Después de la supertormenta Sandy que inundó el 17% de la ciudad de Nueva York en 2012 y causó daños por valor de 19.000 millones de dólares, sus autoridades planificaron un sistema de protección de su costa, llamado BIG U. Al igual que el huracán Katrina en 2005, Sandy ayudó a impulsar a Nueva York a adoptar el concepto holandés de “vivir con agua”. Modelo que enfatiza la construcción de infraestructura para repeler el agua y al mismo tiempo proporcionar un espacio abierto y recreativo.
Nueva York se ha constituido en una ciudad a la vanguardia de la planificación de la resiliencia a las inundaciones: una metrópoli que trabaja para vivir con el agua y no en contra de ella. A este proyecto visionario se le han unido otras ciudades costeras estadounidenses propensas a inundaciones. Entre ellas Miami, Boston, Norfolk, Charleston y San Francisco, por citar las más grandes y emblemáticas.
La renovación de Asser Levy, en el East Side de Manhattan -completada en 2022- es parte de East Side Coastal Resiliency (ESCR). El proyecto de resiliencia urbana más grande actualmente en marcha en Estados Unidos. Durante los próximos tres años, a un costo de $1.800 millones, se remodelarán 3,2 kilómetros de la costa del Bajo Manhattan.
Pero la iniciativa es sólo un eslabón de un plan mucho más grande, de 2.700 millones de dólares, llamado BIG U. Una serie de proyectos contiguos de resiliencia a las inundaciones que se extienden desde Asser Levy, cerca de 25th Street, alrededor del extremo sur de Manhattan, y hasta Battery Park City, a lo largo del río Hudson. Cuando esté terminado, el BIG U contará con 8,8 kilómetros de nuevo espacio de parque diseñado específicamente para proteger a más de 60.000 residentes.
Nueva York adelanta un sistema de protección de su costa
En Nueva York, el East Side Coastal Resiliency, como cualquier gran proyecto de infraestructura previsto para un lugar densamente poblado y lograr un sistema de protección de su costa, ha avanzado a trompicones, reseña Yale Environment 360. Aún así, Nueva York está logrando avances significativos. “Cualquier cosa que sea de la escala de Manhattan siempre será mucho más grande y más complicada”, dice Amy Chester, directora de Rebuild by Design, el concurso de diseño posterior a Sandy del que nació ESCR. «Y aún así se ha hecho mucho».
Este proyecto se lleva adelante con la firma holandesa One Architecture. Y busca proteger a sus pobladores e infraestructuras de inundaciones y marejadas ciclónicas,
El área de ESCR abarca una cuña de la topografía natural de Manhattan propensa a inundaciones. Un “punto de pellizco” entre dos tramos más altos de costa, recoge la publicación de la Escuela de Medio Ambiente de Yale. Hace unos 400 años, cuando la isla estaba habitada por los Lenni-Lenape, esta costa estaba formada por bosques y pantanos. Nunca se elevaban más de unos pocos metros sobre el nivel del mar.
Los arroyos de marea drenaban desde tierras altas densas con castaños americanos, ásteres y varas de oro, y serpenteaban a través de prados de espartina hasta el río. Hoy en día, ese paisaje se pierde bajo cuatro complejos de viviendas públicas separados. Sus 10.000 residentes cuentan con East River Park para proteger sus hogares de un canal que ha crecido 8 pulgadas (más de 20 centímetros) desde mediados del siglo XX.
El camino del ESCR ha sido difícil. Desde debates sobre su diseño final hasta recortes presupuestarios y nuevas preocupaciones sobre la evolución de los riesgos del cambio climático. Incluidos los eventos de lluvias extremas que Nueva York ha experimentado este año.
Protegiéndose del cambio climático
El diseño original de ESCR, lanzado en 2014, requería que se preservaran la pista de atletismo, las canchas de tenis y otros campos deportivos de East River Park. Junto con sus sombreados bosques de pinos y cerezos maduros. Pero en 2018, la gestión del alcalde Bill de Blasio renovó silenciosamente el diseño. Sería más rápido y más barato, dijo el equipo del alcalde, limpiar el parque, elevar el paisaje con más de un millón de toneladas de relleno y luego construir de nuevo.
A diferencia del tipo de barreras permeables defendidas por los holandeses, el parque elevado funcionaría más como una barrera dura. Citando la urgencia de la crisis climática, de Blasio escribió en 2019: «Vamos a construirla porque no tenemos otra opción». La oposición a la remodelación persiste, pero muchos residentes de los complejos de viviendas públicas, que corren un alto riesgo de inundaciones, la apoyan. En otoño de 2021, los equipos de demolición se pusieron manos a la obra.
Actualmente, una valla divide East River Park por la mitad. En la parte sur, una franja de nuevos pilotes de chapa de acero se encuentra a la orilla del agua. Elevándose aproximadamente 2,4 metros por encima del nivel original del parque. Una altura que puede proteger las calles adyacentes de la ciudad contra una tormenta que ocurre una vez cada 100 años.
Excavadoras recogen el relleno, extraído de canteras en el norte del estado de Nueva York, de barcazas, empujando la elevación del parque. Cuando esto esté terminado, el parque será ajardinado con senderos y lechos de vegetación. Y a través de campos deportivos se formará una topografía en terrazas que funcionará como una berma para mantener el agua de las calles de la ciudad. Es un sistema de blindaje de protección de la costa de Nueva York.
Experiencia holandesa
Norfolk, junto con Nueva York y otras 24 ciudades estadounidenses, es miembro de la Red de Ciudades Resilientes. Un colectivo global de 100 ciudades que fueron identificadas, en 2013. Por tener estrategias avanzadas de resiliencia que tienen en cuenta los factores físicos, sociales y económicos del cambio climático.
En el marco del programa 100 ciudades resilientes, se puso a disposición financiación para que las ciudades nombraran directores que luego trabajaran juntos para desarrollar una estrategia de resiliencia global.
En la COP28 de este mes, se hizo hincapié en las “ciudades positivas para la naturaleza”. Una indicación, dice Henk Ovink, enviado especial de los Países Bajos para Asuntos Internacionales del Agua y uno de los creadores de Rebuild by Design, de que cuando se trata del concepto de vivir con agua, la brecha de conocimiento entre gobiernos, empresas y comunidades locales se está ampliando.
“La adaptación todavía está muy rezagada, al igual que la mitigación”, agrega Ovink. «Pero se está produciendo una inclinación, porque nadie escapa a los impactos del cambio climático y la preparación vale la pena».
Dicho esto, Ovink señala en que, a pesar de toda la planificación en marcha en muchas de las ciudades más grandes del mundo, gran parte de ella sigue siendo sólo eso: planificación. «No es que tengamos mucho tiempo para hacer estas adaptaciones», dice refiriéndose al sistema de protección de la costa de Nueva York. “Estamos haciendo mucho, pero la pregunta es: ¿estamos haciendo lo suficiente? Porque veo que el riesgo de inundaciones aumenta todo el tiempo”.