La enfermedad de Alzhéimer, que afecta a alrededor de 59 millones de personas en el mundo, es un hueso duro de roer. Científicos y laboratorios están detrás de sus pistas para tratarla e incluso detenerla, pero las cosas no han salido del todo bien. Una nueva polémica se ha desatado en torno a las alternativas para mitigar o frenar la enfermedad de Alzhéimer, al poner al descubierto la posibilidad de que muchas de las imágenes utilizadas en los principales estudios fueron manipuladas.
La Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos, en junio 2021, otorgó la aprobación acelerada de aducanumab (Aduhelm, Biogen). Un anticuerpo dirigido contra el amiloide β, para el tratamiento de pacientes con Alzhéimer. La polémica ganó terreno cuando se detectó que no había evidencias concluyentes, solo parciales, de que el fármaco funcionara.
Entonces el nombre del neurocientífico Matthew Schrag de la Universidad de Vanderbilt (EE UU), cobró notoriedad. Al criticar públicamente la controvertida aprobación de la FDA del fármaco anti-Aβ Aduhelm.
Meses después, en agosto de 2021, Scharg recibió la llamada de un colega y un abogado que investigaba un fármaco experimental para la enfermedad de Alzhéimer llamado Simufilam. El desarrollador del fármaco, Cassava Sciences, afirmó que mejoró la cognición. En parte al reparar una proteína que puede bloquear los depósitos cerebrales pegajosos de la proteína beta amiloide (Aβ), un sello distintivo del Alzhéimer.
Los clientes del abogado, dos neurocientíficos, creían que algunas investigaciones relacionadas con Simufilam podrían haber sido «fraudulentas». Según una petición presentada más tarde en su nombre ante la FDA. Desde entonces la espiral de investigaciones y denuncias no ha cesado. En el ínterin se ha tocado nombres de reputados científicos, recoge la revista Science.
Polémica complica salidas a la enfermedad del Alzhéimer
Luego de leer en foros especializados sobre otros posibles casos de imágenes fraudulentas en varios estudios, Schrag agudizó sus averiguaciones. Se fue hasta el año 2000 y se tropezó con los estudios del reconocido científico Sylvain Lesné. Sus trabajos fueron difundidos cuando publicó como primer autor una investigación sobre unas moléculas llamadas ‘beta amiloide estrella 56’, abreviada como AB*56.
El artículo apareció en la revista Nature y es uno de los más citados en su campo en los últimos 20 años. Más de 2.000 trabajos posteriores lo toman como referencia, una medida del impacto de una investigación.
AB*56 es un oligómero tóxico, un subtipo de la proteína beta amiloide, que se acumula en placas en las neuronas de las personas con alzhéimer. Este subtipo concreto sería más soluble en los fluidos corporales y, por tanto, tendría más facilidad para afectar a las células.
Aunque se conoce desde un principio que los pacientes de alzhéimer acumulan estas proteínas en su cerebro, no estaba claro si son una causa o una consecuencia de la enfermedad. El equipo de Lesné había aislado AB*56 de ratones modificados genéticamente para producir grandes cantidades de beta amiloide. Y lo había inyectado en ratas jóvenes que rápidamente mostraron un deterioro de la memoria. Este hallazgo era el fundamento de la hipótesis de la beta amiloide, según la cual son estas proteínas la causa del alzhéimer y no su consecuencia.
La hipótesis amiloide es la base de los nuevos medicamentos que han estado ensayándose contra la enfermedad neurodegenerativa en la última década. Es el caso del aducanumab, cuya aprobación de la FDA vino seguida de una fuerte polémica pues, a pesar de destruir eficazmente las placas, no había pruebas concluyentes de que mejorara la evolución de la enfermedad del alzhéimer.
Investigación minuciosa y manipulación de imágenes
El neurocientífico Matthew Schrag encontró centenares de imágenes alteradas. Entre ellas más de 70 en los trabajos de Lesné, de la Universidad de Minesota, para corroborar la impresión de que AB*56 era la clave de la hipótesis de la beta amiloide. El científico se puso en contacto con las revistas y las instituciones que habían publicado o respaldado estos trabajos. Reseñó El Español que varios artículos ya han sido retractados.
También contactó con la revista Science, que sometió la investigación de Schrag a una verificación independiente. Los expertos se mostraron de acuerdo con el neurólogo: aunque ninguno –incluido Schrag– afirma que se han manipulado las imágenes conscientemente para llegar a una conclusión específica, lo que sería sinónimo de fraude. Pero no dudan de que la mayoría han sido alteradas.
Todo esto no sería un problema si la hipótesis de la beta amiloide hubiera dado beneficios, pero no ha sido así. No pasó ni un año desde la aprobación de aducanumab para que Biogen, la compañía propietaria del fármaco, haya decidido retirarle el apoyo comercial.
Y esta es solo la punta del iceberg de la polémica que envuelve las investigaciones sobre la enfermedad de Alzhéimer. En el camino han quedado numerosos fármacos que se dirigían a la destrucción de las placas de amiloide pero que no lograban beneficios clínicos. Sobreviven varios medicamentos que siguen ensayándose en miles de pacientes.
Pero la revista Science dijo que encontró evidencia de que las imágenes del artículo y las imágenes de otros estudios sobre Aβ*56 de Lesné, habían sido manipuladas. Con el propósito de inflar el papel de la proteína en la progresión hacia el Alzhéimer, según expertos como Donna Wilcock, decana adjunta de biomedicina de la Universidad de Kentucky quien revisó las imágenes para Science.
Mala ciencia e intereses económicos
Karl Herrup, profesor de neurobiología en el Instituto del Cerebro de la Universidad de Pittsburgh que no participó en la investigación, dijo que los hallazgos son «realmente malos para la ciencia».
“Nunca es vergonzoso equivocarse en la ciencia”, puntualizó Herrup, quien también trabaja en el Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer de la escuela. “Gran parte de la mejor ciencia fue realizada por personas que se equivocaron y probaron primero si estaban equivocados. Y luego por qué estaban equivocados. Lo que es completamente tóxico para la ciencia es ser fraudulento”.
Por otra parte, el jefe de Neurología del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, David Pérez Mártinez, opinó sobre el trabajo de Schrag a El Español.«No es solo una carga de profundidad contra la teoría de la beta amiloide, (sino que) se mezcla mala ciencia. Manipulación de estudios e intereses económicos de una empresa biotecnológica (Cassava) interesada en desarrollar un fármaco para generar una gran expectativa en bolsa»
Sin embargo, Pérez Martínez no cree que la revelación impacte a corto plazo en la investigación contra la enfermedad de Alzhéimer y la polémica desatada. «En primer lugar”, indicó, “porque hay todavía ensayos clínicos en marcha basados en la terapia anti-amiloide y trabajos financiados en ese área». Esto supone que, a medio plazo, «la inversión se diversifique en otras hipótesis y en otros proyectos».