La decisión del Ministerio de Educación de España de penalizar hasta con un 10% las faltas de ortografía en los exámenes de Selectividad reactiva una discusión que parece eterna. ¿Se debe simplificar más la ortografía del español? Una interrogante para la cual no hay respuesta fácil. Hay quienes lo consideran impostergable. Otros alegan que no es tan simple. Cualquier cambio, por mínimo y técnicamente razonable que parezca, genera intensos debates. Para muestra, los encendidos enfrentamientos entre académicos y legos por la tilde diacrítica de solo, eliminada hace 14 años.
Hay que tomar en cuenta que unos 496 millones de personas hablan español de forma nativa en el mundo. A estas cifras hay que sumar los casi 600 millones que tienen competencia limitada de español y los 24 millones de estudiantes que actualmente lo hablan como lengua extranjera. Es el segundo idioma más hablado, solo detrás del chino mandarín. Es el idioma oficial en 20 países y se habla en cuatro de los 5 continentes: Europa, América, África y Asia.
El habla es instintiva. Los humanos, como todas las especies, necesitamos comunicarnos y desarrollamos ese sofisticado mecanismo de comunicación que es la lengua. Pero la escritura es un invento que ha permitido trasmitir nuestros conocimientos más allá del tiempo y el espacio. Un invento que se produjo de forma independiente en diferentes partes del mundo en momentos históricos diversos.
Los primeros sistemas de escritura surgieron alrededor del 4000 a.C. en Mesopotamia, alrededor del 3000 a.C. en Egipto, y alrededor del 1200 a.C. en China. Aunque no se puede atribuir la invención de la escritura a un solo individuo, los antiguos sumerios son considerados frecuentemente como los creadores de la escritura cuneiforme, uno de los primeros sistemas de escritura del mundo. La escritura es un código y como tal requiere de un conjunto de reglas para tener éxito. Entre las cuales son claves las rigen la correcta escritura, o sea, la ortografía.
Máximo 10% de penalización
El tema de la revisión de las normas de ortografía vuelve al tapete porque a partir de 2025, los exámenes de Selectividad en España penalizarán las faltas de ortografía con una reducción del 10% en la nota. El cambio, junto con otros, forma parte de la nueva Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU). Los estudiantes que actualmente cursan el primer año de bachillerato serán los primeros en enfrentarse a estos nuevos requisitos.
El borrador del proyecto de real decreto de la nueva EBAU, elaborado por el Ministerio de Educación, establece que los ejercicios de examen estarán estructurados en diferentes secciones. Pueden requerir respuestas cerradas, semiconstruidas o abiertas, siempre que al menos el 70% de la puntuación total se asigne a preguntas o tareas de respuesta abierta y semiconstruida. La EBAU no solo evaluará la capacidad de los estudiantes para recordar información, sino su habilidad para explicar conceptos. Los exámenes incluirán preguntas tipo test y ofrecerán a los alumnos la opción de elegir entre diferentes preguntas.
La prueba de acceso a la universidad constará de cuatro o cinco ejercicios, dependiendo de si la comunidad autónoma tiene una lengua cooficial. Los ejercicios cubrirán las siguientes materias: Lengua Castellana y Literatura II, Lengua Cooficial y Literatura II (si corresponde), Historia o Filosofía (a elección del estudiante), Lengua Extranjera II y la materia específica obligatoria.
Mucho o poco
Los ejercicios de la nueva prueba tendrán un diseño que permitirá evaluar el grado de adquisición de las competencias específicas de las materias. Se requerirá que los estudiantes demuestren creatividad, pensamiento crítico, reflexión y madurez en la resolución escrita de una serie de preguntas o tareas adecuadas a las competencias específicas evaluadas. Las preguntas o tareas se contextualizarán en entornos artísticos, científicos, humanísticos y tecnológicos, preferentemente cercanos a la vida del estudiante.
Y he acá el punto que desata la polémica: En los ejercicios que requieran la producción de textos por parte de los estudiantes, al menos el 10% de la calificación de cada pregunta o tarea se asignará a la coherencia, cohesión, corrección gramatical, léxica y ortográfica de los textos producidos, así como a su presentación. Sin embargo, estos criterios podrán flexibilizarse para los estudiantes con necesidades específicas de apoyo educativo.
Para algunos resulta inaceptable que apenas se penalice con el 10%, para otros es demasiado. Especialmente porque además cuando sea necesario, los estudiantes podrán utilizar documentos o herramientas auxiliares, como diccionarios, calculadoras, formularios o tablas, para realizar los ejercicios de las diferentes materias.
