Una sombra se cierne sobre las universidades estadounidenses. Las alarmas se activaron ante una oleada de cierres de centros de educación superior. El panorama es preocupante. Todo indica que las universidades atraviesan una crisis que está quebrando el que era hasta hace unas décadas un sólido modelo educativo.
El sistema educativo de los Estados Unidos, a nivel universitario tiene una bien ganada reputación de excelencia. Sus grandes universidades, algunas centenarias, con hermosos campus, figuran entre las mejores del mundo. Pero de acuerdo con un reporte The Wall Street Journal en la última década, más de 500 instituciones privadas sin fines de lucro con programas de cuatro años cerraron en Estados Unidos. Cifra tres veces mayor que los registrados la década anterior.
La pandemia de COVID-19 aceleró la tendencia. Afecta tanto a instituciones privadas como públicas. Al menos 1,25 millones de estudiantes se vieron impactados por los cierres. La crisis no se limita a las instituciones sin fines de lucro; también afectó a muchas universidades con fines de lucro. Aunque comenzó en 2016, un estudio reciente advierte que en los últimos tres años se ha vuelto cada vez más común. En junio de 2023, más de tres docenas de colegios y universidades cerraron sus puertas o anunciaron su intención de hacerlo. Al menos 20 instituciones pertenecientes a organizaciones religiosas enfrentan desafíos que complican su operación.
Desde 2016, un total de 91 instituciones privadas sin fines de lucro cerraron o se fusionaron con otra institución. Uno de los casos emblemáticos es el Lincoln College en Illinois, que cesó sus operaciones en mayo de 2022. Había cumplido 157 años de servicio educativo. También la Universidad de las Artes de Filadelfia anunció en mayo que cerraría. La escuela había existido durante casi 150 años.
Factor crítico
Otras instituciones están en camino hacia el cierre o la fusión con entidades más grandes. Alliance University en el distrito financiero de Manhattan cerró sus cursos en agosto del 2023, mientras que Medaille University en el oeste de Nueva York celebró su última promoción en mayo del mismo año. Bloomfield College en Nueva Jersey se fusionó con Montclair State University, culminando un proceso de búsqueda de un socio que duró casi dos años para evitar el cierre debido a problemas económicos. Un informe de Fitch Ratings Inc. señala una disminución general en las matrículas en todas las instituciones de enseñanza superior.
La dependencia de los ingresos por matrícula es un factor crítico para la supervivencia de las universidades. Prácticamente todas las instituciones en Estados Unidos (un 95%) se apoyan en estos ingresos para operar. Sin nuevos aspirantes, la estructura económica se tambalea y, en última instancia, algunas instituciones se ven obligadas a cerrar sus puertas.
Aunque la tendencia comenzó en 2017, la pandemia de COVID-19 ralentizó los cierres debido a la ayuda federal. Sin embargo, ahora que esos fondos se han agotado, algunos analistas temen que menos universidades signifiquen menos graduados universitarios. Esto podría afectar el desarrollo de los jóvenes y los trabajadores en mitad de su carrera profesional. La crisis en la educación superior no solo tiene implicaciones económicas, también sociales.
Contexto desfavorable
Según la organización especializada en periodismo educativo, Higher Ed Dive, las razones detrás de estos cierres son principalmente problemas financieros, agravados por el contexto económico actual, y una dramática disminución en la matrícula de estudiantes debido a la baja tasa de natalidad en ciertas regiones del país.
Las universidades, grandes como pequeñas, están buscando recortar costos mediante la eliminación gradual de programas y carreras. Enfoque que parece más común que el cierre total de instituciones, y que afecta a los estudiantes. Especialmente a aquellos en inscritos en programas de humanidades. La pregunta clave es si serán suficientes para garantizar la supervivencia de estas instituciones. Emily Wadhwani, directora senior de Fitch Ratings, una firma de calificación crediticia, declaró a WSJ que ha llevado a cuestionamientos sobre si las instituciones educativas están gestionando adecuadamente su propia educación y la de sus estudiantes.
En los últimos años, el aumento de los cierres de universidades ha generado un creciente escepticismo sobre el costo y el valor de obtener un título universitario de cuatro años. Muchos estudiantes que abandonan la universidad lo hacen de manera definitiva. Según un estudio de SHEEO, menos de la mitad de los estudiantes cuyas escuelas cerraron entre 2004 y 2020 continuaron sus estudios. En muchos casos, los créditos no se transfieren fácilmente. Crea obstáculos adicionales, especialmente para aquellos con dificultades para pagar la matrícula.
Más deserción
Otro de los factores que incide es el aumento de costos de la educación superior. Desde 2011, viene cayendo el número de estudiantes que asisten a la universidad. Muchos estadounidenses están reevaluando el valor de un título de cuatro años debido al aumento de precios. De acuerdo con el National Student Clearinghouse Research Center, actualmente hay más de 40 millones de estudiantes no matriculados.
