Una segunda ola langostas más jóvenes y 20 veces más grandes amenaza África oriental. Países ya vulnerables verán disminuidos las cosechas y cultivos. Se trata del mayor brote de langostas en 70 años. A la amenaza de las langostas se suma el riesgo de transmisión de COVID-19, ya que las personas se reúnen para tratar de combatir la voraz plaga.
Un agricultor en Uganda señala que una vez que las langostas llegan a los jardines los exterminan en su totalidad. Algunos piensan que son más peligrosas que la actual pandemia de coronavirus.
Primera ola de langostas desapercibida
La primera ola de langostas llegó a distintos países de África semanas antes de que el virus de la COVID-19 se propagara por el mundo. Ahora miles de millones de langostas del desierto están llegando desde Somalia. Las jóvenes langostas amenazan a Kenia, Etiopía, Sudán del Sur, Djibouti, Eritrea, Tanzania y el Congo.
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) calificó el actual brote de langostas del desierto como una amenaza a la seguridad alimentaria y los medios de vida de millones en África. Califica la situación como «extremadamente alarmante», ya que un número creciente de nuevos enjambres se está formando en Kenia, Somalia y el sur de Etiopía.
Las lluvias estacionales hasta mayo generan las condiciones perfectas para su reproducción. Además, de propiciar el crecimiento de hierba fresca que es el alimento que las jóvenes y voraces langostas buscan. La ONU solicitó 153 millones de dólares en ayudas, antes de que las lluvias sigan contribuyendo al incremento en el número de langostas. La ONU también señala que el actual brote de langostas del desierto tiene sus causas en el cambio climático.
Langostas y cambio climático
Durante la primera ola de langostas del desierto António Guterres señaló «que el aumento de temperaturas en los océanos genera más ciclones que crean el caldo de cultivo perfecto para las langostas». Para ese momento, explicaba que las nubes de langostas que amenazaban al África Oriental eran del tamaño de París y consumirían en un día lo que en 24 horas consume en alimentos la población de Francia. Informaba la ONU a mediados de febrero que 19 millones de personas en dos países estaban al borde de la hambruna.
Los nuevos ejércitos de langostas vienen apertrechados con adultos jóvenes que comen más que las langostas adultas. Las restricciones de viajes por la pandemia retrasan la entrega de pesticidas y el trabajo de verificación de los oficiales de campo. En Uganda, por ejemplo, las autoridades no pueden importar pesticidas desde Japón.
Los agricultores se quejan de que los problemas que ocasionan la ola de langostas se han olvidado debido a otras circunstancias. Solo en Etiopía seis millones de personas están amenazadas por la segunda ola. De no controlarse se perderán cultivos, pastos y coberturas forestal a gran escala. Los agricultores emplean, en vano, silbidos, toques de cacerolas o piedras para ahuyentarlas.
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