diabetes? Algunos diabetólogos así lo creen.
Pero muchos defensores rechazan esa idea. Argumentan que la comunidad todavía está impulsando la tecnología en nuevas direcciones que prometen más personalización y automatización que las que ofrecen actualmente las versiones comerciales.
Sufyan Hussain, endocrinólogo del King’s College de Londres, comenta que al principio se mostró escéptico acerca de la comunidad DIY AID. Pero cuando comenzó a involucrarse en 2016, quedó «sorprendido con lo bien diseñadas que estaban las soluciones en términos de seguridad y comprensión».
En 2022, Hussain fue coautor de una declaración de consenso internacional, firmada por más de 40 expertos médicos y legales y respaldada por 9 organizaciones benéficas para la diabetes. En el texto se pedía a los profesionales de la salud que apoyaran a quienes quisieran utilizar la AID de código abierto.
Los resultados de ensayos aleatorios han elevado aún más el estatus de la tecnología de bricolaje. Un estudio publicado este año encontró que un sistema AID de código abierto y uno comercial controlaban los niveles de glicemia de margen similar.Y un estudio de septiembre de 2022 demostró la eficacia de un algoritmo que ejecuta un sistema de “páncreas artificial o biónico” en teléfonos inteligentes Android de pacientes con diabetes.
El estudio abordó críticas de larga data de que los defensores habían seleccionado previamente datos de miembros altamente motivados y con conocimientos de tecnología.
Aprobación, comercialización y beneficios
A pesar de sus decenas de miles de usuarios, muchos de los cuales han optado por no utilizar los sistemas comerciales disponibles, los dispositivos de bricolaje para la diabetes tipo 1 siguen siendo relativamente un nicho.
O’Donnell dice que una comunidad acogedora y solidaria guía a las personas con habilidades tecnológicas limitadas a través de la configuración de sistemas. Pero la mayoría de las personas con diabetes tipo 1 (y la mayoría de los médicos) no han encontrado estos sistemas, dice Aaron Kowalski, presidente y director ejecutivo de JDRF. Una organización de investigación sin fines de lucro en la ciudad de Nueva York que se centra en la diabetes tipo 1. La aprobación por parte de la FDA del sistema de código abierto Tidepool Loop podría cambiar las cosas, afirma.
El algoritmo subyacente fue creado en 2016 por personas que viven con diabetes Tipo 1. Inicialmente se implementó a través de foros en línea antes de que Tidepool, una organización sin fines de lucro en Palo Alto, California, aprobara una versión mediante la autorización de la FDA.
El objetivo de Tidepool al lograr que Loop aprobara la regulación es “hacerlo más accesible a un público más amplio”, dice la portavoz Saira Khan-Gallo. «Descargar código y crear una aplicación en su teléfono no es para todos. Pero el algoritmo, las nuevas funciones y la tecnología deben estar disponibles para cualquiera que esté interesado”, apuntó.
Tidepool y otros que esperan implementar algoritmos de código abierto enfrentan un gran desafío: sus productos no son independientes. Los algoritmos requieren compatibilidad con bombas y monitores continuos de glucosa (fabricados por otras empresas), lo que exige una relación de cooperación entre los fabricantes. Tidepool aún no ha anunciado con qué empresa de dispositivos colaborará para lanzar Loop.
Otros investigadores
Las consecuencias de no controlar los niveles de glucosa son nefastas. Si el nivel de azúcar en sangre permanece demasiado alto durante demasiado tiempo (hiperglucemia), las personas pueden experimentar visión borrosa y agotamiento. E incluso cetoacidosis diabética, una afección en la que el cuerpo comienza a descomponer la grasa para usarla como fuente de energía, lo que puede provocar coma o la muerte.
Si el nivel de azúcar en la sangre baja demasiado (hipoglucemia), pueden experimentar confusión, convulsiones o pérdida del conocimiento. También puede ser fatal.
La urgencia de estos pacientes por contar con un dispositivo que los ayude a sobrellevar la diabetes ha llevado a grupos independientes a aferrarse a la tecnología e idear el “páncreas biónico”. A estos estudios se suman otros laboratorios y academias. Es el caso de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Boston (BU) que se atribuye el diseño de equipos que alivian los controles de estos pacientes. Igualmente a través de dispositivos que se mueven con algoritmos.