Hay otro dato preocupante. Aunque la caída en la matrícula universitarias se estabilizó este año, aumenta el número de estudiantes que se retiran. Según un informe de la empresa de crédito educativo Sallie Mae, aproximadamente el 26% de los estudiantes universitarios actuales han considerado seriamente abandonar la universidad o corren el riesgo de hacerlo. Especialmente quienes son los primeros en su familia en asistir a la universidad, minorías y estudiantes de bajos ingresos. Rick Castellano, portavoz de Sallie Mae dice que es más difícil volver después de tomarse un año sabático o varios años sabáticos.
Altos costos
El dinero es la principal preocupación de los estudiantes que consideran abandonar la universidad. La educación superior está bajo presión debido al aumento de los costos universitarios y la deuda de préstamos estudiantiles. La matrícula, más el alojamiento y la manutención para una universidad privada de cuatro años ascendieron a una media de 56.190 dólares en el curso escolar 2023-24. En las universidades públicas estatales de cuatro años, fue de 24.030 dólares, según el College Board.
Alrededor de la mitad de los estudiantes en riesgo de abandonar los estudios dijeron que les resulta difícil hacer frente al coste de la matrícula, así como a otros gastos relacionados, como libros de texto, alojamiento y comida. Nancy Goodman, fundadora de College Money Matters, una organización sin ánimo de lucro, sostiene que lo peor que se puede hacer es pedir un préstamo y abandonar los estudios. Porque entonces se tendrá la deuda sin la ventaja del título. Según The Pew Charitable Trusts la tasa de morosidad entre los prestatarios que empiezan la universidad pero nunca la terminan es casi tres veces superior a la de los prestatarios que tienen un título.
Pérdida de valor
Otro factor que podría estar incidiendo en la caída en la matrícula de las universidades estadounidenses es la pérdida de valor del título universitario como símbolo de preparación profesional. Un informe de The Chronicle of Higher Education, «The Future of the Degree: How Colleges Can Survive the New Credential Economy«, señala que la utilidad del diploma universitario está disminuyendo rápidamente en la economía del conocimiento.
La crisis actual de las acreditaciones académicas se debe, en parte, al formato heredado de dos siglos que enfatiza el tiempo en el aula. A pesar de los cambios en planes de estudio y métodos de enseñanza, algunas universidades no han evolucionado significativamente en décadas, y en ciertos aspectos, en siglos. La obtención de un diploma sigue siendo costosa, lleva mucho tiempo y, en ocasiones, ofrece más de lo necesario en términos prácticos.
Históricamente, el título universitario ha sido un filtro para los reclutadores. No obstante, con la facilidad de búsqueda y aplicación de empleo en línea, su importancia ha disminuido. De acuerdo con el estudio, en un mundo laboral cambiante, los empleadores valoran cada vez menos el título como única señal de capacidad laboral. Otras señales, como la experiencia laboral o el desempeño previo en un puesto similar, están cobrando mayor relevancia.
Además, la creencia de que la educación superior proporciona el capital cultural necesario para destacar en un puesto también se ha visto afectada. Cada vez más evidencias sugieren que los graduados carecen de habilidades blandas esenciales para el trabajo actual. Una encuesta de Gallup revela que solo el 11% de los líderes empresariales considera que los recién graduados están preparados para el éxito laboral.
Presionadas a cambiar
Antes de la pandemia, la demanda de habilidades en el mercado laboral ya planteaba una amenaza para muchas universidades. El COVID-19 aceleró la crisis. El 15.55% de los alumnos abandonó sus estudios debido a la crisis financiera familiar y la necesidad de buscar empleo. Muchos no regresaron. En este contexto, que continue el cierre de instituciones parece inevitable.
El aumento de los costos universitarios y la creciente deuda estudiantil han llevado a los potenciales estudiantes a reevaluar si se justifica una inversión en educación superior. Lo que explica que su número haya disminuido desde 2011. Generando más presiones financieras en las universidades por las pérdidas en los ingresos por matrícula.
La competencia afecta el futuro de las instituciones más pequeñas. Como las pequeñas escuelas rurales de artes liberales, con menos de 1.000 estudiantes que corren un mayor riesgo de cierre. Centros que cuyo atractivo son programas especializados, clases reducidas y una fuerte sensación de comunidad. Mientras que las universidades de élite y las grandes instituciones estatales se ven favorecidas al recibir más solicitudes de admisión. En consecuencia, obtienen más financiamiento público. Los más perjudicados: las minorías y estratos con menores recursos.
Pero hasta las universidades con mayor fortaleza financiera están bajo amenaza. La selección de universidad ya no se basará solo en rankings o material de mercadotecnia. Ante el flujo de información y constante necesidad de actualizaciones se requieren modelos de formación más flexibles, personalizados y acumulables (no limitada a cuatro años). Si no se consideran estos factores, otros modelos de formación más adecuada a la realidad actual atraerán a los estudiantes para ofrecerles formación continua a lo largo de la vida.