La cadena de efectos dañinos de los microplásticos no cesa de crecer. A la gigantesca lista de daños a la naturaleza se van sumando los resultados de los estudios sobre sus efectos en la salud humana. Apenas están comenzando a conocerse y el panorama es alarmante. El más reciente estudio encuentra que los microplásticos tienen mucho que ver con la epidemia de obesidad del mundo moderno.
Los residuos plásticos han experimentado un crecimiento exponencial en las últimas décadas. A través de procesos naturales como la intemperie, que involucra erosión, abrasión, oxidación y descomposición. Los plásticos se desintegran en el medio ambiente, dando lugar a los microplásticos: partículas de plástico de menos de 5 milímetros de tamaño.
En la Unión Europea, se estima que se generan entre 75.000 y 300.000 toneladas de microplásticos anualmente. Además, se prevé que los microplásticos representen el 13,2% del peso total de los plásticos a nivel mundial para el año 2060. La degradación de plásticos más grandes es la principal fuente de estos microplásticos. Otros tipos incluyen microfibras o textiles sintéticos, fragmentos y bolitas de plástico, así como microperlas presentes en productos de limpieza y cosméticos.
Omnipresente
Según el profesor de la Universidad de New York, Kurunthachalam Kannan, la exposición a los microplásticos es ubicua en las personas. Prácticamente todos estamos expuestos a ellos diariamente, lo que plantea un problema de salud pública global. Los microplásticos y los aditivos plásticos se liberan al medio ambiente. Incluyendo océanos, aguas superficiales y residuales, sedimentos y el aire interior y exterior. Los seres humanos entran en contacto con ellos a través de la inhalación de aire y polvo en interiores y exteriores. Así como al ingerir alimentos y agua contaminados.
En promedio, una persona está expuesta a varios miligramos de microplásticos al día. Exposición que es significativamente mayor que la de otras sustancias químicas ambientales (generalmente se mide en nanogramos o microgramos diarios). La preocupación por los microplásticos está más que justificada.
Las fuentes comunes de exposición a microplásticos incluyen el aire y el polvo inhalados en interiores, el consumo de agua embotellada de plástico (actualmente la segunda mayor fuente a nivel mundial), alimentos contaminados, cosméticos y textiles. Aunque se ha documentado la contaminación por microplásticos en mariscos y sal marina, debido a la falta de métodos analíticos estandarizados y validados, aún no se han estudiado completamente otras fuentes de exposición, como alimentos y envases de plástico para alimentos.
1.000 millones de obesos
La Organización Panamericana de Salud ha reconocido la amenaza que representan los microplásticos para la salud. Por lo que los ha incluido en la lista de determinantes ambientales de la salud. Impulsando estudios para comprender mejor su impacto. Recientemente, se ha investigado su posible influencia en la epidemia de obesidad.
Según un estudio publicado en The Lancet, más de 1.000 millones de personas tenían obesidad en 2022, lo que indica que la obesidad se ha duplicado entre los adultos y se ha multiplicado por cuatro entre los niños y adolescentes desde 1990. La obesidad se asocia con complicaciones médicas graves, como enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.
Además, aumenta significativamente el riesgo de mortalidad prematura. Disminuye la expectativa de vida en al menos 7 años. El rápido aumento en la prevalencia de obesidad a nivel global, sus graves consecuencias para la salud y su impacto económico han llevado a que se considere una verdadera «epidemia».
Aumenta absorción de grasas
Cuando los plásticos se descomponen debido a la luz solar, el agua, los incineradores de vertederos y otros procesos, pueden dar lugar a los microplásticos: fragmentos que miden menos de 5 milímetros de largo. Según Philip Demokritou, de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey, a medida que se descomponen, estos fragmentos se vuelven cada vez más pequeños, llegando incluso a la nanoescala. Estos microplásticos, presentes en nuestros alimentos y agua, podrían aumentar la cantidad de grasa que absorbemos. Lo que según un estudio publicado en NewScientist potencialmente incrementa el riesgo de obesidad, enfermedades cardíacas y otras afecciones relacionadas con el consumo excesivo de grasas.
Investigadores que utilizaron un modelo de intestino delgado humano descubrieron que los microplásticos en alimentos ricos en grasas aumentan significativamente la absorción de grasa, llegando a incrementarla en un 145 por ciento. Además, según un estudio financiado por el National Institute of Environmental Health Sciences (NIEHS), la exposición humana a microplásticos y aditivos plásticos (como estabilizadores de calor, rayos UV, plastificantes y retardantes de llama) podría estar relacionada con un mayor riesgo de obesidad al afectar el metabolismo y promover el crecimiento de células grasas.
