El Congreso rechazó de plano la moción de censura que intentaba Vox en contra del gobierno de Pedro Sánchez. Con 298 votos en contra y solo 52 a favor, el hemiciclo tumbó la propuesta. No hubo abstenciones. Más allá del resultado en contra, un final más que previsible, fue muy relevante que el Partido Popular, de voz de Pablo Casado, propusiera defender la unidad y la diversidad de España, frente a las pretensiones del PSOE y Vox, de atentar «contra los valores constitucionales».
Al final es poco -más bien nada– lo que sacó Vox de la iniciativa. Si bien estaba más que claro que la moción de censura no prosperaría, no pudo siquiera lograr algún apoyo o cuando menos un reconocimiento. Tampoco pudo poner al PP contra las acuerdas, para disputarle el liderazgo de la oposición. Por el contrario, Casado supo desmarcarse de la «impostura» de Abascal y, aún así, evitar que se le etiquete como «colaborador» del PSOE y, sobre todo, de Podemos. Incluso, al final, Sánchez le tendió la mano. Le ofreció frenar la reforma al CGPJ y abrir un proceso de diálogo.
Más que una derrota
Se trata de la peor derrota parlamentaria para un candidato en las cinco mociones de censura que se han presentado en democracia. Vox no logró sumar un solo apoyo. Ni tan siquiera una abstención. Incluso PP, Cs, Foro o UPN, habitualmente muy duros con la gestión de Sánchez, han preferido su gobierno a uno presidido por Abascal.
La derrota se veía venir. El objetivo más claro era disputar a Pablo Casado el liderazgo del bloque de la derecha. Y allí el fracaso de Vox fue estrepitoso. El presidente del PP, tras varios días de dudas, se opuso a dar ni siquiera una abstención a la moción de Abascal. Fue mucho más allá. Su discurso fue inusualmente duro con Vox. Marcó una clara distancia, tras meses de acercamientos y carantoñas.
Ni siquiera Cayetana Álvarez de Toledo, partidaria de la abstención, rompió la disciplina de voto del PP. La sesión deja a Vox sumido en un total aislamiento parlamentario. Y Casado, son su discurso, se convirtió en el auténtico protagonista del segundo día de la moción de censura. Apareció un líder con estatura de jefe de Estado.
El PP se desmarca
En su discurso, Pablo Casado la emprendió contra Abascal. “Nos hace venir a perder el tiempo en plena segunda oleada«, le dijo. “Lo que se vota aquí es si está capacitado para ser presidente. La respuesta ya era evidente y ha quedado aún más clara: no”.
Le reprochó duramente la división del voto de la derecha y le acusó de ser cómplice de que hoy Pedro Sánchez sea presidente del Gobierno. «Vox es el seguro de vida de Sánchez para seguir de inquilino en la Moncloa», le dijo. En cambio, ofreció una propuesta «serena, sensata, moderada, responsable y pro europea». Recibió repetidas ovaciones desde su bancada.
También se dirigió a los votantes de Vox. «Conozco muy bien el desencanto que les llevó a alejarse del PP. Ha llegado el momento de pasar del enfado a algo más constructivo«. A Abascal le dijo: «Usted solo ofrece a España fracturas, derrotas y enfado. A la izquierda le da una garantía de victoria”.
Casado aseguró que Sánchez y Abascal son nostálgicos del pasado. «Parece que no han aprendido de los motivos que nos llevaron a las guerras. Vox es el sueño del nacionalismo y el salvavidas de Sánchez. Usted pasará y solo habrá dejado escombros, igual que Sánchez. Pero el PP seguirá aquí. Trabajando para todos, nos voten o no. Estoy seguro de que los españoles no van a entregarse a la ruptura», manifestó.
“Esta moción es una mentira más de Vox para que Sánchez siga en la Moncloa. El proyecto reformista lo encarna solo el PP. Usted y yo estamos en lados opuestos. Vox es parte del bloque de la ruptura con Sánchez e Iglesias. Señor Abascal, no somos equiparables, son muchas nuestras diferencias. Por todo esto, votaremos ‘NO’ a la moción de censura», concluyó.