Código necesario
La decisión de penalizar las faltas de ortografía en los exámenes de Selectividad en España reaviva el debate sobre la importancia de las normas ortográficas. La ortografía, como señala profesora de Lingüística Iberorrománica, Carlota de Benito, no es una creación de los escritores. Es un código que busca representar la lengua en un espacio donde se pierde una de sus características más importantes: la voz. Las normas ortográficas, como reconoce la RAE, tienen su razón de ser en la codificación. Es decir, en transformar mediante las reglas de un código la formulación de un mensaje. El objetivo es conseguir el código que mejor se adapte al funcionamiento real de la lengua.
El código se configura en base a una serie de análisis técnicos que asignan a cada letra un sonido. Deciden si una palabra debe llevar tilde o no. Explican dónde empiezan y terminan las palabras y nos indican dónde colocar los signos de puntuación. Los lingüistas han defendido durante décadas que no se puede hablar “bien o mal”. Pero la ortografía, al basarse en un análisis científico, sí debe seguir un razonamiento lógico y, por tanto, tiene sentido que tenga un papel normativo fuerte.
Aunque pueda parecer que algunas propuestas “antiortográficas” abogan por una anarquía de códigos en constante pugna, la realidad es que la mayoría de estas propuestas buscan reflexionar sobre las normas de ortografía para asegurarse de que no ocultan una falta artificial y arbitraria de opcionalidad ante la variedad de “intenciones y estilos” que también existen en la lengua escrita.
No está solo
La lengua escrita, más allá de ser un simple medio de comunicación, está impregnada de cuestiones sociales, históricas y culturales. Un ejemplo de ello es la persistente polémica sobre el uso de la tilde en la palabra ‘solo’. En 1952, el académico Julio Casares argumentó que acentuar ‘solo’ cuando podía ser reemplazado por ‘solamente’ era inconsistente. Según su criterio los casos de ambigüedad eran raros y forzados. Aunque la Real Academia Española (RAE) estuvo de acuerdo con Casares, decidió mantener la tilde como opcional para “evitar rupturas”. Demostrando que la definición de las reglas ortográficas no es un proceso neutral. Está influenciado por factores sociales y culturales.
Para sus críticos el debate actual pone de manifiesto que la ortografía puede actuar como un filtro. En el caso que nos ocupa, acceder a ciertos espacios públicos. Como se evidencia en la decisión de reducir un 10% la nota por faltas de ortografía y gramática en los exámenes de Selectividad.
Lo que plantea la cuestión de si las normas ortográficas están restringiendo arbitrariamente las posibilidades de los escritores. También estaría perjudicando a algunas variantes lingüísticas en favor de otras. Aprender y aplicar consistentemente una norma siempre será más difícil para una persona cuyo acento o pronunciación difiere de quien hace la norma. Lo que justificaría que se pida una revisión ya sea para simplificarlas, modernizarlas, hacerlas más inclusivas o para que representen mejor los usos de las distintas variedades lingüísticas. Aunque a juicio de cierto sector, son asuntos dignos de ser sometidos a debate, hay quienes consideran que se debe ser cauto con los cambios.
Desde 1741
Es bueno recordar que los motivos de los cambios ortográficos en la evolución de la lengua obedecen a la necesidad de simplificar las reglas, reducir las excepciones y eliminar cualquier erudición innecesaria para facilitar su enseñanza. La Real Academia Española (RAE) lanzó su primera Ortografía de la lengua española en 1741. Esta obra fue refinada en ediciones posteriores en 1754, 1763, 1770, 1775, 1779 y 1792. La octava edición, publicada en 1815, marcó un hito en la modernización del idioma castellano. Se realizaron algunos ajustes en la edición de 1820, y luego se mantuvo sin cambios hasta 1969. Posteriormente, se realizaron modificaciones en 1999 y 2010.
Los principales cambios introducidos en la edición del 2010 fueron:
- Exclusión de los dígrafos ch y ll del abecedario.
- Propuesta de un solo nombre para cada una de las letras del abecedario.
- Sustitución, por grafías propias del español, de la q etimológica con valor fónico independiente en aquellos extranjerismos y latinismos plenamente adaptados al español (quorum > cuórum).
- Eliminación de la tilde en palabras con diptongos o triptongos ortográficos: guion, truhan, fie, liais, etc.
- Eliminación de la tilde diacrítica en el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad.
- Supresión de la tilde diacrítica en la conjunción disyuntiva o escrita entre cifras.
- Normas sobre la escritura de los prefijos (incluido ex-, que ahora recibe el mismo tratamiento ortográfico que los demás prefijos: exmarido, exprimer ministro)
- Equiparación en el tratamiento ortográfico de extranjerismos y latinismos, incluidas las locuciones.
Tomárselo con humor negro
En la década del 2000, cuando la Real Academia de la Lengua Española realizó una revisión de las reglas ortográficas, circuló un artículo que en tono de burla recogía todas las propuestas de cambios que habían llegado a manos de los académicos. En el artículo describía las “etapas” y como terminaríamos escribiendo. (Si se complace a todos los que piden “poner fin a los problemas ortográficos”). Aunque el nombre del autor se ha perdido en las redes, el texto es utilizado por muchos docentes en sus cátedras de castellano o redacción.
«La reforma hará mucho más simple el castellano de todos los días, además de poner fin a los problemas de ortografía y por supuesto hará que nos entendamos de una forma universal quienes hablamos esta noble lengua..
Supresión de las letras c y q. En adelante se eskribirá : kasa keso, kijote.
También se simplifikará el sonido de la c , x y la z con el fonema único «s».sapato soes, veses etc.
Desapareserá la doble c y será reemplasada por x.: » tuve un axidente en la avenida Oxidental».
Asimismo se fusionarán la v kon la b: con está fusión bibiremos todos felices y kontentos.
Pasará lo mismo con la ll y la y:: todo será kon y. «yebame de paseo a karacas». Como ven el kasteyano será de agradesimiento por parte de los niños desde Balencia hasta Bolibia.
La H, kedará suprimida por kompleto.
No tendremos ke pensar komo se eskribirá sanaoria, y se akabarán esas umiyantes distinsiones entre «echo» y «hecho». Para darle mayor konsistensia la g y la j será una sola: «el jeneral jestionó la jerencia.»No ay duda ke kon esta modifikasión ará ke ablemos y eskribamos con mayor seguridad «. Orrible kalamidad del kasteyano son las tildes o asentos. Aremos komo el ingles ke a triunfado unibersalmente sin eyos. Las konsonantes st, sp : kedaran komo simple t y s. Kon ete kambio diremos que etas propuetas osionales etan detinadas a eliminar ete etado confuso de la lengua kateyana.
Tambien seran proibidas siertas konsonantes ke inkomodan al siudadano. Asi se dira » ke ora es en tu relo». » as un ueko en la pare». Depues yegara la eliminasion de la d del partisipio pasao. Diras bailao por bailado, erbio, por erbido. Adema y konsiderando que el latin no tenía artikulo, y como nosotro no debemo inbentar kosa que nuetro padre latin rechasaba, kateyano karesera de artikulo.Sera poko enredao en prinsipio, y ablaremo komo fubolita yugolabo , pero depue todo etranjero beran que tarea de aprender nuetro idioma resulta ma fasil y poder gosar berdaderamente del idioma de Servantes y Kebedo.
NOTA: Eso si!!!!..nunka asetaremos ke potensia etranjera token kabello de letra Ñ. Ñ representa balor ma elebado de tradision ispanika y primero kaeremo muerto ke asetar bejasione a simbolo ke a sido korason bibifikante de istoria kastisa epañola unibersal.»
El drama de escribir bien
Aunque el texto nos mueva a la risa, también permite visualizar un escenario posible. El español es el idioma de Cervantes, pero es cierto que ni hablamos como presumiblemente lo hacía el “Manco de Lepanto”, ni escribimos con la ortografía que regía en sus días. Los lingüistas defienden la fluidez, versatilidad y esencia mutable del idioma. Una condición que hace que muchas veces ir de un lugar a otro nos dificulte la comprensión de lo que se dice. Precisamente debido a las variantes propias de los acentos y vocablos del sitio, incluso dentro de un mismo país.
Pero cuando leemos un texto, quienes usamos el español en los cuatro continentes, comprendemos exactamente lo que se dice. Una obra de Borges, García Márquez, Vargas Llosa, Pérez Reverte, Carlos Fuentes o Ana María Matute, se lee y se entiende igual en Madrid, que en Bogotá, Buenos Aires, Manila, Malabo o Miami. Precisamente porque ese código, que es la ortografía, con sus reglas claras facilita la comunicación. De allí la complejidad que implica cualquier cambio.
Pese a la presión que ejercen las redes sociales, los dispositivos y los amantes de los fácil, hay quienes sugieren, que, en lugar de relajar las normas ortográficas, profundicemos la enseñanza con estrategias más originales. Como la campaña por poner acentos en los anuncios publicitarios, el Hospital Ortográfico” de la profesora de Valladolid, los memes que viralizan las reglas ortográficas, o como hicieron en Estados Unidos. hacer obras de teatro o musicales inspirados en el drama que es escribir bien en nuestros días.