Los expertos han establecido conexiones entre el crecimiento global en la producción de plásticos, la exposición humana a los microplásticos y el aumento mundial de la obesidad. Según Kurunthachalam Kannan, Ph.D., profesor del Departamento de Pediatría de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, autor del estudio de NIEHS, “La producción y el uso de plásticos han experimentado un notable incremento en las últimas cinco décadas”. Este aumento se correlaciona con las tasas crecientes de sobrepeso y obesidad a nivel global. Aunque hay varios factores a considerar en la pandemia de obesidad, la ingesta calórica no ha variado significativamente en las últimas décadas. Sugiere que los plásticos podrían desempeñar un papel relevante.
Contribuir a la obesidad
Aunque la mayoría de los microplásticos se eliminan a través de las heces, las partículas más pequeñas, inferiores a 150 micrómetros, pueden atravesar el revestimiento intestinal. Aquellas de menos de 20 micrómetros pueden incluso llegar a órganos como los pulmones y el hígado a través de la circulación sanguínea. Su inhalación puede llevar a su deposición directa en los pulmones. Con tamaños entre 0.1 y 10 micrómetros pueden cruzar incluso la barrera hematoencefálica y la placenta.
Estudios en animales y cultivos celulares sugieren que podrían contribuir a la obesidad mediante diversos mecanismos. Los microplásticos que penetran las membranas celulares pueden desencadenar respuestas inmunitarias y daño celular. Además, inducen estrés oxidativo y alteran el metabolismo de los ácidos grasos y la energía. Su acumulación en el hígado y los riñones estimula el crecimiento y la acumulación de células grasas, afectando el equilibrio energético y, en última instancia, el peso corporal.
Mucho por estudiar
Los aditivos plásticos también desempeñan un papel. Contienen sustancias químicas nocivas que pueden actuar como contaminantes en los microplásticos. Algunos de estos aditivos, como los organoestaños, ftalatos, bisfenoles y metales tóxicos, afectan el crecimiento de las células grasas y las proteínas que regulan el metabolismo de lípidos y glucosa. El bisfenol A (BPA), comúnmente presente en ciertos plásticos, afecta el sistema endocrino y el equilibrio hormonal, lo que puede influir en el metabolismo y el aumento de peso.
El sobrepeso y la obesidad son preocupaciones globales. Según la OMS casi se ha triplicado desde 1975. A medida que la obesidad ha aumentado, también lo ha hecho la exposición a microplásticos y aditivos plásticos. Lo que sugiere una conexión entre ambos. El Dr. Kannan enfatiza la necesidad de comprender mejor sus efectos tóxicos en los humanos. Factores como el tipo, tamaño y concentración de microplásticos influyen en las vías metabólicas que podrían contribuir al aumento de peso corporal. “La gran brecha en nuestro conocimiento radica en comprender la magnitud de la exposición. Debemos desarrollar métodos integrales y holísticos para cuantificar estas exposiciones. Especialmente en alimentos y envases, donde aún hay mucho por descubrir”, afirma.
Solución simple: hervir el agua
Investigadores chinos descubrieron que hervir el agua antes de consumirla puede reducir significativamente la presencia de nano y microplásticos. Esas diminutas partículas de plástico que suscitan preocupación por su impacto en la salud humana. Los nano y microplásticos, que incluyen poliestireno, polietileno y polipropileno, varían en tamaño desde 0,001 hasta 5 milímetros de diámetro.
El equipo dirigido por Eddy Zeng de la Universidad de Jinan en China realizó un experimento con muestras de agua del grifo. Tras medir los niveles de NMP, hirvieron las muestras durante 5 minutos y luego las enfriaron. El resultado fue sorprendente: los niveles de nano y microplásticos. se redujeron en más del 80 por ciento. “Estimamos que la ingesta diaria de nano y microplásticos. a través del consumo de agua hervida fue de dos a cinco veces menor que la del agua directa del grifo”, explica Zeng. Esta estrategia sencilla no solo “descontamina” el agua doméstica, sino que también mitiga la exposición humana de manera segura.
¿Cómo funciona? Los nano y microplásticos quedan atrapados en estructuras cristalinas de cal, formadas a partir del calcio presente en el agua. El estudio demostró que se eliminaron más partículas en el agua “dura” (con alto contenido de calcio) que en la “blanda”. Además de su eficacia, hervir el agua tiene otros beneficios. Como eliminar bacterias, parásitos y trazas de metales pesados. La experta Caroline Gauchotte-Lindsay de la Universidad de Glasgow advierte que debemos abordar el problema de los microplásticos en el agua potable desde el nivel de las plantas de tratamiento. En su opinión la prevención es clave antes de que lleguen a nuestros hogares.