Una alianza transitoria, con el objetivo de apuntalar los alicaídos precios del crudo, fue creada por la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y algunos de los mayores productores independientes. Este grupo apuesta por los programas de recortes y cuotas, una estrategia que en el pasado mostró ser poco efectiva y hasta contraproducente. Está por verse si, finalmente, les da el resultado esperado.
La realidad actual del mercado petrolero apunta a una caída de los precios. El decrecimiento de la demanda, incrementos en la producción, una economía global que se desacelera y la amenaza de una recesión son algunos de los elementos que presionan a la baja las cotizaciones de los crudos. En este ámbito, aumenta la preocupación de los principales países productores, cuyas economías dependen en gran medida de sus ingresos petroleros.
Y ante esta realidad, buscan estrategias –no siempre innovadoras- para apuntalar los precios. Tradicionalmente, una de estas salidas ha sido recortar la producción. La OPEP la ha puesto en práctica varias veces en el pasado, pero no siempre ha dado resultados satisfactorios.
Ahora ha surgido un nuevo elemento: al cártel se le ha unido un grupo de productores independientes, lo que podría conferirle a la estrategia una mayor fortaleza tratando de alcanzar el éxito. Es así como surgió la OPEP+.
OPEP hace nuevos amigos
La alianza entre la OPEP y los productores independientes se formalizó a finales de 2016. Se hizo bajo un compromiso conjunto de reducir la producción en 1,8 millones de barriles diarios. De este volumen, 1,2 millones correspondían a la OPEP y 600.000 barriles a los países no miembros.
El objetivo era revitalizar los precios del petróleo que sufren por la desaceleración económica mundial y un diluvio de petróleo de esquisto bituminoso de los Estados Unidos. En un principio, lograron revitalizarlos. Las cotizaciones subieron un 40% entre la Declaración de Cooperación de noviembre de 2016 y mayo de 2018.
Exitoso dudoso
Sin embargo, esas victorias tempranas no necesariamente reflejaban un éxito sostenido de esta estrategia. Por un lado, el repunte inicial de los precios coincidió con una serie de elementos geopolíticos que afectaron al comportamiento del mercado petrolero. En este sentido, la implosión económica de Venezuela, las interrupciones del suministro en Libia y las sanciones contra Irán permitieron a la OPEP+ superar su ajuste negativo de producción en un 50%, retirando del mercado hasta 2,8 millones de barriles.
Adicionalmente, las sanciones contra el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela afectaron aún más las finanzas de la estatal Pdvsa, ya sensiblemente alicaída por el ineficiente manejo de la empresa tras 20 años de socialismo bolivariano.
Por otro lado, las tensiones entre Irán y Occidente escalaron a niveles prebélicos, especialmente en el Golfo de Omán. Todo esto acrecentó los temores sobre una mayor reducción de la oferta, empujando los precios al alza.
Para colmo de males, la escalada de los precios comenzó a desacelerarse hasta finalmente retroceder, colocando a la OPEP+ en la incertidumbre: mantener la estrategia de recortes, profundizarla o abortarla.
OPEP: La primera gran alianza
Desde su fundación en la década de los 60 del siglo pasado, el primer objetivo de la OPEP ha sido mantener los precios estables. Quiere asegurarse de que sus miembros obtengan un precio razonable por su petróleo.
La OPEP mostró plenamente su fortaleza durante el embargo petrolero de 1973. En respuesta al embargo, Estados Unidos creó la Reserva Estratégica de Petróleo. Esta iniciativa, junto a otras acciones como la búsqueda de nuevos mercados, el desarrollo de tecnologías energéticamente más eficientes, así como fuentes alternas de energía, restaron levemente valor al petróleo como joya de la corona en la economía mundial.
Así, los precios del crudo comenzaron a debilitarse y la OPEP se vio obligada a aplicar recortes en la producción, creando el sistema de cuotas. Mediante esta iniciativa, se imponían topes de exportación a los países miembros, con la finalidad de hacer subir artificialmente los precios, al reducir la demanda.
Menos producción es menos poder
Si bien en un primer momento el sistema de cuotas logró apuntalar los precios del crudo, su éxito inicial fue opacado posteriormente. De hecho, los recortes de producción no solo llegaron a ser inútiles, sino incluso contraproducentes.
La estrategia de la OPEP resultó fútil a efectos del mercado, ya que los países industrializados como los Estados Unidos fueron capaces de establecer estrategias de consumo y eficiencia que les permitían reducir la demanda, para contrarrestar el descenso en la oferta. Pero más allá de eso, los recortes tuvieron efectos adversos para el cártel y sus países miembros.
Al reducir sus exportaciones –y consecuentemente impulsar el surgimiento de otros productores– la OPEP comenzó a perder peso específico en el mercado. Y es allí donde el acuerdo con los productores independientes adquiere un nuevo significado.
La fuerza de la alianza
Los 14 miembros de la OPEP controlan el 35% de los suministros mundiales de petróleo y el 82% de las reservas probadas. Con la incorporación de las 10 naciones no pertenecientes a la OPEP, entre ellas Rusia, México y Kasajistán, los suministros suben al 55% y las reservas al 90%. Esto ofrece a la OPEP+ un nivel de influencia sobre la economía mundial mucho mayor del que tendrían estos grupos por separado.
Alcanzar un acuerdo ha permitido crear un “súper cártel” de 24 miembros, conocido informalmente como el “Grupo de Viena” u “OPEP+”, que ha logrado poner su dedo en la escala de los mercados mundiales de petróleo.
Encuentros y desencuentros
La alianza entre la OPEP y sus socios está como cualquier acuerdo de cooperación, lejos de ser perfecta. En 2018, por ejemplo, los nuevos aliados petroleros surgieron de un acuerdo para aumentar la producción de crudo en un millón de barriles por día (bpd) en nombre de la “estabilidad del mercado”.
El único problema es que solo cuatro países (Rusia, Arabia Saudita, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos) tenían en ese momento la capacidad de impulsar la producción. Son estos países los únicos que se beneficiarán de los suministros adicionales. Esto ayuda a explicar la oposición vocal de Irán, Venezuela e Irak, que ya estaban bombeando cerca de su máximo.
Por otro lado, Arabia Saudita, Rusia y sus aliados han venido considerando una gama de opciones para mantener la estabilidad en el mercado petrolero, antes y durante sus reuniones, incluyendo la de diciembre.
Además la Agencia Internacional de Energía (AIE) ha advertido a los mercados que la OPEP y sus aliados enfrentan un gran desafío en 2020. Ello se debe a que la demanda caerá bruscamente en respuesta a la aceleración de la producción de sus rivales.
Lo que falta por venir
En este contexto, los actores del mercado petrolero están mirando los próximos pasos de la alianza entre la OPEP y los productores independiente. Sus miembros han venido debatiéndose entre mantener los niveles de producción actuales hasta 2020, o profundizarlos.
Hasta ahora, Arabia Saudita (líder de facto de la OPEP) y Rusia (al frente de los productores independientes) han logrado zanjar diferencias y lograr un punto medio. Sin embargo, en la medida que los intereses de cada uno vayan surgiendo, las diferencias podrían profundizarse.
Fuentes de la industria petrolera han dicho que las compañías rusas están buscando aumentar su producción en 2020 para apoyar el presupuesto estatal.
Mientras, el interés de Arabia Saudita, de cara a la salida a bolsa de Aramco, está más dirigido a un aumento de los precios, que a una mayor producción.
En los meses próximos, la solidez del matrimonio OPEP+ podría ser puesta a prueba.
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