Cincuenta años atrás, un amplio grupo de científicos alertó al mundo, sobre la crisis climática, la carrera de armamentos nucleares y la posibilidad de extinción de la vida en la Tierra. Entonces su mensaje sacudió las conciencias poco acostumbradas a estos temas. En la cumbre Estocolmo+50, los líderes revisaron lo sucedido en estas décadas y la ONU pide acabar con la guerra suicida contra la naturaleza. El bienestar global está en peligro.
Era 1972 y la capital sueca, como ahora, dio la bienvenida a analistas, investigadores y presidentes de gobierno para advertir los incipientes problemas del clima y anticipar la crisis actual. Allí nació la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano y se destacó la importancia del multilateralismo para abordar los desafíos por venir. El encuentro de Estocolmo+50, según los organizadores, pretende redoblar las exigencias para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Antonio Guterres, secretario general de la ONU, intervino en el primero de dos días de deliberaciones. Dijo que se han conseguido logros para proteger al planeta, como el rescate de la capa de ozono. Pero «los sistemas naturales de la Tierra no pueden seguir el ritmo de lo que le estamos pidiendo. Hay que acabar con la guerra suicida contra la naturaleza, indicó.
«Sáquennos de este lío», instó a los delegados de la cumbre. En un llamamiento a la acción contra una «triple crisis planetaria» provocada por la emergencia climática, «que está matando y desplazando a más personas cada año». La pérdida de biodiversidad, que amenaza a «más de tres mil millones de personas». Y la contaminación y los residuos, «que se están cobrando unos nueve millones de vidas al año».
Llamamiento de la ONU en Estocolmo+50
El secretario de la ONU precisó en la cumbre de Estocolmo+50 que todas las naciones deben hacer más para proteger el derecho humano básico a un medio ambiente limpio y saludable para todos. Guterres se centró en particular en «las comunidades pobres, las mujeres y los niños, los pueblos indígenas y las generaciones venideras».
Parte de la solución pasa por prescindir del Producto Interior Bruto (PIB) como indicador del peso económico de los países. En su opinión es como un sistema de contabilidad «que premia la contaminación y el despilfarro».
En su intervención indicó junto a expertos de alto nivel de Naciones Unidas que «no olvidemos que, cuando destruimos un bosque, estamos creando PIB. Cuando pescamos en exceso, estamos creando PIB. El PIB no es una forma de medir la riqueza en la situación actual del mundo».
Asimismo repitió su exhorto a los países para que abandonen las subvenciones a los combustibles fósiles. E inviertan en energías renovables, con miras a redoblar esfuerzos por reducir las emisiones y con ello, evitar el calentamiento global.
En sus palabras invitó a las economías desarrolladas a financiar a aquellas que están empobrecidas y son más vulnerables. Además, señaló que se avanza en un nuevo marco global de biodiversidad para revertir la pérdida de naturaleza para 2030.
Y, a la vez, se está trabajando en el establecimiento de un tratado para hacer frente a la contaminación por plásticos. También espera que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos de 2022, en Lisboa, impulse los esfuerzos para salvar los mares.
«Si hacemos estas cosas podemos evitar la catástrofe climática, poner fin a una creciente crisis humanitaria y de desigualdad. Y promover un desarrollo inclusivo y sostenible». Aseguró que «cada gobierno, empresa y persona tiene un papel que desempeñar».
Diagnósticos, propuestas y pocos resultados
Inger Andersen, directora de ONU Medio Ambiente, afirmó que, 50 años después de la conferencia original en la capital sueca dedicada al medio ambiente, se ha establecido una plétora de acuerdos que «cubren todos los desafíos medioambientales».
Sin embargo, los resultados prácticos se han quedado muy cortos hasta ahora, advirtió. Citando la desigualdad, la injusticia y las «señales de auxilio» que abundan, derivadas de la triple crisis del planeta.
«Si Indira Gandhi u Olof Palme estuvieran hoy aquí, ¿qué excusas ofreceríamos por nuestra inadecuada actuación? Ninguna que aceptaran. Nos dirían que no tomar medidas es inexcusable”, destacó en la cumbre.
«Conocemos, más que nunca, las terribles consecuencias de seguir marchando alegremente por la senda del desarrollo intensivo en carbono que hemos arrancado a la tierra», añadió. «Pero también sabemos lo que debemos hacer. Y sabemos cómo hacerlo y no lo hacemos».
«Estocolmo+50, convocada por la ONU, es una oportunidad para que el mundo se comprometa, de una vez por todas, a realizar estos cambios», dijo a las delegaciones.
Entretanto, el presidente de la Asamblea General, Abdulla Shahid, reclamó que «el progreso humano no puede darse en una tierra que está hambrienta de sus propios recursos. Maltrecha por la contaminación y sometida a un asalto implacable por una crisis climática fruto de su propia cosecha».
Las recientes iniciativas de medidas contra el cambio climático, como el impulso al tratado sobre la contaminación por plásticos, «me dan esperanza», reconoció. Pero deben ser parte de un esfuerzo mayor.
«Necesitamos soluciones que aborden los cuellos de botella comunes que afectan a toda la agenda medioambiental, lo que a su vez acelerará la aplicación de la Agenda 2030», dijo.
¿Acaso estos discursos serán más ‘bla bla bla’, como denunció la activista sueca Greta Thunberg en la reunión previa a la COP26?