Por Jaume Esteve
06/08/2016
ccupied es una de esas series con un comienzo demoledor. En los poco más de 40 minutos que dura el primer episodio, el espectador se encuentra con un panorama desolador. El mundo ha entrado en una crisis energética y el cambio climático sigue haciendo mella, lo que ha llevado al poder al partido de los verdes en Noruega. Y les ha llevado con una idea entre ceja y ceja: acabar con la dependencia de los combustibles fósiles y apostar, de una vez por todas, por las energías renovables.
Pero ni la Unión Europea ni Rusia se toman esta decisión a la ligera. Al revés, orquestan un movimiento por el que obligan a Noruega a continuar con su producción de petróleo mientras un contingente de ayuda ruso ocupa algunas de las infraestructuras clave para mantener la producción del oro negro.
Con esa premisa arranca una de las series más interesantes producidas en Europa en 2015. Occupied, de la que no se tiene noticia de una segunda temporada, pero que se da por hecho que sucederá, es una brillante lectura, en clave de ficción, de la gestión de la crisis en Europa.
La ironía de la trama reside tanto en el papel que juega la madre Rusia, interpretado con sutileza por Ingeborga Dapkunaite, y cuya naturaleza guarda grandes parecidos con el estado liderado por Putin. Con una agenda propia que no tiene por qué estar alineada con la de la UE, Rusia no duda en apretar las tuercas de manera continua a los noruegos con tal de ver cumplidas sus aspiraciones.
¿Alguien ha dicho Crimea? No menos importante es el papel de Estados Unidos. Un papel inexistente, ya que en ese futuro imaginario, el país ha abandonado la OTAN. Y, pese a ello, y en una buena muestra de la mentalidad europea del siglo XX, el gobierno noruego siempre alberga la esperanza de que los yankees lleguen a tiempo para salvaguardar la libertad y la democracia.
Occupied es una serie que funciona a varios niveles. Brilla en el apartado de la geopolítica y es más que solvente al plasmar cómo afecta a la población ese golpe de Estado oculto. Para ello se vale de un reparto coral que va de la cima de la pirámide, el presidente del gobierno, hasta las bases, encarnadas en una de las protagonistas, que regenta un restaurante. Adereza la mezcla con un periodista, una jueza y un agente de policía y tiene representados a buena parte de los poderes de una nación.
Es en ese tejido social donde se sienten las consecuencias de la ocupación rusa. Las relaciones personales, y sobre todo las profesionales, serán las que se verán afectadas ante una situación que llevará al límite a una población que debe hacerse, en repetidas ocasiones, la misma pregunta: ¿merece la pena resignarse a perder la soberanía a costa de vivir a salvo?