El cine y la literatura nos han hecho pensar que el primer signo de vida inteligente que nos visite desde el espacio será una nave gigante y llena de luces flotando sobre la Casa Blanca. Pero es probable que nuestro «encuentro interestelar» inicial sea con la basura espacial de una civilización alienígena. Avi Loeb, presidente del Departamento de Astronomía de Harvard, cree que Oumuamua, un objeto espacial que entró hace dos años al Sistema Solar, es uno de esos desechos.
En su reciente libro Extraterrestrial: The First Sign of Intelligent Life Beyond Earth (Extraterrestre: el primer signo de vida inteligente más allá de la Tierra), el investigador explica por qué piensa que Oumuamua no era solo otra roca, sino en realidad una pieza de tecnología alienígena.
El objeto en cuestión viajó desde la dirección de Vega, una estrella cercana a 25 años luz de distancia. Interceptó el plano orbital de nuestro sistema solar el 6 de septiembre de 2017.
Una trayectoria cercana
El 9 de septiembre, su trayectoria lo acercó más al Sol. A fines de septiembre, viajó a unos 94.800 kilómetros por hora, más allá de la distancia orbital de Venus. El 7 de octubre, pasó por encima de la Tierra antes de moverse rápidamente hacia la constelación de Pegaso y la oscuridad que hay más allá.
Fue detectado por primera vez por un observatorio en Hawái que contiene el telescopio panorámico y el sistema de respuesta rápida (Pan-STARRS), el de más alta definición de la Tierra. Se le dio el nombre de Oumuamua, que en hawaiano significa «explorador».
Fue el primer objeto interestelar detectado dentro de nuestro sistema solar. A juzgar por su trayectoria, los astrónomos concluyeron que no estaba limitado por la gravedad del Sol, lo que sugería que solo estaba viajando. No se pudieron tomar fotos nítidas, pero los astrónomos lograron apuntar sus telescopios hacia el objeto durante 11 días y recolectaron montones de otros datos.
Más allá de lo aparente
Al principio, los científicos pensaron que era un cometa ordinario. Pero Loeb dijo que esa suposición podría partir de nuestra tendencia a asociar lo que no conocemos con lo que nos es más familiar. Dice que, por ejemplo, si un hombre de las cavernas viera un teléfono móvil, habría pensado que era solo una roca brillante. Ha visto muchas rocas, pero nunca un teléfono.
Loeb pronto abrió su mente a otra posibilidad: no era un cometa, sino tecnología descartada de una civilización alienígena. Varias propiedades inusuales sobre el objeto ayudaron al científico a llegar a esta conclusión. Primero, las dimensiones de Oumuamua.
Los astrónomos observaron la forma en que el objeto reflejaba la luz solar. Su brillo variaba diez veces cada ocho horas, lo que sugiere que esa fue la cantidad de tiempo que tardó en completar una rotación completa.
Los científicos concluyeron que el objeto era al menos de cinco a diez veces más largo que ancho, algo así como la forma de un cigarro. Ningún cuerpo espacial de origen natural que hayamos visto se ha parecido a él, ni siquiera remotamente. Por tanto, la geometría de Oumuamua es demasiado inusual. «Incluso si se compara con los asteroides o cometas más extremos que jamás hayamos visto», asegura Loeb.
Por otro lado, Oumuamua era inusualmente brillante. Era al menos diez veces más reflectante que los típicos asteroides o cometas del sistema solar. Por ello, Loeb comparó su superficie con la de un metal brillante.
Un extraño movimiento
La anomalía que realmente empujó a Loeb hacia su hipótesis fue la forma en que Oumuamua se movía. Utilizando la física, los científicos pueden calcular el camino exacto que debe tomar un objeto y la velocidad a la que debe viajar debido a la fuerza gravitacional ejercida por el Sol. Pero Oumuamua no siguió esta trayectoria calculada. Claramente estaba siendo empujado por otras fuerza, además de la gravedad del Sol.
Al principio, la explicación parecía sencilla. Los cometas muestran una aceleración similar, porque a medida que se acercan al Sol, su superficie se calienta, liberando gases de elementos antes congelados, que actúan como un motor de cohete. Sin embargo, esos materiales liberados forman la cola distintiva de un cometa. Los científicos buscaron cuidadosamente esa cola o cualquier signo de gases o polvo que pudiera impulsar a Oumuamua. No hallaron nada.
Posible vela solar
Loeb, que está involucrado en un proyecto de vela ligera para enviar una pequeña nave no tripulada a una estrella cercana, dijo que si los terrícolas hemos pensado en esta idea, ¿por qué no podrían los extraterrestres?
Planteó la hipótesis de que Oumuamua no tenía en realidad la forma de un cigarro, sino posiblemente un disco de menos de un milímetro de grosor, con proporciones parecidas a velas que explicarían su inusual aceleración a medida que se alejaba del Sol.
En cuanto a su propósito, Loeb no está del todo seguro. Especuló que podría ser «basura espacial» que alguna vez sirvió como una especie de boya de navegación, utilizada por una civilización de hace mucho tiempo.
Por supuesto, no todos en la comunidad científica están de acuerdo con su teoría. Pero les ha dado mucho que pensar y debatir.
Lea también: