El mundo está cambiando y de una forma muy rápida. Soluciones, materiales y fuentes de energía que eran la base del progreso de la sociedad se ha comprobado que estaban poniendo en riesgo todo el sistema vital. Uno de ellos es el carbón. Habiendo sido el eje de la industrialización junto al petróleo, origina la grave crisis climática en la que nos encontramos, alterando la vida de millones de personas por los impactos actuales y futuros del cambio climático en todo, desde la salud y las economías globales hasta la inseguridad alimentaria y los desplazamientos de refugiados.
En un contexto marcado por la preocupación mundial por la declaración de pandemia por parte de la OMS sobre la expansión del coronavirus y la presentación del último informe de la Organización Meteorológica Mundial sobre el aumento de las temperaturas y de los fenómenos meteorológicos extremos, y solo unos meses antes de que empiece la decisiva cumbre COP26 de Glasgow, el Observatorio de la Sostenibilidad (OS) se ha dedicado a estudiar el proceso de descarbonización que está sucediendo en España. Como resultado se presentan estos dos informes: «Estimación de las emisiones de CO2 en España en 2019» y «Adiós carbón, adiós».
Respecto a la estimación de gases de efecto invernadero en España en 2019, calculada gracias al economista José Santamarta, se concluye que las emisiones de gases de invernadero decrecieron un 5,8% respecto al año anterior. Después de la disminución de 2018 y 2019 y del aumento experimentado en 2017, las emisiones alcanzan un incremento respecto del año base (1990) del 8,8% y una disminución del 28,8% respecto a 2005.
‘Objetivos de desarrollo sostenible y coronavirus: el inicio de la era del #postcovid-19′, el artículo de Ignacio Marinas, Fernando Prieto, Agustí Amorós y Juanjo Salado de @iSostenibilidad https://t.co/MjRCVvtnU9 pic.twitter.com/BEUQqMrBij
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La crisis desatada por el coronavirus supondrá, previsiblemente, una caída aún más espectacular en 2020. Las emisiones del año base se situaban en 289,4 millones de toneladas de CO2 equivalente; las del año 2005 ascendieron a 442 millones de toneladas de CO2 equivalente y las emisiones en 2019 fueron de 314,9 millones de toneladas de CO2 equivalente, según los datos preliminares de marzo de 2020. En 2018 fueron 334,25 millones de toneladas de CO2 equivalente.
La disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2019 respecto del año anterior puede imputarse a la disminución de la quema de carbón para la generación eléctrica en un 69,4%, compensado en parte por el aumento del consumo del gas natural en las centrales de ciclo combinado en un 93,7%. En 2019 el consumo de petróleo disminuyó un 0,3% (aumentó un 0,6% en el transporte por carretera) respecto del año anterior y el gas natural creció un espectacular 14,6%, a causa de un crecimiento del 81,6% del destinado a la generación eléctrica en sustitución del carbón. En el sector del transporte por carretera las emisiones han crecido un 0,6% en 2019 y un 3,5% en el transporte aéreo interior.
España sigue siendo uno de los países industrializados donde más han aumentado las emisiones desde 1990 y sigue necesitando un importante esfuerzo para alcanzar los objetivos de reducción para 2030 (frenando así la aportación al cambio climático).
Un millón de tejados solares
Las recomendaciones apuntan hacia un aumento de las tecnologías de energías renovables gestionables, como la termosolar y la hidráulica de bombeo, además de aumentar las políticas públicas y los programas de ayuda para incentivar la eficiencia, los vehículos eléctricos y el ahorro energético en el transporte, la edificación y en el sector servicios no han tenido hasta ahora una dimensión suficiente como para que la disminución de emisiones pueda apreciarse de manera significativa en los sectores difusos.
Además, es necesario un apoyo decidido al coche eléctrico y puntos de recarga, apoyadas en el autoconsumo, que sirvan como acumuladores de la energía producida durante el día y que se pueda utilizar cuando no se produce. También es necesario cambiar el modelo de transporte de mercancías por carretera, que supone el 92% de las mercancías, además de la necesidad de lanzar un programa de un millón de tejados solares (tenemos 10 mil frente a los 1,4 millones de tejados solares de Alemania, los 800 mil del Reino Unido o los 600 mil de Italia), simplificando los trámites y permitiendo el balance neto anual y el control y reducción de la ganadería intensiva en macrogranjas, que es un sector cada vez más emisor.
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También es necesario aumentar las políticas de eficiencia y que se acompañe la transición energética con una política industrial planificada y activa (fabricación de bienes de equipo, industrias de operación y mantenimiento locales, etc.).
Esta ha de orientar las inversiones hacia nuevos negocios energéticos y renovables, pensando sobre todo en la España vaciada y en la necesidad de una estrategia de descarbonización para cada sector industrial; especialmente las instalaciones no incluidas en el Sistema europeo de Derechos de Emisión. Todos los autores concluyen que no puede permitirse que el espacio dejado por el carbón para la generación eléctrica lo ocupe mayoritariamente el gas natural, siendo necesaria una reforma fiscal energética, un nuevo método de cálculo del precio de la electricidad, una auditoria de costes de todo el sistema, así como la reducción de las emisiones de los “bigpolluters”, pero también en los sectores difusos con estrategias específicas cada uno (en la rehabilitación de los edificios, en la necesidad de estrategia de descarbonización para cada ciudad y en la oportunidad de iniciar el estudio de una “tarjeta de carbono” o “carbon card”.
Cierre de las centrales de carbón
El segundo informe publicado, Adiós carbón, adiós», realiza un breve análisis de la sostenibilidad, recogiendo las principales variables ambientales (emisiones de CO2 equivalente, SOx, NOx), sociales y económicas, describiendo el cierre de la minería y de la utilización del carbón importado para la producción de electricidad en España. El carbón, junto al sector del petróleo, ha sido uno de los vectores más importantes del origen del calentamiento global en las últimas décadas y ha tenido importantes impactos sobre la salud de las personas y los ecosistemas, con fenómenos tan graves como la acidificación de bosques y aguas. A cambio, ha sido una fuente de energía clave desde la revolución industrial y ha ejercido un papel fundamental en el progreso de la sociedad.
Actualmente, el cierre de todas las centrales de carbón en España y en el mundo es una pieza clave para conseguir el proceso de descarbonización que nos lleve a no subir más de 2 grados centígrados las temperaturas del planeta a finales de siglo. La tendencia en la contribución a la producción de electricidad ha bajado de casi un 25% en el 2007 a menos de un 5% en 2020. La fase de cierres de centrales térmicas de carbón, a partir de 2020, se inicia con el cierre de Andorra, el 1 de enero de 2020, y el cierre de 10 centrales hasta 2022, de las 14 que aún quedaban en activo, de manera que tras 2022, solo se mantendrían cuatro centrales. El total de las emisiones de gases de efecto invernadero en España desde 2006 hasta 2018 se puede cifrar en 4.688.262 ton de CO2, de las cuales 1.817.396 corresponden a sectores sometidos al mercado de emisiones, recogidos dentro del Registro Nacional de Emisiones o RENADE, y de ellas 599.525 (es decir, el 33%) corresponden al sector del carbón. Esta cantidad representa prácticamente el 13% del total de las emisiones del país según el RENADE (últimos datos disponibles).
impacto muy severo de #COVID19 sobre #ODS, magnífica HOJA DE RUTA para planificar escenario iniminente #PostCovid19 #GreenNewDeal para aplanar siguiente curva de #EMERGENCIACLIMATICA gracias a @JaviSkan e @_infoLibre en un día histórico #diadeltrabajador https://t.co/NcxNHBnEdH pic.twitter.com/xc7qIBbNQS
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Las emisiones de gases de efecto invernadero entre debidas al sector de la energía han pasado de unos 110 millones de toneladas en 2017 a 43 millones en 2019. Se ha calculado la población que vive o vivía en el entorno de las centrales térmicas, cifrado en unas 1.744.494. Son las personas de los términos municipales en un radio de 10 km alrededor de cada central susceptibles de ser afectadas por SOx y NOx. La cifra acumulada total, supone que un 3,62% de la población de España se situaba en inmediata proximidad de alguna central térmica de carbón incluida en RENADE. El cierre de las centrales térmicas de carbón puede considerarse una gran noticia para el país, considerando cualquier punto de vista, ambiental, económico o social. Como principales recomendaciones, Fernando Prieto señala que «lo más inteligente respecto al carbón, así como otros combustibles fósiles es dejarlos en el fondo de la tierra, donde debían haber permanecido hace ya varias décadas y por ello cuanto antes se cierren todas las térmicas en España mejor».
Como conclusiones de los dos informes se deduce que es absolutamente necesario descarbonizar todos los sectores de nuestra economía en las próximas décadas, ya que si no es probable que las temperaturas aumenten por encima de los 2 grados, con consecuencias devastadoras.
Lea también:
La huella de carbono de la edificación
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