La sabiduría popular dice que las matemáticas no se equivocan. Y es que justamente cálculos matemáticos elevan el número de fallecimientos por la COVID-19 en España, mientras que otros cálculos apuntan a que lo más seguro es mantener el uso de mascarillas hasta que se consiga una vacuna contra la enfermedad.
El @es_INE publica datos de mortalidad en 2020 y ofrece la comparación con 2019. Pero como dijo @sanchezcastejon, el exceso de mortalidad requiere una predicción de la mortalidad esperada. Un avance de nuestro modelo predictivo -> https://t.co/UFl6mSH2XS
Los resultados, mañana pic.twitter.com/aOc5ByPPYh— Inverence (@inverence) June 10, 2020
Una falla en el cálculo
Continúa la duda sobre el número de fallecimientos por la COVID-19 en España. Podría ser que falten contar más de 25.000 muertes. Según datos proporcionados por Inverence -calculados sobre la base de información aportada por el INE (Instituto Nacional de Estadística)- se estima que los fallecimientos incrementales por la COVID-19 en España se ubican en 52.277 decesos en comparación con los 27.136 fallecimientos confirmados.
A la estimación realizada por Inverence habría que agregarle de 1.000 a 2.000 muertes adicionales, que podrían no estar reflejadas en la cifras del INE, como consecuencia de los retrasos desde los registros civiles con respecto a la comunicación de la mortalidad. Sin embargo, los datos se deben tomar con precaución ya que existen dos factores que pueden afectar este tipo de aproximaciones: la variabilidad y los datos no consolidados.
Con respecto al número de fallecimientos por la COVID-19 en España hay una persistente duda alrededor de las cifras oficiales. El 17 de mayo el Ministerio Sanidad informaba de 27.500 muertes, mientras que el MoMo (Sistema de Monitorización de la Mortalidad del Instituto de la Salud Carlos III) presentaba 30.600 fallecimientos para la misma fecha.
Los números que faltaban
En el mismo mayo también se observaron diferentes hechos que pueden sumar fallecidos a la cifra oficial. En primer lugar, el municipio de Barcelona actualizó los datos sobre la mortalidad, cosa que no hacía desde el 12 de marzo.
Luego, el INE publicó el pasado 3 de junio la serie de mortalidad semanal desde el año 2000. Según, las estadísticas del INE – que incluye la población total de decesos observados en los registros civiles informatizados- entre el 2 de marzo y el 24 de mayo de 2020 la mortalidad en España ascendió a 143.204 decesos si se compara con el mismo período en 2019. El número de fallecimientos el año anterior fue de 48.124 decesos.
Los excesos de mortalidad se estiman; no se miden. Para realizar este cálculo se toma como base el número de muertes del mismo período del año anterior, lo cual constituye una aproximación razonable, si no se cuenta con otro instrumento de medición. Solo que no es precisa.
Para el cálculo de la base también se deben tomar en cuenta las variaciones tendenciales y estacionales para poder evaluar el cambio que genera en los excesos de mortalidad la irrupción de la COVID-19. Es este modelo el que ha dado con las estimaciones de mortalidad incremental que ubican el número de fallecimientos en más de 52.000 muertes.
Las matemáticas y el uso de las mascarillas
Un análisis matemático hecho por investigadores de la Universidad de Cambridge respalda el uso «inmediato y universal de las mascarillas». Los resultados apuntan a que si la mitad de la población en Reino Unido usara las mascarillas el ritmo de contagio de la COVID-19 disminuiría a 1.
La investigación utiliza a la población de Reino Unido para establecer un modelo de simulación que se alimenta con datos reales del número de infectados más el ritmo de contagio (RO) previo al uso de las mascarillas.
También toma otros parámetros epidemiológicos para saber ¿qué proporción de la población necesita utilizar las mascarillas para reducir el RO a -1? La expresión -1 implica la situación ideal en el que la epidemia desaparece en cierto lapso de tiempo.
Ritmo de contagio, curva de contagio
Se ha desmostrado que la curva de contagio comienza a bajar cuando el RO es igual a 1. De manera que si porcentajes cada vez mayores de la población utilizaran las mascarillas, el modelo de simulación indica que el ritmo de contagio estaría cada vez más cerca a cero. Si toda la población de Reino Unido, utilizara las mascarillas el RO se ubicaría por debajo de 0,5. Hecho que evitaría una segunda y tercera oleada de la COVID-19.
Solo que el uso de las mascarillas no sería la única medida. Habría que aguantarse 18 meses de confinamientos puntuales y parciales, tiempo más que suficiente para que aparezca la tan esperada vacuna.
El único «pero» es que se trata de un modelo de simulación y no de la vida real. Se ha escuchado hasta el cansancio que el uso de mascarillas es complementario a las otras medidas preventivas como la higiene de manos y el distanciamiento social. Aunque las mascarillas pueden reducir la transmisión en entornos como tiendas o el transporte público, es poco probable que evite el contagio en entornos sociales cercanos y continuos como el hogar.
Además, dicho por María Neira, directora de Salud Pública y Ambiente de la OMS, las mascarillas dan una falsa sensación de seguridad que podría relajar la atención sobre las otras medidas preventivas. Pero aún así, una nueva evidencia científica respalda el uso de las mascarillas.
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