Una deuda con Vox
En respuesta, el presidente de Vox acusó a Casado de unirse a la «brutal caricatura» que la izquierda y el independentismo hacen de Abascal. Vaticinó el «hundimiento» del PP tras el «gigantesco error» de la sesión.
También le recordó que el PP gobierna en las comunidades de Andalucía, Murcia y Madrid gracias a sus votos. Le pidió, por ello, que al menos una vez le dé «las gracias». Aún así, descartó una posible ruptura de esas alianzas.
«Si yo fuera como usted ha dicho hoy aquí, dejarían de gobernar en Madrid, Andalucía y Murcia, pero los andaluces, madrileños y murcianos pueden estar tranquilos respecto de la responsabilidad histórica de Vox», aclaró.
De cara al Gobierno
En su discurso el presidente del PP no solo aprovechó para enfrentarse directamente a sus competidores en la oposición, sino también para encarar al Ejecutivo de coalición. Casado buscaba fortalecerse y evitar que Vox y el PSOE le arrinconasen. Por tanto, ofreció un mensaje claro: «Queremos unir a los españoles otra vez. Queremos una sociedad abierta y libre, una España en red. Nosotros defendemos una España unida y diversa, señor Abascal, señor Sánchez. Uno no la quiere cohesionada; el otro no la quiere diversa».
A estas alturas, Casado había logrado poner la agenda en la sesión. Tanto que el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, pidió la palabra para intervenir. Y centró su discurso en Casado. No en Abascal, quien era el proponente de la moción contra el Gobierno.
Iglesias dijo que Casado hizo una alocución «brillante» e «inteligente», aunque «llega tarde» y no permite el entendimiento con el Gobierno. Acusó al PP de haber dado alas a Vox. Por esta razón, cree que Casado no podrá llegar a La Moncloa sin Abascal. «Ustedes están en un atolladero del que no van a poder salir y el que se han metido ustedes solitos», dijo.
El líder popular replicó asegurando que muchos jóvenes del 15-M se acercan ahora a Génova decepcionados por el gobierno de coalición. Apostó a distanciarse de Vox y de la coalición PSOE-Podemos, a quienes equiparó en «radicalidad y revanchismo». Como opción, propuso la reconciliación que representa el PP.
Adriana Lastra, portavoz del PSOE, replicó a Casado, porque «cada vez que acusa a este Gobierno de totalitario, está sembrando lo que cosecha Vox. ¿Hasta dónde les va a seguir?». Le preguntó: «¿Van a romper en Madrid, en Andalucía y en Murcia?»
El cierre de Abascal
El cara a cara entre ambos obligó al líder de Vox a intervenir, al ver que se quedaba fuera del debate. Así, Abascal increpó a Casado por haber «decidido la continuidad del gobierno de la ruina y de la muerte de muchos españoles (…) No tienen ni idea de la miseria que nos espera. (…) Es la dictadura progre que quieren mantener», dijo.
«Vox seguirá exigiendo en la calle unas elecciones libres que cada vez serán más difíciles de alcanzar por las que lucharemos con todas nuestras fuerzas», agregó. También aseguró que vienen «tiempos muy duros para los españoles y para la bancada de Vox». Pero el país «lo superará y Vox también». «Hoy tenían que elegir entre la esperanza y la ruina y han elegido a la ruina. España prevalecerá a pesar de ustedes», concluyó.
Freno a la reforma del Poder Judicial
Al cierre, el presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, dijo al líder de Vox que «ha quedado claro que usted no cuenta con ningún apoyo porque no cuenta con ningún proyecto para este país. La cruda realidad es que ustedes están solos. Usted, lamento decirle, no es el salvador de España, afortunadamente, porque España tiene millones de salvadores».
Aprovechó para lanzar una invitación a Pablo Casado. «Necesitamos diálogo. Renovemos el poder judicial. Como todo esfuerzo es poco, hoy doy un paso más. Le anuncio que vamos a detener el reloj de la reforma del Consejo General del Poder Judicial y el Defensor del Pueblo. Vamos a sentarnos a negociar después de dos años».
De esta manera, el Gobierno ha celebrado el golpe de timón del PP. Pero ahora se coloca a la espera de ver en qué se traduce a la hora de la verdad. El anuncio de Sánchez en los estertores de la sesión es un signo de acercamiento. Falta ver a qué caminos conduce.
Lea también: